Hallazgo arqueológico en Tierra Santa corrobora episodio narrado en la Biblia

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Se trata de la quema y conquista de Jerusalén perpetrada hace más de 2600 años por un comandante de la guardia de Nabucodonosor, rey de Babilonia.

Un grupo de científicos realizó un hallazgo arqueológico en Tierra Santa que corrobora un episodio narrado en unos versículos bíblicos.

Se trata de la quema y conquista de Jerusalén perpetrada hace más de 2600 años por un comandante de la guardia de Nabucodonosor, rey de Babilonia. Este suceso es narrado en el libro de Jeremías 52, 13-34, en el Antiguo Testamento.

El pasaje indica que el entonces rey de Jerusalén, Sedecías, fue apresado y llevado a Babilonia, y que los judíos fueron deportados.

También señala que el comandante de la guardia, Nebuzaradán, “incendió la Casa del Señor, la casa del rey y todas las casas de Jerusalén, y prendió fuego a todas las casas de los nobles. Después, el ejército de los caldeos que estaba con el comandante de la guardia derribó todas las murallas que rodeaban a Jerusalén”.

A fines del pasado mes de julio, un grupo de arqueólogos del Instituto Weizmann y la Autoridad de Antigüedades de Israel (IAA por sus siglas en inglés) encontraron en la zona este de Jerusalén varios huesos, estatuillas, madera, semillas y vasijas de cerámica que estaban cubiertos de ceniza y presentaban huellas de quemaduras.

El co director del IAA, el arqueólogo Joe Uziel, explicó en un comunicado publicado en el sitio web de la organización que también se pudo determinar la época a la que pertenecían los restos, ya que las vasijas de cerámica tenían un sello con diseño de rosetón.

Indicó que estos sellos son característicos del final del periodo del primer templo de Jerusalén y que eran utilizados por el sistema administrativo que se desarrolló hacia el final de la dinastía Judea, cuyo último rey fue Sedecías.

“La clasificación de los objetos facilitó el control, supervisión, recolección, comercialización y almacenamiento de los rendimientos de los cultivos. El rosetón, en esencia, reemplazó el sello del rey que se utilizó en el sistema administrativo anterior”, indicó Uziel.

En un video realizado por la IAA para explicar el hallazgo, Uziel destacó que los edificios donde estaban estos restos “no fueron destruidos en un solo evento. Parece que algunos fueron destruidos y otros abandonados”.

Por otro lado, el arqueólogo de origen israelí manifestó que este descubrimiento, realizado tras cuatro meses de excavaciones, se relaciona con el de la arqueóloga británica Kathleen Kenyon, que durante la década de 1960 encontró en ese mismo lugar las ruinas del primer templo de Jerusalén, que data de la época del mandato del rey Sedecías.

(Artículo publicado originalmente en Aciprensa)

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Comentarios
5 comentarios en “Hallazgo arqueológico en Tierra Santa corrobora episodio narrado en la Biblia
  1. La Biblia es una mezcla de hechos históricos con mitos (no creo que nunca encuentren restos de una serpiente con un aparato fonador que le permite hablar), pero enconcreto la toma de Jerusalén por Nabucodonosor hace mucho que estaba comfirmada.
    Sucede como con la Iliada, nunca han existido los dioses que aparecen en ella pero la guerra y la existencia de algunos personajes está confirmada por la arqueologia y los archivos diplomaticos de los hititas, son obras en los que se mezcla ficción con realidad

  2. Sobre la destruccion del primer templo se trata de un castigo leccion al Pueblo Judio , pues podia adorar a otros dioses o meyclarse con gentiles o por incumplir sus mandamientos y debe purificarlo pra que aspire a la santidad ya que el Mesias nacera de ese gran Pueblo.
    Roy Schoeman judio converso nnos explica Como los judios entreven la verdadera causa del castigo de la destruccion del segundo templo, con la destruccion acaba la posibiidad de actualiyar su religion Mediante los sacrtificios.. Como cristianos sabemos que fue el rechazo a Cristo y su crucifixion

