El Papa advierte en Villavicencio de que ‘todo esfuerzo de paz sin un compromiso de reconciliación será un fracaso’

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Este es el mensaje que ha transmitido Francisco durante la celebración de la Santa Misa en el municipio colombiano de Villavicencio, en la que han sido beatificados los Siervos de Dios Jesús Emilio Jaramillo Monsalve, obispo de Arauca, y Pedro María Ramírez Ramos, sacerdote diocesano.

Esta viernes 8 de septiembre, en la memoria litúrgica de la Natividad de la Bienaventurada Virgen María, el Papa Francisco ha presidido la Santa Misa en el municipio colombiano de Villavicencio.

Durante la Santa Misa ha tenido lugar la beatificación de los Siervos de Dios Jesús Emilio Jaramillo Monsalve, obispo de Arauca, y Pedro María Ramírez Ramos, sacerdote diocesano. En la celebración participaron numerosos fieles procedentes de las regiones de Los Llanos y de las aldeas indígenas, además de víctimas de la violencia.

Al concluir la celebración de la Eucaristía, el arzobispo de Villavicencio, S.E. Mons. Óscar Urbina Ortega, saludó al Santo Padre. Tras la bendición final, el Papa Francisco saludó en la sacristía a una pequeña delegación de las víctimas del aluvión que afectó a la ciudad de Mocoa y entregó a su obispo un donativo económico.

A continuación, la homilía pronunciada por el Papa Francisco: 

¡Tu nacimiento, Virgen Madre de Dios, es el nuevo amanecer que ha anunciado la alegría a todo el mundo, porque de ti nació el sol de justicia, Cristo, nuestro Dios! (cf. Antífona del Benedictus). La festividad del nacimiento de María proyecta su luz sobre nosotros, así como se irradia la mansa luz del amanecer sobre la extensa llanura colombiana, bellísimo paisaje del que Villavicencio es su puerta, como también en la rica diversidad de sus pueblos indígenas.

María es el primer resplandor que anuncia el final de la noche y, sobre todo, la cercanía del día. Su nacimiento nos hace intuir la iniciativa amorosa, tierna, compasiva, del amor con que Dios se inclina hasta nosotros y nos llama a una maravillosa alianza con Él que nada ni nadie podrá romper.

María ha sabido ser transparencia de la luz de Dios y ha reflejado los destellos de esa luz en su casa, la que compartió con José y Jesús, y también en su pueblo, su nación y en esa casa común a toda la humanidad que es la creación.

En el Evangelio hemos escuchado la genealogía de Jesús (cf. Mt 1,1-17), que no es una simple lista de nombres, sino historia viva, historia de un pueblo con el que Dios ha caminado y, al hacerse uno de nosotros, nos ha querido anunciar que por su sangre corre la historia de justos y pecadores, que nuestra salvación no es una salvación aséptica, de laboratorio, sino concreta, de vida que camina. Esta larga lista nos dice que somos parte pequeña de una extensa historia y nos ayuda a no pretender protagonismos excesivos, nos ayuda a escapar de la tentación de espiritualismos evasivos, a no abstraernos de las coordenadas históricas concretas que nos toca vivir. También integra en nuestra historia de salvación aquellas páginas más oscuras o tristes, los momentos de desolación y abandono comparables con el destierro.

La mención de las mujeres —ninguna de las aludidas en la genealogía tiene la jerarquía de las grandes mujeres del Antiguo Testamento— nos permite un acercamiento especial: son ellas, en la genealogía, las que anuncian que por las venas de Jesús corre sangre pagana, las que recuerdan historias de postergación y sometimiento. En comunidades donde todavía arrastramos estilos patriarcales y machistas es bueno anunciar que el Evangelio comienza subrayando mujeres que marcaron tendencia e hicieron historia.

Y en medio de eso, Jesús, María y José. María con su generoso sí permitió que Dios se hiciera cargo de esa historia. José, hombre justo, no dejó que el orgullo, las pasiones y los celos lo arrojaran fuera de esta luz. Por la forma en que está narrado, nosotros sabemos antes que José lo que ha sucedido con María, y él toma decisiones mostrando su calidad humana antes de ser ayudado por el ángel y llegar a comprender todo lo que sucedía a su alrededor. La nobleza de su corazón le hace supeditar a la caridad lo aprendido por ley; y hoy, en este mundo donde la violencia psicológica, verbal y física sobre la mujer es patente, José se presenta como figura de varón respetuoso, delicado que, aun no teniendo toda la información, se decide por la fama, dignidad y vida de María. Y, en su duda por cómo hacer lo mejor, Dios lo ayudó a optar iluminando su juicio.

