‘La catequesis no es un trabajo o una tarea externa, se es catequista’

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«La catequesis no es un trabajo o una tarea externa a la persona del catequista, sino que se «es» catequista y toda la vida gira entorno a esta misión». Con estas palabras, el Papa Francisco ha animado a los presentes en el Simposio Internacional de Catequética que tiene lugar en la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Católica Argentina (UCA) a profundizar en la vocación y tarea del catequista.

Según recoge AICA, el pontífice ha recordado en su mensaje a los participantes en el Simposio de Catequética que «ser» catequista es una vocación de servicio en la Iglesia y que aquellos llamados a enseñar la fe deben volver constantemente a aquel primer anuncio o «kerygma», el don que les cambió la vida. El Papa Francisco también ha exhortado a hacerse cargo de todo el potencial de piedad y amor que encierra la religiosidad popular.

En su mensaje a los catequistas, el pontífice les ha recordado que deben caminar «desde y con Cristo», dejándose mirar por Él. «Cuanto más toma Jesús el centro de nuestra vida, tanto más nos hace salir de nosotros mismos, nos descentra y nos hace ser próximos a los otros», ha recordado. Asimismo, Francisco ha animado a los catequistas a ser creativos y a buscar diferentes medios y formas para anunciar a Cristo.

A continuación, el mensaje completo del Papa Francisco a los catequistas recogido por AICA:

A Su Excelencia Mons. Ramón Alfredo Dus, Arzobispo de Resistencia,
Presidente de la Comisión Episcopal de Catequesis y Pastoral Bíblica
Vaticano, 5 de julio de 2017

Querido hermano:
Un cordial saludo a vos y a todos los que participarán en los diferentes encuentros de formación que ha organizado la Comisión Episcopal de Catequesis y Pastoral Bíblica.

San Francisco de Asís, cuando uno de sus seguidores le insistía para que le enseñara a predicar, le respondió de esta manera: «Hermano, [cuando visitamos a los enfermos, ayudamos a los niños y damos comida a los pobres] ya estamos predicando». En esta bella lección se encuentra encerrada la vocación y la tarea del catequista.

En primer lugar, la catequesis no es un «trabajo» o una tarea externa a la persona del catequista, sino que se «es» catequista y toda la vida gira entorno a esta misión. De hecho, «ser» catequista es una vocación de servicio en la Iglesia, lo que se ha recibido como don de parte del Señor debe a su vez transmitirse. De aquí que el catequista deba volver constantemente a aquel primer anuncio o «kerygma» que es el don que le cambió la vida. Es el anuncio fundamental que debe resonar una y otra vez en la vida del cristiano, y más aún en aquel que está llamado a anunciar y enseñar la fe. «Nada hay más sólido, más profundo, más seguro, más denso y más sabio que ese anuncio» (Evangelii Gaudium, 165). Este anuncio debe acompañar la fe que está ya presente en la religiosidad de nuestro pueblo. Es necesario hacerse cargo de todo el potencial de piedad y amor que encierra la religiosidad popular para que se transmitan no sólo los contenidos de la fe, sino para que también se cree una verdadera escuela de formación en la que se cultive el don de la fe que se ha recibido, a fin de que los actos y las palabras reflejen la gracia de ser discípulos de Jesús.

El catequista camina desde y con Cristo, no es una persona que parte de sus propias ideas y gustos, sino que se deja mirar por él, por esa mirada que hace arder el corazón. Cuanto más toma Jesús el centro de nuestra vida, tanto más nos hace salir de nosotros mismos, nos descentra y nos hace ser próximos a los otros. Ese dinamismo del amor es como el movimiento del corazón: «sístole y diástole»; se concentra para encontrarse con el Señor e inmediatamente se abre, saliendo de sí por amor, para dar testimonio de Jesús y hablar de Jesús, predicar a Jesús. El ejemplo nos lo da él mismo: se retiraba para rezar al Padre e inmediatamente salía al encuentro de los hambrientos y sedientos de Dios, para sanarlos y salvarlos. De aquí nace la importancia de la catequesis «mistagógica» que es el encuentro constante con la Palabra y con los sacramentos y no algo meramente ocasional previo a la celebración de los sacramentos de iniciación cristiana. La vida cristiana es un proceso de crecimiento y de integración de todas las dimensiones de la persona en un camino comunitario de escucha y de respuesta (cf. Evangelii Gaudium, 166).

El catequista es además creativo; busca diferentes medios y formas para anunciar a Cristo. Es bello creer en Jesús, porque él es «el camino, y la verdad y la vida» (Jn 14, 6) que colma nuestra existencia de gozo y de alegría. Esta búsqueda de dar a conocer a Jesús como suma belleza nos lleva a encontrar nuevos signos y formas para la transmisión de la fe. Los medios pueden ser diferentes pero lo importante es tener presente el estilo de Jesús, que se adaptaba a las personas que tenía ante él para hacerles cercano el amor de Dios. Hay que saber «cambiar», adaptarse, para hacer el mensaje más cercano, aun cuando es siempre el mismo, porque Dios no cambia sino que renueva todas las cosas en él. En la búsqueda creativa de dar a conocer a Jesús no debemos sentir miedo porque él nos precede en esa tarea. Él ya está en el hombre de hoy, y allí nos espera.