    Odio sin Causa (Yoma 9b)
    El Talmud describe la destrucción del Templo como un castigo de Dios. ¿Cuál fue el pecado por el cual la nación judía fue castigada en el año 70 DC, unos 40 años después del rechazo y crucifixión de Jesús? (del Talmud, Yoma 9b): “¿Por qué fue destruido el segundo Santuario, si en esos momentos ellos [los judíos] estaban ocupados con la Torá, los preceptos y la práctica de la caridad? Porque allí prevalecía el odio sin causa [nuestro énfasis]. “Odio sin causa” es una frase muy reveladora. Consideremos las palabras de Jesús en la Última Cena (Juan 15:18-25):
    “Si el mundo los odia, sepan que antes me odió a mí. No sería lo mismo si ustedes fueran del mundo, pues el mundo ama lo que es suyo. Pero ustedes no son del mundo, sino que yo los elegí de en medio del mundo, y por eso el mundo los odia… El que me odia a mí también odia a mi Padre… Ahora nos han visto y odiado tanto a mí como a mi Padre. Así se cumple la palabra que se puede leer en su Ley: Me odiaron sin causa alguna [nuestro énfasis].
    Cuando Jesús usa estas mismas palabras, “odiado sin causa”, para representar Su rechazo y crucifixión, Él está citando al salmo 69. Este salmo siempre ha sido visto por la Iglesia como un retrato de la Pasión de Jesús:
    – 92

    Oh Dios, sálvame… Me agoto de gritar, me arde la garganta, y mis ojos se cansan de esperar a mi Dios. Más que los cabellos de mi cabeza son los que me odian sin motivo. Son más fuertes que yo los que con calumnias me persiguen…Por tí soporté el insulto, y la vergüenza me cubrió la cara; me volví un extraño para mis hermanos, un desconocido para los hijos de mi madre. El celo de tu casa me devora, los insultos de los que te insultan recaen sobre mí…Tanta ofensa me ha partido el corazón, mi vergüenza y confusión son irremediables. Esperé compasión, pero fue en vano, alguien que me consolara, y no lo hallé. Me dieron hiel por comida, y para la sed me dieron vinagre.
    El verso “El celo de tu casa me devora” se cita en Juan 2:17 como refiriéndose a Jesús; y los Evangelios cuentan que en Su sed en la Cruz, se le dio a Jesús vino mezclado con hiel y vinagre, cumpliéndose por tanto esta profecía. De modo que cuando el Talmud atribuye la destrucción del Templo al “odio sin causa”, está denotando un don de profecía, afirmando una profunda verdad que, sin darse cuenta, confirma la identidad de Jesús como el Mesías, a pesar de no estar conscientes de este hecho. El mismo tipo de don involuntario de profecía se hizo patente en las autoridades judías cuanto justo antes de la crucifixión, Caifás, el Sumo Sacerdote judío profetizó refiriéndose a la muerte de Jesús:
    “Entonces habló uno de ellos, Caifás, que era el sumo sacerdote aquel año, y dijo: “Ustedes no entienden nada. No se dan cuenta que es mejor que muera un solo hombre por el pueblo y no que perezca toda la nación.” Estas palabras de Caifás no venían de sí mismo, sino que, como era sumo sacerdote aquel año, profetizó en aquel momento; Jesús iba a morir por la nación; y no sólo por la nación, sino también para reunir a los hijos de Dios que estaban dispersos. Y desde ese día estuvieron decididos a matarlo (Juan 11:49-53).
    El “odio sin causa” que llevó a la muerte a Jesús y a la destrucción del Segundo Templo, tal como se decía en el Talmud, es descrito ampliamente en los Evangelios. También queda de presente en una parte de la liturgia del Viernes Santo conocida como “Los Reproches” , en la que Jesús dice:
    – 93

