El Papa invita a tener confianza, y no miedo, en el Señor

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El Papa Francisco, en la cita para el rezo del Ángelus invocó la ayuda de la Madre de Dios, «para que permanezcamos fieles a la voluntad de Dios haciendo fructificar los talentos con los que nos ha dotado»

El Obispo de Roma hizo hincapié en que «Jesús nos muestra la generosidad y el cuidado premuroso del Padre de tantas formas: con su palabra, con sus gestos, con su acogida hacia todos, en especial hacia los pecadores, los pequeños y los pobres – como hoy nos recuerda la I Jornada Mundial de los Pobres – pero también con sus advertencias, que revelan su interés para que nosotros no desperdiciemos inútilmente nuestra vida».

En la celebración de la Jornada que él ha querido ofrecer a la Iglesia universal para «que en todo el mundo las comunidades cristianas se conviertan cada vez más y mejor en signo concreto del amor de Cristo por los últimos y los más necesitados», el Papa reiteró que Dios tiene un gran aprecio por nosotros y alentó a confiar en Él, a no tener miedo de Dios, pues el miedo nos inmoviliza y autodestruye.

Destacó que «esta conciencia nos ayuda a ser personas responsables en toda acción nuestra», como nos recuerda la parábola de los talentos, que nos invita a «una responsabilidad personal y una fidelidad que se vuelve también capacidad de volvernos a poner en camino por sendas nuevas, sin ‘enterrar el talento’, es decir los dones que Dios nos ha confiado y sobre los cuales nos pedirá cuentas».

Voz y texto completo de las palabras del Papa antes del rezo del Ángelus

 «¡Queridos hermanos y hermanas, buenos días!

En este penúltimo domingo del año litúrgico, el Evangelio nos presenta la parábola de los talentos (cfr Mt 25,14-30). Un hombre, antes de salir de viaje, entrega a sus siervos algunos talentos, que en ese tiempo eran monedas de gran valor: a un siervo, cinco talentos, a otro dos, a otro uno, según las capacidades de cada uno. El siervo que ha recibido cinco talentos es emprendedor y hace que fructifiquen, ganando  otros cinco. Lo mismo hace el que recibió dos y gana otros dos. En cambio, el siervo que ha recibido uno, escava un hueco en el terreno y esconde la moneda de su señor.

Es este mismo siervo el que le explica al señor, cuando vuelve, el motivo de su gesto diciendo: «Señor, sabía que eres exigente, que siegas donde no siembras y recoges donde no esparces, tuve miedo y fui a esconder mi talento bajo tierra» (24-25). Este siervo no tiene una relación de confianza con su señor, sino que le tiene miedo  y eso lo bloquea. El miedo inmoviliza siempre y a menudo hace cumplir opciones equivocadas. El miedo desalienta el tomar iniciativas, induce a refugiarse en soluciones seguras y garantizadas, y así se acaba con no realizar nada bueno. Para ir adelante y crecer en el camino de la vida, no hay que tener miedo, hay que tener confianza.

Esta parábola nos hace comprender cuán importante es tener una idea verdadera de Dios. No debemos pensar que Él es un patrón malo, exigente y severo que quiere castigarnos. Si dentro de nosotros tenemos esta imagen equivocada de Dios, entonces nuestra vida no podrá ser fecunda, porque viviremos en el miedo y no nos llevará a nada constructivo. Aún más, el miedo nos paraliza, nos autodestruye. Estamos llamados a reflexionar para descubrir cuál es verdaderamente nuestra idea de Dios. Ya en el Antiguo Testamento, Él se ha revelado como «Dios misericordioso y compasivo, lento para enojarse y pródigo en amor y fidelidad» (Ex 34,6) y Jesús nos ha mostrado siempre que Dios no es un patrón severo e intolerante, sino un padre lleno de amor, de ternura, un padre lleno de bondad. Por lo tanto podemos y debemos tener una confianza inmensa en Él.

Jesús nos muestra la generosidad y el cuidado premuroso del Padre de tantas formas: con su palabra, con sus gestos, con su acogida hacia todos, en especial hacia los pecadores, los pequeños y los pobres – como hoy nos recuerda la I Jornada Mundial de los Pobres – pero también con sus advertencias, que revelan su interés para que nosotros no desperdiciemos inútilmente nuestra vida. En efecto, es signo de que Dios tiene un gran aprecio por nosotros: esta conciencia nos ayuda a ser personas responsables en toda acción nuestra.  Por lo tanto, la parábola de los talentos nos recuerda una responsabilidad personal y una fidelidad que se vuelve también capacidad de volvernos a poner en camino por sendas nuevas, sin ‘enterrar el talento’, es decir los dones que Dios nos ha confiado y sobre los cuales nos pedirá cuentas.