Queridos catequistas, les doy las gracias por lo que hacen, pero sobre todo porque caminan con el Pueblo de Dios. Los animo a que sean alegres mensajeros, custodios del bien y la belleza que resplandecen en la vida fiel del discípulo misionero.

Que Jesús los bendiga y la Virgen santa, verdadera «educadora de la fe», los cuide.
Y, por favor, no se olviden de rezar por mí.
Francisco. +

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Comentarios
6 comentarios en “‘La catequesis no es un trabajo o una tarea externa, se es catequista’
  1. El eslogan pontificio de «volver constantemente a aquel primer anuncio o «kerygma»» proviene de la misma ideología pastoral posconciliar que aquella atribuida al mismo autor por Juan Manuel Mora, en su artículo “Siete lecciones del Papa Francisco para comunicar la fe”: “VOLVER A LO ESENCIAL DEL MENSAJE. Los católicos no siguen una doctrina, ni una moral, sino a Jesucristo, que les redime, les libera y les hace felices».

    El eslogan implica que la Iglesia en los últimos 2000 años, fijando los dogmas y estableciendo el cuerpo de doctrina del Depositum Fidei, se hubiese constantemente apartado de aquella supuesta verídica enseñanza original, que sería el evangelio progresista redescubierto en su versión luterana hace medio milenio, o en su versión «católica» recién hace medio siglo alrededor del Concilio Vaticano II.

    El eslogan implica que el cuerpo de doctrina del Depositum Fidei impide o al menos dificulta el acceso al verdadero Jesús, en vez de posibilitarlo y facilitarlo, y que por ello habría que dejarlo de lado por motivos pastorales.

    Al respecto recomiendo la lectura del siguiente artículo de Bruno Moreno:
    http://infocatolica.com/blog/espadadedoblefilo.php/1706260432-ino-seguimos-una-doctrina-ni

  2. Ser catequista Es un regale,un mimo del Senor que se Dona y transforma a la persona Del catequista en El muriendo a su yo,siendo servicio para salvar a otros,entrega servicio y amor mission sobrenatural eficaz.Ser catequista es poner all discipulo en contacto intimo con Jesucristo hasta que El lo transforme en Apostol y lo envie en mission. Un catequista Es un Apostol.

  3. Para catequizar hay que estar bien catequizado y conocer bien la doctrina, pisoteada a más no poder por las ambigüedades calculadas de la Amoris para generar la mayor confusión posible.

  4. Buen sermon pero ya nos conocos al Papa a cada audiencia le dice lo que quieren escuchar..para mi que este sermon se lo escribiio otro… ya que mientras trabaja con su video Make Friends silencia a Cristo para hacer amigos de otras religiones.
    Aqui comparto los consrjos de Benedicto xvi para ser un buen catequista.

    CIUDAD DEL VATICANO, viernes, 8 febrero 2008 (ZENIT.org).- Benedicto XVI explicó este viernes que el secreto del buen catequista está en el «testimonio personal», que acompaña lo que enseña con lo que vive.

    Al analizar junto a los obispos de Costa Rica cómo es posible anunciar a Cristo en tiempos de materialismo y del surgimiento de nuevos movimientos religiosos, con frecuencia sectas, el Papa se detuvo a analizar la importancia decisiva de los catequistas, en su mayoría laicos.

    «Es hermoso comprobar su colaboración eficaz para mantener y difundir la llama de la fe mediante la catequesis y la cooperación con las parroquias y las diversas organizaciones pastorales de las diócesis».

    «Merecen sin duda la gratitud, el aliento y la atención constante de sus pastores, para que reciban siempre y de manera sistemática una formación cristiana sólida, teniendo en cuenta, además, que son ellos los llamados a llevar los valores cristianos a los diversos sectores de la sociedad, al mundo del trabajo, de la convivencia civil o de la política», aclaró.

    Dirigiéndose en particular a los catequistas y animadores de las comunidades, les recordó «la exigencia de que acompañen la transmisión de la recta doctrina con el testimonio personal, con el firme compromiso de vivir según los mandatos del Señor y con la experiencia viva de ser miembros fieles y activos de la Iglesia».

    «Este ejemplo de vida –según el obispo de Roma– es necesario para que su instrucción no se quede en una mera transmisión de conocimientos teóricos sobre los misterios de Dios, sino que conduzca a adoptar un modo de vida cristiano».

    Esto era decisivo ya en la Iglesia antigua, recordó, «cuando se examinaba al final si los catecúmenos, “han vivido correctamente su catecumenado, si han honrado a las viudas, si han visitado a los enfermos, si han hecho obras buenas”», dijo citando la «Tradición Apostólica» (Traditio Apostolica), una de las constituciones eclesiásticas más antiguas, escrita en torno al año 215.

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