En su viaje apostólico a Colonia con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud, el Papa Benedicto XVI explicó cómo los santos, solo los santos, son los auténticos reformadores. Es un discurso para recordar.
A continuación, el discurso de Benedicto XVI durante la Vigilia con los Jóvenes de la Jornada Mundial de la Juventud de 2005.
Queridos jóvenes:
En nuestra peregrinación con los misteriosos Magos de Oriente hemos llegado al momento que san Mateo describe así en su evangelio: «Entraron en la casa (sobre la que se había detenido la estrella), vieron al niño con María, y cayendo de rodillas lo adoraron» (Mt 2, 11). El camino exterior de aquellos hombres terminó. Llegaron a la meta. Pero en este punto comienza un nuevo camino para ellos, una peregrinación interior que cambia toda su vida. Porque seguramente se habían imaginado de modo diferente a este Rey recién nacido. Se habían detenido precisamente en Jerusalén para obtener del rey local información sobre el Rey prometido que había nacido. Sabían que el mundo estaba desordenado y por eso estaban inquietos. Estaban convencidos de que Dios existía, y que era un Dios justo y bondadoso. Tal vez habían oído hablar también de las grandes profecías en las que los profetas de Israel habían anunciado un Rey que estaría en íntima armonía con Dios y que, en su nombre y de parte suya, restablecería el orden en el mundo. Se habían puesto en camino para encontrar a este Rey; en lo más hondo de su ser buscaban el derecho, la justicia que debía venir de Dios, y querían servir a ese Rey, postrarse a sus pies, y así servir también ellos a la renovación del mundo. Eran de esas personas que «tienen hambre y sed de justicia» (Mt 5, 6). Un hambre y sed que les llevó a emprender el camino; se hicieron peregrinos para alcanzar la justicia que esperaban de Dios y para ponerse a su servicio.
Aunque otros se quedaran en casa y les consideraban utópicos y soñadores, en realidad eran seres con los pies en tierra, y sabían que para cambiar el mundo hace falta disponer de poder. Por eso, no podían buscar al niño de la promesa sino en el palacio del Rey. No obstante, ahora se postran ante una criatura de gente pobre, y pronto se enterarán de que Herodes -el rey al que habían acudido- le acechaba con su poder, de modo que a la familia no le quedaba otra opción que la fuga y el exilio. El nuevo Rey ante el que se postraron en adoración era muy diferente de lo que se esperaban. Debían, pues, aprender que Dios es diverso de como acostumbramos a imaginarlo.
Aquí comenzó su camino interior. Comenzó en el mismo momento en que se postraron ante este Niño y lo reconocieron como el Rey prometido. Pero debían aún interiorizar estos gozosos gestos.
Debían cambiar su idea sobre el poder, sobre Dios y sobre el hombre y así cambiar también ellos mismos. Ahora habían visto: el poder de Dios es diferente del poder de los grandes del mundo. Su modo de actuar es distinto de como lo imaginamos, y de como quisiéramos imponerlo también a él. En este mundo, Dios no le hace competencia a las formas terrenales del poder. No contrapone sus ejércitos a otros ejércitos. Cuando Jesús estaba en el Huerto de los olivos, Dios no le envía doce legiones de ángeles para ayudarlo (cf. Mt 26, 53). Al poder estridente y prepotente de este mundo, él contrapone el poder inerme del amor, que en la cruz -y después siempre en la historia- sucumbe y, sin embargo, constituye la nueva realidad divina, que se opone a la injusticia e instaura el reino de Dios. Dios es diverso; ahora se dan cuenta de ello. Y eso significa que ahora ellos mismos tienen que ser diferentes, han de aprender el estilo de Dios.