Este pueblo de Colombia es pueblo de Dios; también aquí podemos hacer genealogías llenas de historias, muchas de amor y de luz; otras de desencuentros, agravios, también de muerte. ¡Cuántos de ustedes pueden narrar destierros y desolaciones!, ¡cuántas mujeres, desde el silencio, han perseverado solas y cuántos hombres de bien han buscado dejar de lado enconos y rencores, queriendo combinar justicia y bondad! ¿Cómo haremos para dejar que entre la luz? ¿Cuáles son los caminos de reconciliación? Como María, decir sí a la historia completa, no a una parte; como José, dejar de lado pasiones y orgullos; como Jesucristo, hacernos cargo, asumir, abrazar esa historia, porque ahí están ustedes, todos los colombianos, ahí está lo que somos y lo que Dios puede hacer con nosotros si decimos sí a la verdad, a la bondad, a la reconciliación. Y esto sólo es posible si llenamos de la luz del Evangelio nuestras historias de pecado, violencia y desencuentro.

La reconciliación no es una palabra abstracta; si eso fuera así, sólo traería esterilidad, más distancia. Reconciliarse es abrir una puerta a todas y a cada una de las personas que han vivido la dramática realidad del conflicto. Cuando las víctimas vencen la comprensible tentación de la venganza, se convierten en los protagonistas más creíbles de los procesos de construcción de la paz. Es necesario que algunos se animen a dar el primer paso en tal dirección, sin esperar que lo hagan los otros. ¡Basta una persona buena para que haya esperanza! ¡Y cada uno de nosotros puede ser esa persona! Esto no significa desconocer o disimular las diferencias y los conflictos. No es legitimar las injusticias personales o estructurales. El recurso a la reconciliación no puede servir para acomodarse a situaciones de injusticia. Más bien, como ha enseñado san Juan Pablo II: «Es un encuentro entre hermanos dispuestos a superar la tentación del egoísmo y a renunciar a los intentos de pseudo justicia; es fruto de sentimientos fuertes, nobles y generosos, que conducen a instaurar una convivencia fundada sobre el respeto de cada individuo y de los valores propios de cada sociedad civil» (Carta a los obispos de El Salvador, 6 agosto 1982). La reconciliación, por tanto, se concreta y consolida con el aporte de todos, permite construir el futuro y hace crecer la esperanza. Todo esfuerzo de paz sin un compromiso sincero de reconciliación será un fracaso.

El texto evangélico que hemos escuchado culmina llamando a Jesús el Emmanuel, el Dios con nosotros. Así es como comienza, y así es como termina Mateo su Evangelio: «Yo estaré con ustedes todos los días hasta el fin de los tiempos» (28,21). Esa promesa se cumple también en Colombia: Mons. Jesús Emilio Jaramillo Monsalve, Obispo de Arauca, y el sacerdote Pedro María Ramírez Ramos, mártir de Armero, son signo de ello, expresión de un pueblo que quiere salir del pantano de la violencia y el rencor.

En este entorno maravilloso, nos toca a nosotros decir sí a la reconciliación; que el sí incluya también a nuestra naturaleza. No es casual que incluso sobre ella hayamos desatado nuestras pasiones posesivas, nuestro afán de sometimiento. Un compatriota de ustedes lo canta con belleza: «Los árboles están llorando, son testigos de tantos años de violencia. El mar está marrón, mezcla de sangre con la tierra» (Juanes, Minas piedras). La violencia que hay en el corazón humano, herido por el pecado, también se manifiesta en los síntomas de enfermedad que advertimos en el suelo, en el agua, en el aire y en los seres vivientes (cf. Carta enc. Laudato si’, 2). Nos toca decir sí como María y cantar con ella las «maravillas del Señor», porque como lo ha prometido a nuestros padres, auxilia a todos los pueblos y a cada pueblo, auxilia a Colombia que hoy quiere reconciliarse y a su descendencia para siempre.

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Comentarios
19 comentarios en “El Papa advierte en Villavicencio de que ‘todo esfuerzo de paz sin un compromiso de reconciliación será un fracaso’
  1. No ha sido una guerra civil sino la lucha contra la criminalidad financiada con la droga. ¿ Hay que reconciliarse con todos los delincuentes del mundo y que ninguno vaya a la cárcel ? ¿ Porqué Francisco dice siempre unas frases aparentemente bonitas que nunca las aplica en el Vaticano ? ¿ Porqué tuvo tanto tiempo en la cárcel a Vallejo Balda por un supuesto delito que no conlleva cárcel en las democracias occidentales ? ¿ No se había reconciliado ? ¿ Porqué no se reconcilia con los de los dubia, que ni siquiera los recibe, y los está matando a disgustos ? ¿ Se ha reconciliado con Müller, a quien despidió de malas maneras, al igual que a sus dos mejores oficiales sin explicación alguna , salvo la de el papa soy yo y no tengo que dar ninguna explicación? ¿ Tiene dos caras o incluso más ?

