Chaput: ‘El futuro pertenece a las personas con hijos’

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Fuente: Cathopic.com

En una conferencia en el Napa Institute, el arzobispo de Filadelfia explicaba: «Cuando los jóvenes me preguntan cómo cambiar el mundo, les digo que se amen, se casen, se mantengan fieles los unos a los otros, tengan muchos hijos y eduquen a esos niños para que sean hombres y mujeres de carácter cristiano.»

Javier Lozano / ReL Charles J. Chaput es uno de los obispos más activos y con mayor carisma de Estados Unidos. El arzobispo de Filadelfia, de ascendencia de la tribu de los piel roja, es un destacado promotor de la nueva evangelización y de la implicación de los católicos en la vida pública.

En una conferencia pronunciada el pasado 27 de julio en el Napa Institute, que forma a líderes católicos, el arzobispo Chaput hizo una interesante disertación sobre la situación actual del mundo actual y de la respuesta que los católicos deben dar ante esta situación histórica.

«Nuestras decisiones son importantes»

“Mi objetivo hoy es hablar de lo que viene para ofrecer algunas reflexiones sobre cómo vivir como católicos en un mundo que puede parecer radicalmente nuevo. Hay buenas noticias y no tan buenas”, comenzaba.

El arzobispo estadounidense afirmaba que “la no tan buena noticia” es que un mundo “nuevo” no significa que “sea bueno o incluso un poco mejor”. La buena noticia, según Chaput, es que “hacemos el mundo. San Agustín dijo que no sirve de nada quejarse de los tiempos, porque somos los tiempos. Nuestras acciones son importantes. Nuestras decisiones importan. Nuestras vidas son importantes. Es a través de nosotros que Dios actúa en la sociedad y el Evangelio de Jesucristo es llevado adelante”.

¿Cambiará algo para mejor si hacemos esto? El arzobispo, perteneciente a la orden franciscana, considera que “nuestra historia –a pesar de todos sus desafíos- es realmente un momento privilegiado para los cristianos”.

«Este no es tiempo para retirarse del mundo»

Y en este punto hace un llamamiento importante a los católicos. “Este no es un tiempo para retirarse del mundo. Necesitamos involucrar al mundo y convertirlo”. A su juicio, la única manera de crear un nuevo mundo en la cultura actual es “vivir nuestras vidas alegre y fructíferamente, como individuos gobernados por convicciones mayores que nosotros mismos y compartido con personas que conocemos y amamos. Es un camino que es muy simple y muy difícil al mismo tiempo. Pero es la única manera de hacer una revolución que importa”.

«Amaos, casaos y tened muchos hijos»

De este modo, Chaput proseguía su conferencia afirmando que “cuando los jóvenes me preguntan cómo cambiar el mundo, les digo que se amen, se casen, se mantengan fieles los unos a los otros, tengan muchos hijos y eduquen a esos niños para que sean hombres y mujeres de carácter cristiano. La fe es una semilla. No florece durante la noche. Se necesita tiempo, amor y esfuerzo”.

“El dinero es importante, pero nunca es lo más importante. El futuro pertenece a las personas con hijos, no a las cosas. Las cosas se oxidan y se rompen. Pero cada niño es un universo de posibilidades que llega a la eternidad, conectando nuestros recuerdos y nuestras esperanzas en un signo del amor de Dios a través de las generaciones. Eso es lo que importa. El alma de un niño es para siempre”, sentenciaba el prelado estadounidense.

«La cara de Europa en 100 años»

En su radiografía de la sociedad actual, agregaba que “si quieres ver la cara de Europa en 100 años, salvo un milagro, mira a los rostros de los jóvenes inmigrantes musulmanes. El Islam tiene un futuro porque el Islam cree en los niños. Sin una fe trascendente que haga que la vida valga la pena vivir, no hay razón para tener hijos. Y donde no hay niños, no hay imaginación, no hay razón para sacrificar, y no hay futuro. Al menos seis de los líderes nacionales más antiguos de Europa no tienen hijos. Su mundo termina con ellos. Es difícil evitar la sensación de que gran parte de Europa ya está muerta o moribunda sin saberlo”.

El arzobispo de Filadelfia considera que todavía hay tiempo y que lo hagamos o dejemos de hacer tiene consecuencias. Así, explicó que “el infierno ha sido descrito de muchas maneras, desde una burocracia sin alma, hasta un horno de fuego, hasta un lago de hielo. Pero creo que CS Lewis lo describió mejor en una de sus novelas cuando dice que el infierno es ruido. Si eso es verdad, y creo que sí, entonces gran parte de la vida moderna que compartimos, también la hacemos infernal, llenándola de discordia, confusión y ruido. Cada día, cada una de nuestras elecciones es un ladrillo en la estructura del cielo o el infierno que estamos construyendo para nosotros mismos en la próxima vida. Y nunca lo entenderemos a menos que apaguemos el ruido que nos rodea en ansiedades y apetitos del consumidor”.