Habían venido para ponerse al servicio de este Rey, para modelar su majestad sobre la suya. Este era el sentido de su gesto de acatamiento, de su adoración. Una adoración que comprendía también sus presentes -oro, incienso y mirra-, dones que se hacían a un Rey considerado divino. La adoración tiene un contenido y comporta también una donación. Los personajes que venían de Oriente, con el gesto de adoración, querían reconocer a este niño como su Rey y poner a su servicio el propio poder y las propias posibilidades, siguiendo un camino justo. Sirviéndole y siguiéndole, querían servir junto a él a la causa de la justicia y del bien en el mundo. En esto tenían razón. Pero ahora aprenden que esto no se puede hacer simplemente a través de órdenes impartidas desde lo alto de un trono. Aprenden que deben entregarse a sí mismos: un don menor que este es poco para este Rey. Aprenden que su vida debe acomodarse a este modo divino de ejercer el poder, a este modo de ser de Dios mismo. Han de convertirse en hombres de la verdad, del derecho, de la bondad, del perdón, de la misericordia. Ya no se preguntarán: ¿Para qué me sirve esto? Se preguntarán más bien: ¿Cómo puedo contribuir a que Dios esté presente en el mundo? Tienen que aprender a perderse a sí mismos y, precisamente así, a encontrarse. Al salir de Jerusalén, han de permanecer tras las huellas del verdadero Rey, en el seguimiento de Jesús.
Queridos amigos, podemos preguntarnos lo que todo esto significa para nosotros. Pues lo que acabamos de decir sobre la naturaleza diversa de Dios, que ha de orientar nuestra vida, suena bien, pero queda algo vago y difuminado. Por eso Dios nos ha dado ejemplos. Los Magos que vienen de Oriente son sólo los primeros de una larga lista de hombres y mujeres que en su vida han buscado constantemente con los ojos la estrella de Dios, que han buscado al Dios que está cerca de nosotros, seres humanos, y que nos indica el camino. Es la muchedumbre de los santos -conocidos o desconocidos- mediante los cuales el Señor nos ha abierto a lo largo de la historia el Evangelio, hojeando sus páginas; y lo está haciendo todavía. En sus vidas se revela la riqueza del Evangelio como en un gran libro ilustrado. Son la estela luminosa que Dios ha dejado en el transcurso de la historia, y sigue dejando aún. Mi venerado predecesor, el Papa Juan Pablo II, que está aquí con nosotros en este momento, beatificó y canonizó a un gran número de personas, tanto de tiempos recientes como lejanos. Con estos ejemplos quiso demostrarnos cómo se consigue ser cristianos; cómo se logra llevar una vida del modo justo, cómo se vive a la manera de Dios. Los beatos y los santos han sido personas que no han buscado obstinadamente su propia felicidad, sino que han querido simplemente entregarse, porque han sido alcanzados por la luz de Cristo.
De este modo, nos indican la vía para ser felices y nos muestran cómo se consigue ser personas verdaderamente humanas. En las vicisitudes de la historia, han sido los verdaderos reformadores que tantas veces han elevado a la humanidad de los valles oscuros en los cuales está siempre en peligro de precipitar; la han iluminado siempre de nuevo lo suficiente para dar la posibilidad de aceptar -tal vez en el dolor- la palabra de Dios al terminar la obra de la creación: «Y era muy bueno». Basta pensar en figuras como san Benito, san Francisco de Asís, santa Teresa de Jesús, san Ignacio de Loyola, san Carlos Borromeo; en los fundadores de las órdenes religiosas del siglo XIX, que animaron y orientaron el movimiento social; o en los santos de nuestro tiempo: Maximiliano Kolbe, Edith Stein, madre Teresa, padre Pío. Contemplando estas figuras comprendemos lo que significa «adorar» y lo que quiere decir vivir a medida del Niño de Belén, a medida de Jesucristo y de Dios mismo.