    Pueblo mío, ¿qué te he hecho? ¿En qué te he ofendido? ¡Contéstame! ¿Es porque te saqué de la tierra de Egipto, que has llevado a tu Salvador a la cruz? Pueblo mío, ¿qué te he hecho? ¿En qué te he ofendido? ¡Contéstame! ¿Es porque te guié a través del desierto por cuarenta años y te alimenté con maná y te guié a la tierra de plenitud, que has llevado a tu Salvador a la cruz? Pueblo mío, ¿qué te he hecho? ¿En qué te he ofendido? ¡Contéstame! ¿Qué más pude haber hecho por ti? Te planté como mi viña más preciada, y te volviste la más amarga para mí, dándome a beber vinagre para la sed, y traspasando con una lanza el costado de tu Salvador. Pueblo mío, ¿qué te he hecho? ¿En qué te he ofendido? ¡Contéstame! Por tu bien azoté a Egipto a través de sus primogénitos, y tú me has azotado y traicionado.
    Pueblo mío, ¿qué te he hecho? ¿En qué te he ofendido? ¡Contéstame! Te saqué de Egipto y ahogué a Faraón en el Mar Rojo, y tú me entregaste al Sumo Sacerdote. Pueblo mío, ¿qué te he hecho? ¿En qué te he ofendido? ¡Contéstame! Abrí el mar a tu paso, y tú has abierto mi costado con una lanza. Pueblo mío, ¿qué te he hecho? ¿En qué te he ofendido? ¡Contéstame! Iba delante de ti en una columna de nubes, y tú me llevaste a la corte de Pilato. Pueblo mío, ¿qué te he hecho? ¿En qué te he ofendido? ¡Contéstame! Te sacié con maná en el desierto, y tú me has maltratado con golpes y latigazos. Pueblo mío, ¿qué te he hecho? ¿En qué te he ofendido? ¡Contéstame! Te dí a beber de la roca el agua de la salvación, y tú me has dado a beber hiel y vinagre. Pueblo mío, ¿qué te he hecho? ¿En qué te he ofendido? ¡Contéstame! Por ti golpeé al rey de los cananeos, y tú has golpeado mi cabeza con una caña? Pueblo mío, ¿qué te he hecho? ¿En qué te he ofendido? ¡Contéstame! Te dí un cetro real, y tú has colocado en mi cabeza una corona de espinas. Pueblo mío, ¿qué te he hecho? ¿En qué te he ofendido? ¡Contéstame! Te levanté con gran fuerza, y tú me has colgado de una cruz.
    – 94

    Pueblo mío, ¿qué te he hecho? ¿En qué te he ofendido? ¡Contéstame!33

  3. Sr. José:

    Es evidente que no se ha encontrado ninguna serpiente de bronce, tal como narra la Biblia, tampoco los restos de alguna sandalia utilizada por Moisés o algo parecido, pero si se ha encontrado la tumba de Caifás; si, ése que se «digno» a rasgarse las vestiduras porque Jesús de Nazareth dijo que era el Hijo de Dios, también se halló la famosa Piscina de forma trapezoidal llamada la «Probática» que narran lo Evangelios.

    Es innegable que la Biblia es una serie de libros (de ahí su término «Biblia») que recogen la Historia de un pueblo con una incipiente religión que se «divide» en dos por entonces. La Biblia no narrará a la perfección cuanto acaeció, pero si recoge HECHOS y LUGARES reales, a pesar de la diferencia del dicho al trecho, como suele decirse.

    Si existe un «registro» de HECHOS, a pesar de su divulgación distinta en su narración, es porque ocurrieron y la persistencia en la creencia de un Dios es a razón no de visiones, si no de experiencias vividas con el Ente a cual se refieren los susodichos narradores. Es más, la EXISTENCIA de Cristo, su vida, sus Hechos, sus milagros, sus DICHOS, son una confirmación de que el Antiguo Testamento es más que una simple Historia y que no se contempla ni se puede comparar como «Historia» con el resto de aquellas que conocemos.

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