Estar presentes en el mundo actual, también en la política

Por ello, los católicos deben avanzar con fuerza en sus “ministerios sociales”, que son “expresiones vitales de la caridad cristiana. También significa estar y permanecer involucrados políticamente. Nunca podremos construir el cielo en la tierra. Pero podemos hacer de este mundo, al menos, un poco más amoroso, libre, misericordioso y justo debido a nuestras acciones en la plaza pública”.

Por último, Chaput quiso acabar su intervención contando esta historia con un importante trasfondo:

“Un amigo mío fue estudiante en Francia en 1967-68 en la Universidad Católica del Oeste. Y un día su clase visitó un castillo en el Valle del Loira. El profesor los llevó a una habitación con un enorme tramo de tela colgante. Y en la tela había cientos de nudos feos y enredos de hilos sueltos en un caos de formas confusas que tenían muy poco sentido. Y el docente dijo: ‘Esto es lo que vio el artista mientras trabajaba’.

El día que veremos el bien que hayamos hecho

»Entonces el profesor llevó a mi amigo al otro lado para ver la parte delantera de la tela. Y lo que vieron era el gran Tapiz del Apocalipsis de San Juan, la historia del Libro del Apocalipsis en 90 paneles inmensos. Creado entre 1377 y 1382, es una de las expresiones más impresionantes y hermosas de la civilización medieval, y entre los mayores logros artísticos de la herencia europea.

»Aquí está el punto. No vemos los efectos completos del bien que hacemos en esta vida. Tanto de lo que hacemos parece un enredo de frustraciones y fracasos. No vemos – en este lado del tapiz – el patrón de significado que nuestra fe teje. Pero un día estaremos de pie al otro lado. Y ese día, veremos la belleza que Dios nos ha permitido añadir a la gran historia de su creación, la revelación de su amor que va de edad en edad, no importa cuán buenos o malos sean los tiempos. Y por eso nuestras vidas son importantes”.

Si quiere leer la conferencia íntegra de monseñor Chaput (en inglés) puede hacerlo pinchando AQUÍ

(Artículo publicado originalmente por Javier Lozano en Religión en Libertad)

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Comentarios
9 comentarios en “Chaput: ‘El futuro pertenece a las personas con hijos’
  1. Decir de manera indiscriminada que el matrimonio tiene que estar «abierto a la vida» es un peligro.
    Desde la Iglesia y la pastoral que hacemos, ¿nos hemos preguntado si todos los candidatos al matrimonio valen para vivir en pareja y educar con criterio y cierta integridad de vida a niños y adolescentes? Parece que uno se casa y ya vale para todo. ¿Tenemos en cuenta la situación REAL de cada pareja (salud, convivencia, salubridad, etc)
    ¿Y de economía porqué no se habla? No se trata de obsesionarse con el dinero, pero ya me direis cuántos hijos se pueden traer al mundo con salarios mileuristas y con casas pequeñas e hipotecadas……..
    Y no se trata de apoyar indiscriminadamente el anticoncepcionismo (el aborto nunca), pero creo que desde la Iglesia habría que pisar más los pies en la tierra cuando se tratan estos temas y ser más realista.

  2. En contraposición, Sanchez Sorondo, en consonancia plena con el papa Francisco, dice que, en aras de la ecología y el desarrollo sostenible, hay que tener un hijo, como máximo dos. Pasar de ahí es de conejos, en infeliz frase francisquita. ¿ A quién hay que hacer caso ? Yo lo tengo muy claro, haz lo contrario de lo que te dice Francisco y acertarás.

  3. Monseñor Escriba y Kiko Arguello verdaderos discipulos de Cristo profundizan en la generosidad en la apertura de la vida..y en el amor de los esposos todo en la confianza de Dios…y no se equivocaron puesto que esos esposos que escucharon con esperanza sus homilias hoy han formado familias numerosas que se extendienden a nuevas generaciones.. donde reina Cristo… familias solidarias qque carapultan a sus miembros a una mejor vida..cuando los niños pasan a ser jovenes y tienen posibilidad de trabajar… del sacrificio y la fe a una gran fecundidad.
    Hay que admirarse de esas familias numerosas y hasta con envidia de la buena…es es el plan original de nuestro Dios.. rodearnos de amor de los que son nuestros huesos y nuestra sangre.

  4. Una parte de la homilia de San Josemaria 1970…(tiempos de silencio de la Iglesia cuando se promovia la pastilla anticonceptiva)

    «Esa autenticidad del amor requiere fidelidad y rectitud en todas las relaciones matrimoniales. Dios, comenta Santo Tomás de Aquino, ha unido a las diversas funciones de la vida humana un placer, una satisfacción; ese placer y esa satisfacción son por tanto buenos. Pero si el hombre, invirtiendo el orden de las cosas, busca esa emoción como valor último, despreciando el bien y el fin al que debe estar ligada y ordenada, la pervierte y desnaturaliza, convirtiéndola en pecado, o en ocasión de pecado.