Los santos, como hemos dicho, son los verdaderos reformadores. Ahora quisiera expresarlo de manera más radical aún: sólo de los santos, sólo de Dios proviene la verdadera revolución, el cambio decisivo del mundo. En el siglo pasado vivimos revoluciones cuyo programa común fue no esperar nada de Dios, sino tomar totalmente en las propias manos la causa del mundo para transformar sus condiciones. Y hemos visto que, de este modo, siempre se tomó un punto de vista humano y parcial como criterio absoluto de orientación. La absolutización de lo que no es absoluto, sino relativo, se llama totalitarismo. No libera al hombre, sino que lo priva de su dignidad y lo esclaviza. No son las ideologías las que salvan el mundo, sino sólo dirigir la mirada al Dios viviente, que es nuestro creador, el garante de nuestra libertad, el garante de lo que es realmente bueno y auténtico. La revolución verdadera consiste únicamente en mirar a Dios, que es la medida de lo que es justo y, al mismo tiempo, es el amor eterno. Y ¿qué puede salvarnos sino el amor?
Queridos amigos, permitidme que añada sólo dos breves ideas. Muchos hablan de Dios; en el nombre de Dios se predica también el odio y se practica la violencia. Por tanto, es importante descubrir el verdadero rostro de Dios. Los Magos de Oriente lo encontraron cuando se postraron ante el niño de Belén. «Quien me ha visto a mí, ha visto al Padre», dijo Jesús a Felipe (Jn 14, 9). En Jesucristo, que por nosotros permitió que su corazón fuera traspasado, se ha manifestado el verdadero rostro de Dios. Lo seguiremos junto con la muchedumbre de los que nos han precedido. Entonces iremos por el camino justo.
Esto significa que no nos construimos un Dios privado, un Jesús privado, sino que creemos y nos postramos ante el Jesús que nos muestran las sagradas Escrituras, y que en la gran comunidad de fieles llamada Iglesia se manifiesta viviente, siempre con nosotros y al mismo tiempo siempre ante nosotros. Se puede criticar mucho a la Iglesia. Lo sabemos, y el Señor mismo nos lo dijo: es una red con peces buenos y malos, un campo con trigo y cizaña. El Papa Juan Pablo II, que nos mostró el verdadero rostro de la Iglesia en los numerosos beatos y santos que proclamó, también pidió perdón por el mal causado en el transcurso de la historia por las palabras o los actos de hombres de la Iglesia. De este modo, también a nosotros nos ha hecho ver nuestra verdadera imagen, y nos ha exhortado a entrar, con todos nuestros defectos y debilidades, en la muchedumbre de los santos que comenzó a formarse con los Magos de Oriente. En el fondo, consuela que exista la cizaña en la Iglesia. Así, no obstante todos nuestros defectos, podemos esperar estar aún entre los que siguen a Jesús, que ha llamado precisamente a los pecadores. La Iglesia es como una familia humana, pero es también al mismo tiempo la gran familia de Dios, mediante la cual él establece un espacio de comunión y unidad en todos los continentes, culturas y naciones. Por eso nos alegramos de pertenecer a esta gran familia que vemos aquí; de tener hermanos y amigos en todo el mundo. Justo aquí, en Colonia, experimentamos lo hermoso que es pertenecer a una familia tan grande como el mundo, que comprende el cielo y la tierra, el pasado, el presente y el futuro de todas las partes de la tierra. En esta gran comitiva de peregrinos, caminamos junto con Cristo, caminamos con la estrella que ilumina la historia.
«Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron» (Mt 2, 11). Queridos amigos, esta no es una historia lejana, de hace mucho tiempo. Es una presencia. Aquí, en la Hostia consagrada, él está ante nosotros y entre nosotros. Como entonces, se oculta misteriosamente en un santo silencio y, como entonces, desvela precisamente así el verdadero rostro de Dios. Por nosotros se ha hecho grano de trigo que cae en tierra y muere y da fruto hasta el fin del mundo (cf. Jn 12, 24). Está presente, como entonces en Belén. Y nos invita a la peregrinación interior que se llama adoración. Pongámonos ahora en camino para esta peregrinación, y pidámosle a él que nos guíe.
Amén.
