Un siglo después, Fátima habla de nuestros días

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Este viernes se cumplía el centenario de la última aparición de la Virgen a los tres niños pastores en Fátima, y del llamado ‘milagro del sol’ que pudo contemplar toda la muchedumbre de miles de personas congregada allí, incluyendo no pocos escépticos que habían acudido para asistir a la ‘humillación’ de los crédulos peregrinos.

Pocos milagros cercanos en el tiempo están tan bien documentados y han sido observados por tantos, en no pocos casos con escasa disposición a la credulidad, pero de Fátima este es el aspecto menos importante, un detalle menor para el creyente, mero signo para vencer comprensibles resistencias y llamar la atención sobre el mensaje.

Este mensaje de la Virgen -en nada doctrinal novedoso o sorprendente- contenía tres ‘secretos’ que la última superviviente entre los videntes, Sor Lúcia, fue transmitiendo a la jerarquía eclesiástica.

Dos Papas -Juan XXIII y Pablo VI- conocieron el Tercer Secreto -los otros dos, relativos al infierno, se habían publicado no mucho después de la revelación- y optaron por no publicarlo, una publicación que habría de esperar al año 2000 y el pontificado de San Juan Pablo II, cuando la Santa Sede hizo pública una versión oficial de la carta remitida por Sor Lúcia al obispo después de que este se lo ordenara formalmente.

Decimos ‘versión oficial’ porque en ningún momento ha declarado la Santa Sede que la versión ofrecida al conocimiento general sea la totalidad del secreto revelado por la vidente.

Aunque sobradamente conocido, vale la pena releerlo:

«Escribo, en acto de obediencia a ti mi Dios, que me mandas por medio de su excelencia reverendísima el señor obispo de Leiria y de vuestra y mi Santísima Madre. Después de las dos partes que ya expuse, vimos al lado izquierdo de Nuestra Señora, un poco más alto, un ángel con una espada de fuego en la mano izquierda. Al centellear despedía llamas que parecía iban a incendiar el mundo. Pero, se apagaban con el contacto del brillo que de la mano derecha expedía Nuestra Señora a su encuentro. El ángel, apuntando con la mano derecha hacia la tierra, con voz fuerte decía: «Penitencia, penitencia, penitencia».

«Y vimos en una luz inmensa, que es Dios, algo semejante a como se ven las personas en el espejo, cuando delante pasó un obispo vestido de blanco. Tuvimos el presentimiento de que era el Santo Padre. Vimos varios otros obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas subir una escabrosa montaña, encima de la cual estaba una gran cruz, de tronco tosco, como si fuera de alcornoque como la corteza. El Santo Padre, antes de llegar allí, atravesó una gran ciudad, media en ruinas y medio trémulo, con andar vacilante, apesadumbrado de dolor y pena. Iba orando por las almas de los cadáveres que encontraba por el camino».

«Llegando a la cima del monte, postrado, de rodillas a los pies de la cruz, fue muerto por un grupo de soldados que le disparaban varios tiros y flechas, y así mismo fueron muriendo unos tras otros los obispos, los sacerdotes, religiosos, religiosas y varias personas seglares. Caballeros y señoras de varias clases y posiciones. Bajo los dos brazos de la cruz estaban dos ángeles. Cada uno con una jarra de cristal en las manos, recogiendo en ellos la sangre de los mártires y con ellos irrigando a las almas que se aproximaban a Dios».

En el largo lapso entre la entrega de la carta -1960- y su publicación, numerosos fatimistas han especulado sobre el contenido de este Tercer Secreto, llegando a plasmar por escrito sus elucubraciones, que giraban fundamentalmente en torno a dos claves: si suponía un anuncio propiamente apocalíptico -si anunciaba, en definitiva, el Fin del Mundo- y si, de modo concomitante, si hacían referencia a una apostasía generalizada.