    La castidad —no simple continencia, sino afirmación decidida de una voluntad enamorada— es una virtud que mantiene la juventud del amor en cualquier estado de vida. Existe una castidad de los que sienten que se despierta en ellos el desarrollo de la pubertad, una castidad de los que se preparan para casarse, una castidad de los que Dios llama al celibato, una castidad de los que han sido escogidos por Dios para vivir en el matrimonio

    ¿Cómo no recordar aquí las palabras fuertes y claras que nos conserva la Vulgata, con la recomendación que el Arcángel Rafael hizo a Tobías antes de que se desposase con Sara? El ángel le amonestó así: Escúchame y te mostraré quiénes son aquellos contra los que puede prevalecer el demonio. Son los que abrazan el matrimonio de tal modo que excluyen a Dios de sí y de su mente, y se dejan arrastrar por la pasión como el caballo y el mulo, que carecen de entendimiento. Sobre éstos tiene potestad el diablo.

    No hay amor humano neto, franco y alegre en el matrimonio si no se vive esa virtud de la castidad, que respeta el misterio de la sexualidad y lo ordena a la fecundidad y a la entrega. Nunca he hablado de impureza, y he evitado siempre descender a casuísticas morbosas y sin sentido; pero de castidad y de pureza, de la afirmación gozosa del amor, sí que he hablado muchísimas veces, y debo hablar.

    Con respecto a la castidad conyugal, aseguro a los esposos que no han de tener miedo a expresar el cariño: al contrario, porque esa inclinación es la base de su vida familiar. Lo que les pide el Señor es que se respeten mutuamente y que sean mutuamente leales, que obren con delicadeza, con naturalidad, con modestia. Les diré también que las relaciones conyugales son dignas cuando son prueba de verdadero amor y, por tanto, están abiertas a la fecundidad, a los hijos.

    Cegar las fuentes de la vida es un crimen contra los dones que Dios ha concedido a la humanidad, y una manifestación de que es el egoísmo y no el amor lo que inspira la conducta. Entonces todo se enturbia, porque los cónyuges llegan a contemplarse como cómplices: y se producen disensiones que, continuando en esa línea, son casi siempre insanables.

    Cuando la castidad conyugal está presente en el amor, la vida matrimonial es expresión de una conducta auténtica, marido y mujer se comprenden y se sienten unidos; cuando el bien divino de la sexualidad se pervierte, la intimidad se destroza, y el marido y la mujer no pueden ya mirarse noblemente a la cara.

    Los esposos deben edificar su convivencia sobre un cariño sincero y limpio, y sobre la alegría de haber traído al mundo los hijos que Dios les haya dado la posibilidad de tener, sabiendo, si hace falta, renunciar a comodidades personales y poniendo fe en la providencia divina: formar una familia numerosa, si tal fuera la voluntad de Dios, es una garantía de felicidad y de eficacia, aunque afirmen otra cosa los fautores equivocados de un triste hedonismo.»

  5. KIKO ARGÙELLO nos habla de la familia numerosa

    «Europa se juega su futuro sobre la familia cristiana. La realidad es que no nacen hijos y falta el cambio generacional. Basta con estudiar un poco lo que sucede en el norte de Europa, donde las familias están prácticamente destruidas. Es una sociedad en la que la gente está sola y esto afecta a la economía porque, por ejemplo, consumen sólo un tipo de alimentos y el comercio se estanca. En una familia con cinco hijos los niños necesitan zapatos, camisas, etcétera. Toda la industria, la economía, se regenera. La familia educa a los hijos en el amor y en la solidaridad hacia los demás. Es algo de sentido común. Pero, ¿qué está sucediendo en la Europa de hoy? Queremos también dar un testimonio por encima de lo religioso, es decir, desde el punto de vista humano.

    –Y estos dos puntos de vista…
    –Para una sociedad equilibrada es importante la familia porque es la célula fundamental. Hay que recordar que el Papa Pablo VI, en la «Humanae Vitae», señala que todo acto conyugal tiene que ser abierto a la vida. Es un sacramento donde se hace presente el Espíritu Santo. La Iglesia considera el tálamo nupcial como un altar, porque es donde se da lugar a la vida humana. ¿Cómo es posible que en nuestra sociedad, en la que vivimos hoy, continúen matando niños, por ejemplo, mediante el aborto? Es inaudito. 

    –¿Se ha perdido conciencia de lo que es el matrimonio?
    –Es importante conocer todas las catequesis de Juan Pablo II que hablan sobre la Teología del Cuerpo en la que explica la maravilla de la sexualidad, que en el cristianismo es algo santo. Es el respeto al cuerpo. Cuando se obliga al cuerpo a hacer un acto contrario al plan de Dios la misma naturaleza se altera. Esto sucede porque la naturaleza quiere dar la vida, no matarla y Dios ha querido mostrar el amor que tiene a la humanidad en un sacramento: el matrimonio. Por eso, Dios se muestra ante el pueblo de Israel como el esposo y cuando Moisés les lleva desde Egipto al Monte Sinaí lo presenta como una esposa y realiza un acto esponsal con él. Los rabinos señalan que la Alianza en el Monte Sinaí es la «ketubbah» –contrato matrimonial en hebreo-, los diez mandamientos. Estos son los fundamentos de nuestra civilización judeocristiana que ya se han destruido.»

  6. Bellisimas palabras y sobre todo nitidas, transparentes y luminosas, como estabamos acostumbrados antes , a escuchar siempre dentro de la Iglesia.

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