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» Se puede criticar mucho a la Iglesia. Lo sabemos, y el Señor mismo nos lo dijo: es una red con peces buenos y malos, un campo con trigo y cizaña». La connotación y el contexto de las palabras del Benedicto XVI nada tiene que ver con el título el que además poco tiene que ver con el texto.En modo alguno habilita a una critica libre a la Iglesia reñida con el Código de Derecho Canónico y con lo que la doctrina afirma sobre el disenso.
Sería oportuno que por seriedad cambien el título
El titular entrecomillado no responde a las palabras literales del Benedicto XVI, ni a la intención del papa al pronunciar el discurso. La frase literal es la que señala ‘ricardo’ y se recoje en el texto completo.
Un poco más adelante dice Benedicto XVI:
«De este modo, también a nosotros nos ha hecho ver nuestra verdadera imagen, y nos ha exhortado a entrar, con todos nuestros defectos y debilidades, en la muchedumbre de los santos que comenzó a formarse con los Magos de Oriente.»
Justo lo contrario de lo parece ser la línea de este portal.
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Dicho lo cual, el texto completo presentado es correcto y se puede ver en la web del Vaticano. Merece la pena leerlo.
https://w2.vatican.va/content/benedict-xvi/es/speeches/2005/august/documents/hf_ben-xvi_spe_20050820_vigil-wyd.html
En la Salette, aparición aprobada por la Iglesia, la Virgen habló sobre la Iglesia, en un tono similar a como se dirigió Jesucristo a la jerarquía de su tiempo. Copio un fragmento. «Los Sacerdotes, Ministros de mi Hijo, los Sacerdotes…, por su mala vida, por sus irreverencias e impiedad al celebrar los santos misterios, por su amor al dinero, a los honores y a los placeres, se han convertido en cloacas de impureza. ¡Sí!… ¡Ay de los sacerdotes y personas consagradas a Dios que por sus infidelidades y mala vida crucifican de nuevo a Mi Hijo! Los pecados de las personas consagradas a Dios claman al Cielo… No no se encuentra nadie que implore misericordia y perdón para el Pueblo. Ya no hay almas generosas ni persona digna de ofrecer la víctima sin mancha al Eterno, en favor del mundo… ¡Ay de los habitantes de la Tierra…! ¡Los jefes, los conductores del Pueblo de Dios, han descuidado la oración y la penitencia, y el demonio ha oscurecido sus inteligencias, se han convertido en estrellas errantes que el viejo diablo arrastrará con su cola para hacerlos perecer.» Aparte está la profecia sobre la perdida de fe de Roma, para convertirse en la sede del Anticristo. Seguro que esa profecia, dicha por un catolico, romperia algun articulo del Codigo de derecho canónico, pero no lo dijo cualquiera.
Obviamente la Virgen no rompe ninguna norma valida de la Iglesia. Solo que habrá quen no lo crea.
El Problema No Son las Críticas… Sino La Incapacidad de la Iglesia de Enmendar y Reformarse Así Misma. Hay Mucha Gente Con Intereses Personales y Poder Gobernandola. Y No Escuchan a los Profetas de Dios… Solo Se Escuchan Así Mismos: Escribas; Fariseos y Nicolaístas de Estos Tiempos.
La Misión de la Verdadera Iglesia es «Divinizar lo Humano». Los Lobos Vestidos de Corderos Sólo Insisten en Humanizar lo Divino.
La Primera y Verdadera Iglesia Oraba y Descendía el Espíritu Santo; Ungía, Liberaba y Sanaba a «Todos los Enfermos» [Signos que Acompañan a los que Creen en el Evangelio de Cristo]… Ahora Se Habla y Se Habla y Se Habla… y en Mucho Hablar Siempre Hay Algo de Culpa.