Que la Virgen Santa interceda por nosotros, para que permanezcamos fieles a la voluntad de Dios haciendo fructificar los talentos con los que nos ha dotado. Así seremos útiles a los demás y, en el último día, seremos acogidos por el Señor, que nos invitará a participar de su alegría».

(Traducción del italiano: Cecilia de Malak para Radio Vaticana)

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Comentarios
8 comentarios en “El Papa invita a tener confianza, y no miedo, en el Señor
  1. Lo de siempre, todo muy bonito, bucólico, pastoril, etc, pero nunca cita los numerosos pasajes evangélicos que le estropean su misericorditis, como » apartaos de mí obradores de la iniquidad «. Una desgracia de pontificado. » Y a ese empleado inútil echadle fuera, a las tinieblas; allí será el llanto y el rechinar de dientes.”» Evangelio de ayer domingo 19 de noviembre de 2017. Francisco habla de confianza, pero con eso no basta. Confianza en Dios, toda. Abuso de confianza, propiciado por este pontificado de la misericorditis, ninguna.

  2. Echenique: Alguna vez podrías hacer una excepción y dejarnos leer en paz al Santo Padre. Benedcito XVI habla de la «angustia católica» de la posguerra genera por un catolicismo rígido y malentendido. San Juan Pablo II inició su pontificado diciéndonos: «No tengais miedo». Francisco nos habla ahora de confianza en Dios. Es evidente que los tres tiene una amplia visión que ayuda y alienta a los católicos. La Iglesia es madre y no un mero reservorio de doctrina petrificada.

  3. «San Pedro lo decía: «Es como un león feroz, que gira a nuestro alrededor». Es así. «¡Pero, Padre, usted está un poco anticuado! Nos asusta con estas cosas…» No, ¡yo no! ¡Es el Evangelio! Y esto no son mentiras: ¡es la Palabra del Señor! Pidamos al Señor la gracia de tomar en serio estas cosas. Él ha venido a luchar por nuestra salvación. ¡Él ha vencido al demonio! ¡Por favor, no hagamos tratos con el demonio! Él busca volver a casa, tomarnos en posesión… ¡No relativizar, vigilar! ¡Y siempre con Jesús! (Homilía en la Capilla de Santa Marta, 10 de Octubre de 2013)

  4. Se ve que se le ha olvidado lo que dijo hace ya más de 4 años. Ahora sabemos, por su amigo del alma Scalfari, no desmentido, a diferencia de Sarah, que no cree en el infierno ni en el purgatorio ni en el juicio y que prácticamente todos vamos al cielo, salvo unos poquitos, que no van a un inexistente infierno sino que sus almas son aniquiladas y les niega igualmente la resurrección de cuerpos. Varias herejía, no desmentidas, de una tacada. Progresa adecuadamente, hacia la heterodoxia completa.

  5. Los de la misericorditis y su lenguaje blandengue y suavesito ya tienen una nueva expresión, cual arma arrojadiza contra los católicos : «reservorio de doctrina petrificada». Habrá que recordarles que el nombre de Pedro tiene su origen en el hebreo «kêfâ'» (Cefas), que significa «piedra, roca». Cefas fue el sobrenombre con el que Jesús denominó al apóstol Pedro, cuyo verdadero nombre era Simón. Con este nuevo nombre Jesús dejaba implícita la nueva tarea de Pedro, ser el pilar de la Iglesia, no arenas movedizas o agua o gaseosa vaporosa, como gusta a los de la misericorditis aguda.

  6. Desde que Juan XXIII dijo que la Iglesia había decidido aplicar el “remedio de la misericordia en lugar del rigor de la severidad” hay muchos que se escandalizaron y se fueron. El fenómeno se repite. No quiero ni pensar la rabia y furores que despertarían esas palabras en boca del Santo Padre.

  7. La misericorditis aguda con ateos, protestantes, islamistas y gays conlleva, como reverso de la medalla, severidad con los católicos y hasta persecución marginatoria. Es el pontificado dEl extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde.

  8. Echenique: Nadie te persigue ni persigue a los católicos. Como me recuerdas a los fariseos que por criticar al Señor por comer y beber nada que con los repugnantes publicanos y pecadores!!
    Acuérdate de Juan XXIII y verás como te alejas cada vez más de la Iglesia y te quedas en una Iglesia a tu medida,

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