La idea de que «el humo de Satanás se ha colado por las grietas de la Iglesia», por citar palabras del propio Papa Pablo VI, puede deducirse de la visión de Lúcia que, a su vez, podría ser solo una parte del secreto revelado. En cualquier caso, y con la misma autoridad de visión aprobada por la Iglesia, el mensaje de la Virgen a Sor Agnes Sasagawa, en Akita, Japón, también un 13 de octubre pero de 1973, es más explícito en este sentido:

«[…] el Padre infligirá un terrible castigo a toda la humanidad. Será un castigo mayor que el diluvio, tal como nunca se ha visto antes. Fuego caerá del cielo y eliminará a gran parte de la humanidad, tanto a los buenos como a los malos, sin hacer excepción de sacerdotes ni fieles. Los sobrevivientes se encontrarán tan desolados que envidiarán a los muertos. Las únicas armas que les quedarán serán el rosario y la señal dejada por mi Hijo. Cada día recita las oraciones del rosario. Con el rosario, reza por el Papa, los obispos y los sacerdotes.»

«La obra del demonio se infiltrará hasta dentro de la Iglesia de tal manera que se verán cardenales contra cardenales, obispos contra obispos. Los sacerdotes que me veneran serán despreciados y encontrarán oposición de sus compañeros…iglesias y altares saqueados; la Iglesia estará llena de aquellos que aceptan componendas y el demonio presionará a muchos sacerdotes y almas consagradas a dejar el servicio del Señor.

«El demonio será especialmente implacable contra las almas consagradas a Dios. Pensar en la pérdida de tantas almas es la causa de mi tristeza. Si los pecados aumentan en número y gravedad, no habrá ya perdón para ellos».

Pero, naturalmente, los teólogos de corte no van a perder su valioso tiempo con visiones de monjas y pastorcitos.

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Comentarios
7 comentarios en “Un siglo después, Fátima habla de nuestros días
  1. MARÍA ESTUVO EN FÁTIMA COMO ESTÁ AHORA EN MEDJUGORJE. MUY PRONTO SE DARÁ A PLENO CUMPLIMIENTO EL TERCER SECRETO DE FÁTIMA: LA TERCERA GUERRA MUNDIAL, LA HUIDA DEL PAPA FRANCISCO DE ROMA Y LA APARICIÓN PÚBLICA DEL ANTICRISTO QUE PERSEGUIRÁ A LOS CRISTIANOS FIELES A LA DOCTRINA DE DIOS-JESÚS. LA SEGUNDA VENIDA DE NUESTRO SALVADOR JESÚS ESTÁ A LAS PUERTAS. AMÉN

  2. Fátima nos habla del matrimonio indisoluble.da «Dio e il mondo» di Joseph Ratzinger (San Paolo), pagg. 345-346.
    «Il papa non è il signore supremo – dall’epoca di Gregorio Magno ha assunto il titolo di “servo dei servi di Dio” – ma dovrebbe essere, amo dire, il garante dell’ubbidienza, della conformità della Chiesa alla volontà di Dio, escludendo ogni arbitrio da parte sua. Il papa non può dire: la Chiesa sono io, oppure: la tradizione sono io, ma al contrario ha precisi vincoli, incarna l’obbligo della Chiesa a conformarsi alla Parola di Dio. Se nella Chiesa sorgono tentazioni a fare diversamente, a scegliere la via più comoda, deve chiedersi se ciò è lecito.
    Il papa non è dunque un organo che possa dare vita ad un’altra Chiesa, ma è un argine contro l’arbitrio. Faccio un esempio: dal Nuovo Testamento sappiamo che il matrimonio sacramentale è indissolubile. Ci sono correnti di pensiero che dicono che il Papa potrebbe abrogare quest’obbligo. Ma non è così.

  3. ¿ Porqué se ha suprimido mi comentario ? Sor Lucía nos asegura que la gran batalla es sobre la familia, luego el mensaje de Fátima de rezar el rosario es sobre todo de y por la familia, que sólo hay una. Ruego se restablezca.

  4. Es evidente que en el llamado «milagro del sol» no fue el sol lo que «danzó», durante varios minutos y cambiando de color, sobre las cabezas de decenas de miles de testigos que llegaron a temer que se precipitara sobre ellos; hoy se habría hablado de un objeto volante no identificado. Esa es una muestra más de que los ángeles existen, ya sean de Dios o del Diablo.

  5. PIDO LA CONTRICION DE MIS PECADOS, LOS DE C/U DE ESTOS LECTORES y LOS DE LOS QUE AÚN NO CONOCEN EL AMOR DE DIOS!
    HAGAMOS ORACION DE REPARACION QUE EL ANGEL enseñó en Fátima:
    Dios Mio yo creo, adoro,espero y te amo te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no te aman…(3 veces)

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