El primer Ricardo por orden de aparición no es el que opinaba a las 5.06 y a las 5.16
Código de Derecho Canónico: Obligaciones y derechos de todos los fieles. La web Ius Canonicum nos dice que son los deberes y derechos, por lo tanto, de todo católico, laico, sacerdote y religioso. Canon 212,3 : «·Tiene el derecho, Y A VECES INCLUSO EL DEBER, en razón de su propio conocimiento, competencia y prestigio, de manifestar a los Pastores sagrados su opinión sobre aquello que pertenece al bien de la Iglesia y de manifestar a los demás fieles, salvando siempre la integridad de la fe y de las costumbres, la reverencia hacia los Pastores, y habida cuenta de la utilidad común y de la dignidad de las personas».
Maria R: Pero si ya te había facilitado en reiteradas oportunidades ese. Espero que en tus críticas guardes «la reverencia a los pastores» y en particular al Romano Pontífice. Asimismo tengas en cuenta «la utilidad común» lo que implica no causar divisiones innecesarias en la Iglesia. Para lo cual te recomiendo las palabras de Juan Pablo II sobre el disenso teológico.
Ni que decir tiene , que la critica puede ser una forma de amor -si cabe mas elevada-. Es mucho mas facil y comodo asumir las arbitrariedades, errores de la autoridad «miltar por supuesto».
Pueden ser oportunas estas hermosas palabras del gran medico humanista Gregorio Marañon respectoo a la Medicina:
Yo respeto la Medicina, porque la amo, y es el amor la fuente suprema del culto, en lo humano como en lo divino. Pero el amor es también, o debe ser también critica…
…Solo cuando desmenuzamos en el objeto amado cuanto tiene de deleznable, acertamos a encontrar, allá en el fondo, lo que tiene de imperecedero.”
RICARDO Y RMN05
Hay que ver que paladar tan exquisito teneis para analizar el artículo, y que tragaderas de sapo para comeros el que los amancebados pueden comulgar en pecado. Mira que habéis escrito bobadas sobre muchas cosas pero ninguna para denunciar algo tan claro y tan sencillo. ¿Cómo se os ocurre venir a dar lecciones de nada si os parece bien que se pueda comulgar en pecado? ¿Sois retrasados o pensáis que lo somos nosotros? Nosotros ya os lo avanzo no lo somos. Y vosotros solo teneis dos posibilidades o medio lelos, o cínicos.
ricardo: Utilidad: «Capacidad que tiene algo de servir o de ser aprovechado para un fin determinado». ¿Cual es la utilidad común principal de la Iglesia?. Pues la de ser el camino que nos lleva a la salvación, transmitiéndonos íntegramente el depósito de la fe y administrándonos los sacramentos. Si alguien dice que se puede ir por un atajo y que se puede modificar el depósito de la fe y recibir la Sagrada Eucaristía sin estar en gracia de Dios, la obligació de laicos y sacerdotes es decirlo a los Pastores y a los demás fieles y este deber u obligación es tanto más imperioso cuanto mayor sea el conocimiento, consideración y prestigio que se tenga dentro de la Iglesia y de la Jerarquía, Por eso los Cardenales de la Dubia sólo cumplieron con su deber sagrado y los que no lo hicieron en realidad han cometido una dejación de funciones. La salvación es la tarea más importante del hombre en esta vida, porque como decía S. Agustín «Dios que te creó sin ti, no te salvará sin ti». En cuanto a S. Juan Pablo II y el disenso teológico basta con hacerse una pregunta: ¿Qué hizo nuestro Santo Papa ante el disenso teológico de los jesuitas ?. Pues los amenazó con la disolución de la Orden. Porque S. Juan Pablo II sabía muy bien que nada hay más importante que Dios.