  2. Magníficas palabras del Santo Padre. Gran recibimiento y acompañamiento en Colombia por parte del Pueblo Fiel.
    Las imágenes por TV son elocuentes.
    Los criticones seriales es evidente que están con un pie fuera de la Iglesia pero esa Iglesia de la Misericordia que tanto necesitamos todos – gracias San Juan Pablo II por hablarmos de ese don – está abierta a todos.

  3. Don Ricardo: No juzgue tan rápidamente. La Iglesia de la Misericordia existe y debe existir, pero tiene un paso obligado por la Iglesia de la Verdad. Y en este caso colombiano no se ha dado ese tránsito. Como un buen discípulo de Setién, por ejemplo, Francisco pone el acento en la reconciliación, pero no habla de un doble requisito previo innegociable: el arrepentimiento de los agresores, evidentemente terroristas marxistas bienquistos por Francisco, y la reparación o restitución en lo posible de los males hechos. Es simplemente cínico pasar a la reconciliación, como sería reclamar la reconciliación entre los seis millones de la Shoá y sus verdugos nazis. Primero petición de perdón, luego reparación y finalmente borrón y cuenta nueva a través de la cristiana reconciliación. No seguir este camino es apoyar directamente al narcoterrorismo marxista y eso es intolerable para la moral católica, no para los «criticones seriales con un pie fuera de la Iglesia».

  4. Solamente un comentario …

    La historia de los países europeos en las mejores épocas de la Cristiandad ( y después ) esta llena de guerras fratricidas entre naciones , cuyos Príncipes eran hermanos , primos , cuñados , sobrinos , entre si ,.. Todos buenos cristianos poco obedientes , todos con » derechos » . Todos ( o casi ) firmaban tratados que no respetaban .

    ¿. Que se puede exigir ? …..Se puede pedir solamente , y es lo que hace el Papa .

  5. Palabras tan huecas, tan huecas, que, si aún queda algo, las vacía todavía más el propio Francisco con su conducta real en el vaticano, pues nunca las cumple al haber impuesto el terror y la guillotina psicológica.

  6. Specola, tan bien informado y reflexionado, nos lo aclara todavía más.
    El tema de hoy es la guerra y la paz, la violencia y la reconciliación. El Papa Francisco toca estos temas en su viaje a Colombia y no tenemos dudas sobre la sinceridad de sus palabras. Pero llegamos al mundo real y lo encontramos lleno de contradicciones. Se habla de la doctrina católica sobre la guerra y del cambio que está haciendo el Papa actual. Encuentros con la víctimas de la violencia en Colombia llenos de emociones y consuelos. Pero llega la otra cara de la moneda y leemos con sorpresa la noticia de que la policía del Papa Francisco ha pedido el cambio temporal de la ley colombiana para llevar armas en el avión papal. No parece que una persona que dice, y esperemos piense, palabras sublimes sobre la paz se mueva rodeado de personas armadas a sus ordenes. También nos encontramos con que el Papa Juan XXIII, el de la “Pacem in Terris” puede ser el patrono de las fuerzas armadas italianas. Cuando se cree de verdad en lo que dice se sacan sus consecuencias y se lucha para que las obras sean las que hablen con fuerza. Nadie habría seguido a Jesús si su vida no correspondiese con sus palabras, eso se llama hablar con autoridad. Basta recordar la escena de Pedro cortando la oreja a un soldado sin duda con buenas intenciones. Vivir lo que se cree tiene riesgos pero si esto no se hace mejor estar callados porque entraremos en un mundo de irracionalidades y contradicciones .

  7. Don Lucas: He viajado varias veces a Colombia. El primer viaje fue cuando el terrorismo voló el Palacio de Justicia.
    El problema de la guerrilla es bastante más complejo de lo que Ud. dice.
    Es evidente que si conociera Colombia y fuera el jefe de seguridad de la guardia del Santa Padre sus disquisiciones dejarían de ser tan infantiles. Lo tomo como una ocasión más de criticar al Papa Francisco.

