En 1647 nació en un pequeño pueblo de los Alpes del sur Benoîte Rencurel. Cuando tenía tan sólo siete años, su padre murió y ella tuvo que trabajar como pastorcilla. Antes de comenzar a recorrer las montañas con el rebaño, le pide a su madre un rosario y aprovecha las jornadas para rezar, convirtiéndose en una auténtica contemplativa.

En el mes de mayo de 1664, una «hermosa señora» se aparece a Benoîte y, durante cuatro meses, la visita a diario, preparándola para su futura misión. El 29 de agosto, la Señora le revela: “Yo soy María, la Madre de mi Hijo”.
Después de un mes de ausencia, la Señora se aparece de nuevo a Benoîte para citarla al día siguiente en el cercano caserío de Laus: “Ve a Laus, allí encontrarás una capilla de la que exhalarán suaves perfumes”. Al acudir a su cita, la Virgen pide a la pastorcilla la construcción de una iglesia y una casa para los sacerdotes.

El 18 de septiembre de 1665, la autoridad diocesana permite las peregrinaciones y, poco después, comienza la construcción de una iglesia para poder acoger a los peregrinos que acudían al lugar desde hacía varios meses.
Benoîte acoge a los peregrinos que llegan a Laus, ruega por ellos y les ayuda a preparar una buena confesión. De este modo, Benoîte se convirtió en instrumento de la Misericordia Divina y Laus en un centro espiritual en el que se multiplicaron las conversiones.
Durante 54 años, la Virgen María se aparecerá a Benoîte para sostenerla en su misión. Benoîte tuvo experiencias místicas como la visión del Paraíso y de Cristo crucificado y también sufrió pruebas como violentos ataques del demonio. Falleció en 1718, a los 71 años.

Tres siglos después, en mayo de 2008, tuvo lugar la proclamación del reconocimiento oficial por parte de la Iglesia del carácter sobrenatural de las apariciones de la Virgen en el Santuario de Laus. En el año 2009, se reconocen las virtudes heroicas de la Sierva de Dios Benoîte Rencurel.
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