MARÍA R: «Si la convergencia y los conflictos de opinión pueden constituir expresiones normales de la vida pública en el contexto de una democracia representativa, la doctrina moral no puede depender ciertamente del simple respeto de un procedimiento; en efecto, ésta no viene determinada en modo alguno por las reglas y formas de una deliberación de tipo democrático. El disenso, mediante contestaciones calculadas y de polémicas a través de los medios de comunicación social, es contrario a la comunión eclesial y a la recta comprensión de la constitución jerárquica del pueblo de Dios». San Juan Pablo II (VS)
Cuánta razón tenía y tiene San Juan Pablo II, en cita recogida por Ricardo. La doctrina moral no puede depender del simple respeto de un procedimiento ni viene determinada por las reglas y formas de una deliberación de tipo democrático. Por muchos obispos y cardenales que defiendan las posturas del A.L. la doctrina de la Iglesia permanece inalterable. El adulterio es pecado grave y sin arrepentiemiento no hay confesión válida ni posible acceso a la Sagrada Comunión. En virtud de qué número de apoyos, puede una persona cambiar la doctrina? Francisco no está por encima de los mandamientos de Dios.
ricardo: En el libro «La lógica de la fe: Manual de Teología Dogmática» se dice que «disenso teológico» es como se dió en llamar a los conflictos y tensiones que surgieron después del Concilio Vaticano II entre los teólogos y el magisterio de los pastores. En el libro «Iniciación a la Teología» se dice que el «disenso teológico» supondría la libertad del teólogo para poner en duda e incluso rechazar las enseñanzas no estrictamente infalibles del magisterio, especialmente en lo relativo a las normas morales particulares. Y el profesor Jose Luis Illanes en su «Instrucción sobre la vocación eclesial del teólogo» (1999) dice que por «disenso teológico» se entiende la actitud de «oposición sistemática» (…) más exactamente la consideración de la actividad científico teológica como instancia suprema en orden a juzgar de la verdad de la fe o, al menos, como instancia autónoma que puede contraponerse en pie de igualdad («magisterio paralelo») a la función magisterial ejercida por la autoridad eclesiástica. El. debate versa no ya sobre las cuestiones jurídico-disciplinares, ni tampoco, meramente, sobre la libertad de investigación, de discusión y de crítica, sino, antes y mucho más radicalmente, sobre la naturaleza de la verdad, también de la verdad cristiana, y sobre el ser de la Iglesia. En la raíz del fenómeno del disenso se encuentra la ideología del liberlismo filosófico». En el libro «Ser cristiano en la era neopagana» escrito por Joseph Ratzinger en el Apéndice se dice que «Ratzinger al frente de la Congregación para la Doctrina de la Fe ha tenido que abordar algunos de los episodios más polémicos del llamado «disenso teológico»: los casos Küng, Boff y Curran «. Esto es lo que realmente significa el disenso teológico. Por otro lado, como puede leerse en el libro»Autoridad y Libertad de la Iglesia» en su capítulo denominado «El disenso y los derechos de los fieles» se nos dice que «El sacerdocio católico es ministerial por naturaleza: se ha instituido para servir. Tiene por consiguiente el derecho de servir. El sacerdote ha sido elegido para servir. Para el sacerdote servir no es solo un derecho sino también una obligación, porque también las obligaciones derivan de la naturaleza. La libre aceptación de la llamada al sacerdocio implica la libre aceptación de las obligaciones que acompañan al sacerdocio como la obediencia (can 273) o el celibato (can 277). Por lo que se refiere a la misión de enseñar, el sacramento del Orden confiere el derecho a enseñar, pero no el derecho a enseñar cualquier cosa o a enseñar como se quiera. Por el contrario, este derecho queda condicionado por la obligación