  8. ¿ Como va a se constructor de paz quien destruye la Verdad doctrinal y moral ? Colombia lleva camino de convertirse n otra Venezuela, aún peor que Cuba, gracias a la colaboración de quien ha dicho que cristianismo y comunismo son lo mismo.
    EL PAPA FRANCISCO AMPLÍA EL FALSO MAGISTERIO
    Christopher A. Ferrara -The Remmant

  9. ¿ Como va a ser constructor de paz quien destruye la Verdad doctrinal y moral ? Colombia lleva camino de convertirse en otra Venezuela, aún peor que Cuba, gracias a la colaboración de quien ha dicho que cristianismo y comunismo, ateo por naturaleza, son lo mismo.
    EL PAPA FRANCISCO AMPLÍA EL FALSO MAGISTERIO
    Christopher A. Ferrara -The Remmant

  10. Aqui os traigo el enlace. Yo me pregunto ¿ Seguro que la Iglesia no puede hacer nada contra un papa que la está demoliendo ? ¿ No cabe la legítima defensa en el ámbito eclesial ? Yo estoy convencido de que sí, ante una situación sin precedentes. Los cardenales deben corregirlo primero y, luego, si persiste en el error, declararlo apartado de la Iglesia, pues es el mismo papa quien se aparta. http://adelantelafe.com/papa-francisco-amplia-falso-magisterio/

  11. Y habla constantemente de las caras que parecen «pepinillos en vinagre». Pero… por favor, ¿nadie le dice a Bergoglio que se mire en el espejo? ¡Vaya careto!
    Y esto, evidentemente, es una tontería sin importancia alguna. Pero ya que el Obispo de Roma hace hincapié en estas cosas intrascendentes, a lo mejor para quedarse en aspectos formales y hacer olvidar los que son fundamentales.

  12. Ha dicho Francisco que la Iglesia no es una aduana y que no podemos levantar continuamente el cartel de prohibido el paso. Para los cardenales de los dubia es aduana, prohibido el paso, cerrazón, insultos. Dos ya se han muerto con tanta aduana. Si se refiere al acceso a la confesión y la eucaristía, me pregunto ¿ Querrá que la eucaristía la reciban quienes no creen en ella, quienes están en pecado mortal sin previa confesión y propósito de la enmienda ? Lamentable, como casi siempre. eso sí, ya se ha ganado los aplausos del mundo, no los de Dios. Pretende abaratar los sacramentos hasta hacerlos despreciables. Quizás porque no cree en la presencia divina en ellos, en especial en la eucaristía. Nunca se arrodilla delante del Santísimo. Por algo será. El ejemplo que da es pésimo.

  13. Es de Véritas et Vita y me parece acertadísimo. Ya lo creo.
    El Papa y las paces con el terrorismo
    veritas et vita 9 Septiembre, 2017
    Los discursos que antaño hacía el Papa sobre el referéndum de acuerdo con las FARC, de que hería el alma votar NO a un apaño que pasaba por regalar 10 diputados a los terroristas, han sido endulzadas después de que ese NO ganase contra todo pronóstico. Ahora ha hablado en Colombia, difusamente, sobre paz y reconciliación.

    La paz y la reconciliación son principios cristianos, y por tanto que salgan de boca de Francisco es lo lógico. Lo malo es la errada estrategia que encierran sus palabras, que conocemos por la hemeroteca de hace un año, y que no tiene que ver con el cristianismo.

    La Iglesia nos enseña que Dios, que es infinitamente misericorde, nos da el perdón a través de su Iglesia si confesamos los pecados, si tenemos verdadero ánimo de enmienda, y si cumplimos la penitencia impuesta. ¿Somos más misericordiosos que Dios? ¿Acaso no debemos exigir como mínimo a los terroristas un arrepentimiento sincero, previa penitencia, y sin pedir nada a cambio?

    Si un terrorista que ha matado se arrepiente verdaderamente, bienvenido sea. Pero si el terrorista mata, y solo está dispuesto a dejar de matar si le regalan unas prebendas, ahí no hay arrepentimiento sino chantaje y robo a punta de pistola.

    ¿Qué opinaría un sacerdote si un feligrés en confesión dice que se arrepiente de agredir a su confesor, pero solamente si éste le da el puesto de secretario del obispo con un buen sueldo, que si no le dará otra paliza?

    La frase del Papa “todo esfuerzo de paz sin compromiso de reconciliación será un fracaso”, suena a que no puede haber paz venciendo a los terroristas, sino llegando a acuerdos con ellos.

    Eso no tiene nada que ver con el cristianismo. Es solo una posición política. Y una posición política con la que no estamos legítimamente de acuerdo, ni lo estuvieron los colombianos a pesar de la presión internacional a la que fueron sometidos y en la que intervino la Iglesia.

  14. Don Ricardo: no hable de infantildiad. Yo no he viajado a Colombia, pero he tenido la desgracia de tener a cinco colombianos formándose en mi Servicio y si de esa experiencia personal dependiese mi conocimiento de los colombianos, la consecuencia sería desastrosa. Lo mismo que de lo escuchado de una familiar, directora de un centro educativo religioso en Medellín. Lo personal es irrelevante ante la norma moral general y esta es que no puede haber reconciliación sin previo perdón y al menos intento de reparación.

  15. Enhorabuena a todos los católicos colombianos por sus dos nuevos Beatos! Gracias Papa Francisco por tan extraordinario y necesario viaje pastoral. PAZ.-

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