-libremente asumida- de enseñar áquello que el magisterio presenta como la auténtica doctrina católica. El Código de Derecho Canónico afirma en su cánon 760 que : «Ha de proponerse íntegra y fielmente el misterio de Cristo en el ministerio de la Palabra, que se debe fundar en la sagrada Escritura, en la Tradición, en la liturgia, en el Magisterio y en la vida de la Iglesia». (…) Si el sacerdote tiene especial obligación de servir, es porque otras personas- el resto de fieles cristianos- tienen un especial derecho a su servicio. Esta es la razón por la cual el disenso en cuestiones de fe o moral no es nunca, una cuestión puramente personal. DISENTIR DE LA DOCTRINA CATÓLICA, EN EL CASO DE UN SACERDOTE , ACARREA NECESARIAMENTE CONSECUENCIAS NO SOLAMENTE EN SU FE PERSONAL Y EN SU COMUNIÓN CON CRISTO, SINO TAMBIÉN, Y DE MODO ESPECIAL, EN LA FE Y EN LA VIDA DE AQUELLOS A QUIENES ESTÁ LLAMADO A SERVIR. LOS DERECHOS DE ESTOS PUEDEN QUEDAR VIOLADOS POR ESTE DISENSO. NO TODOS LOS SACERDOTES PUEDEN DICTAR LEYES. PROPIAMENTE SÓLO EL PAPA Y LOS OBISPOS PUEDEN DICTARLAS; E, INCLUSO EN ELLOS, EL PODER DE LEGISLAR ESTÁ SUJETO A GRANDES LIMITACIONES YA QUE NO PUEDEN EMITIR LEYES QUE VAYAN CONTRA LA LEY NATURAL O LA LEY DADA POR CRISTO. SON, FUNDAMENTALMENTE, GUARDIANES Y SERVIDORES DE LA LEY DE CRISTO». Por lo tanto, cuando un católico es fiel a la doctrina verdadera de la Iglesia, que es la de ayer, hoy y mañana, porque la verdad es inmutable y no puede cambiar nunca, NO se puede hablar de disenso por parte de esos católicos. Evidentemente S. Juan Pablo II se refiere al disenso de los que discrepan de la verdadera doctrina de la Iglesia que es la que lleva siglos retransmitiendo íntegramente como depositaria de la fe por voluntad de Cristo.
MARIA R: Cuidado con atribuirte que estás en la doctrina segura, cuidado con atribuirte que tu tiene la Verdad
María R. Cuidado con atribuirte que estás en la doctrina segura cuando criticas al Santo Padre abierta o solapadamente. Es claro que San Juan Pablo II te hace un claro llamado de atención; te ha marcado un límite. Aceptarlo o no es tu decisión. En mi opinión, que poco importa, estás haciendo exactamente lo contrario por más que pretendas justificarlo. De allí que María R, no estás en la verdad cuando criticas tanto al Romano Pontífice.
Cuando se cumpla la profecia de La Salette, Roma perderá la fe y será la sede del anticristo. En esas circunstancias, quien ostente la silla de Pedro, no estará en la verdadera fe. Será quien le obedezca quien perderá su alma, por fiarse de un cargo, como tal cargo, sin fijarse en su doc trina. Y criticar a ese falso papa será lo correcto, por mucha apariencia que tenga. Ya estamos en los tiempos finales y quien no ve o no quiere ver o es ciego.
Pastor Aeternus
Hace algunos años se publicó un extenso artículo (8) que interpretaba el capítulo de la constitución Pastor Aeternus del Concilio Vaticano I en el sentido de que un pontífice no puede incurrir en herejía personal (no puede perder la virtud de la fe). En esencia, el autor sostenía que el Concilio Vaticano I elevó a la categoría de dogma la opinión de San Roberto Belarmino y Alberto Pighius (el cual sostenía que un papa no puede perder la fe personal), y que en consecuencia ya no se podía defender la opinión contraria.
Sin un análisis detallado de la novedosa interpretación del Concilio Vaticano I que hace el autor (y que, que yo sepa, no comparte nadie), nos limitaremos a decir que su interpretación privada de la mencionada constitución contradice resueltamente la interpretación oficial del documento emitido por el Concilio.
En su conocida disertación de cuatro horas pronunciada durante el Concilio, el obispo Vincent Gasser, portavoz oficial de la Comisión de Doctrina, afirmó que no es exactamente eso lo que el documento pretendía enseñar. Durante la disertación, que proporcionó a los padres conciliares la interpretación oficial del documento según la Iglesia, el obispo Gasser respondió a lo que denominó “una objeción muy grave que se ha presentado en este estrado, hasta el punto de querer elevar la opinión extremista de cierta escuela teológica al rango de dogma de fe”. ¿Cuál era esa opinión extremista? Seguidamente explicó:
“Por lo que se refiere al borrador, la Comisión ha sido injustamente acusada de proponer una opinión extremista, a saber la de Alberto Pighius, a la categoría de dogma. La opinión de Pighius, que Belarmino ciertamente llama ‘pía y probable’, era que el Papa, a título personal o como maestro privado, podía incurrir en error a causa de cierta ignorancia, pero que jamás podía caer en herejía o enseñarla.” (9)
Tras citar el texto en el que San Roberto Belarmino concuerda con la opinión de Pighius, Gasser concluye con estas palabras: “Es evidente que la doctrina contenida en el capítulo [de Pastor Aeternus] no es la de Alberto Pighius ni la opinión extremista de ninguna escuela…” (10)
En resumidas cuentas, la hipótesis de que un pontífice incurra en herejía personal o incluso pública no es contraria a la enseñanza del Concilio Vaticano I si se interpreta según el sentir de la Iglesia. Esto explica por qué el manual de teología dogmática de monseñor Van Noort, publicado muchas décadas después del Concilio, señaló: “Algunos teólogos competentes admiten que, cuando no habla ex cathedra, el Sumo Pontífice puede incurrir en herejía formal.” (11) Está claro que ni monseñor Van Noort ni los “teólogos competentes” a los que hace alusión consideraban que esta doctrina discrepaba del capítulo IV de Pastor Aeternus.xxxxxxEn comentario aparte, fuente cita.
Che RICARDO… AMIGOS ES FACIL NO LE CONTESTEN A RICARDO. CUANDO EL ESCRIBA PONGAN NO LE CONTESTEN…. NO GASTEN TIEMPO EN EL. HAY OTROS QUE LO NECESITAN. PERO ACLAREN ESO O PONGAN RICARDO TROLL LO QUE FUERE. PERO NO PIERDAN EL TIEMPO…. JUDAS ES JUDAS.
ricardo: Sé que estoy en la doctrina segura y sé que tengo la Verdad. Además, sin duda alguna. ¿Por qué? Porque no es mi doctrina, sino la doctrina de la Iglesia Católica, la que fue revelada por Cristo a los Apóstoles y la que la Iglesia ha transmitido fielmente desde hace 20 siglos. Y porque no es mi verdad, sino la Verdad de Cristo. Yo sólo hago «obediencia de fe». Además, estoy impermeabilizada desde hace años frente al disenso de algunos sacerdotes católicos en sus homilías dominicales. Y estoy segura que mi comunión doctrinal con S. Juan Pablo II no sólo es plena, sino que su doctrina es mi guía para discernir errores actuales.
Bueno es tu interpretación de la Doctrina Católica. Nada más. No monopolices la verdad. Si sigues a Juan Pablo II habrás leído su libro sobre matrimonio y responsabilidad sexual que establece una moral personalista. Tambien te tencolumnarás detrás de S JP II en su doctrina sobre el cuidado del planeta. Son cuestiones de interpretación como siempre dentro de ciertos límites.
ricardo: ¿Y has leído tú lo que dice S. Juan Pablo II sobre la comunión de los divorciados vueltos a casar?. Por otro lado en Veritatis Splendor dice S. Juan Pablo II: «No es lícito establecer legítimamente unas excepciones a la regla general y permitir así la realización práctica, con buena conciencia, de lo que está calificado por la ley moral como intrínsecamente malo».
María R. No cambies de tema. San Juan Pablo II te ha marcado un límite clarísimo en tus criticas al Santo Padre. Está en tus manos aceptar el criterio de San Juan Pablo II o no.. Tu verás si lo respetas o no. Lo demás, son cuestiones que no están sometidas a debate.
Además en este foro reina el síndrome de la «familia perfecta» tan tratado en psicología. A lo que se suma – solo te basta mirar – los insultadores seriales a los que no contesto.