En el documento señalan que «en algunas circunstancias, con respecto a los divorciados vueltos a casar, de acuerdo con la evaluación del confesor, es posible absolver y admitir a la Eucaristía, también si el confesor sabe que se trata de un desorden objetivo para la Iglesia.»
La Conferencia Episcopal Siciliana ha publicado unas orientaciones pastorales para acompañar, discernir e integrar la fragilidad según las indicaciones del capítulo octavo de la exhortación apostólica Amoris Laetitia.
En el documento se recogen «algunos principios útiles para discernir en el fuero interno». El primero de ellos, que las circunstancias concretas de la acción pueden atenuar o eliminar la culpa moral o disminuirla. El segundo, que «en tales circunstancias se puede estar en gracia de Dios incluso si se da una situación objetiva de desorden moral».
Otro principio para el discernimiento ofrecido por los obispos de Sicilia es que «la ayuda de la Iglesia también puede ser sacramental de acuerdo con la evaluación responsable del sacerdote».
En este sentido, en el documento se señala que «en algunas circunstancias, con respecto a los divorciados vueltos a casar, de acuerdo con la evaluación del confesor y teniendo en cuenta el bien del penitente, es posible absolver y admitir a la Eucaristía, también si el confesor sabe que se trata de un desorden objetivo para la Iglesia.»
El objetivo de estas orientaciones pastorales, según explican sus autores, es introducir soluciones prácticas diferenciadas según las diversas situaciones humanas, buscando evitar tanto el rigorismo como el laxismo en la aplicación de la doctrina de la Iglesia en situaciones de la vida real.
Para los obispos sicilianos, la primera novedad de Amoris Laetitia, especialmente en el capítulo octavo, es fijar la atención en situaciones concretas, «de acuerdo con Evangelii Gaudium que considera la realidad más importante que la idea». En el texto se recoge una cita de Amoris Laetitia que expresa este punto: «Hay que evitar los juicios que no toman en cuenta la complejidad de las diversas situaciones, y hay que estar atentos al modo en que las personas viven y sufren a causa de su condición.»
Como conclusión, los prelados urgen a llevar a cabo una estrategia educativa para la comunidad eclesial para entender la diferencia de respuestas y soluciones a los diversos casos en que se encuentran las familias, evitando que se dé por descontado el derecho de acceso en cualquier caso a los sacramentos de la Iglesia.
Puede leer el documento completo de la Conferencia Episcopal de Siciliana en este enlace.
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La Apostacia de la Iglesia!
Es una tristeza que el Reino de Dios construido en 2000 años con obediencia a la palabr de Cristo el Papa Bergoglio y algunos obispos concientemente lo dwstruyan y dejen desamparadas a las ovejas llevandolas al error y al avismo.
¿ No hay que hacer acompañamiento ? Si se hace bien, como hay que hacerlo, ¿ cómo es que“en tales circunstancias se puede estar en gracia de Dios incluso si se da una situación objetiva de desorden moral” ?. ¿ No tiene el confesor la obligación moral de advertirle, al supuesto ignorante, que se encuentra en situación de adulterio, que es un pecado grave ?. No hay por donde coger ese documento que se cae de las manos. La culpa última es atribuible a la Confusionis Laetitia. El diablo se frota las manos. Más confusión, más fieles en pecado, propiciado desde Roma, que deja al pecador en el pecado al no llamarlo a la conversión de vida.
La gran apostasía. Se está dejando atrás el Evangelio, que es sustituido por criterios humanos contrarios al magisterio milenario de la Iglesia. Obispos, cardenales y papa están corrompidos, se han rebelado contra las enseñanzas de Jesucristo. Esto es una hecatombe. La apostasía final.
Los destructores de la Iglesia ya no están fuera de ella, sino en su propio corazón.
Así es, amigos. La Moral de situación, anatematizada por la Iglesia. Marciano Vidal y Haring se han salido con la suya.
Estamos ante la Gran Abominacion.
Que el Señor nos pille confesados (a unos, más que a otros).
Veo una enorme inflación de palabras tiernas para ocultar la maldad intrínseca del adulterio, confundiendo a los creyentes acerca de la verdad del matrimonio y de la eucaristía. Jamás puede haber un bien para el penitente eludiendo las palabras del Señor acerca del matrimonio y el divorcio.
La obra de Bergoglio, reflejada hoy de nuevo por los obispos de Sicilia, es la división de la Iglesia Católica, introduciendo la dureza de corazón divorcista, bien señalada por el Señor al condenar el divorcio, restaurarando la verdad eterna sobre el matrimonio.
“Las circunstancias concretas de la acción pueden atenuar o eliminar la culpa moral o disminuirla” (…) y “en tales circunstancias se puede estar en gracia de Dios incluso si se da una situación objetiva de desorden moral”.
Esta frase lo que hace es dejar el juicio definitivo en manos de Dios, a través de los legítimos pastores, y no a expensas del raciocinio de cada fiel. Sin embargo, como en toda ley, la concordancia con lo que dicta la naturaleza es indispensable para que la primera sea efectiva. Todos podemos estar de acuerdo con defender de sus agresores a las personas con tendencias homosexuales pero nunca podremos estarlo en imponer la ideología de género sobre quienes no las tienen. Para el que es consciente de su adulterio no hay discernimiento posible que puede calmar su inquietud pero tampoco sería justo que el sentido de culpa tuviese su origen en una cierta opinión pública sujeta a manipulación. La objetividad material no agota la subjetividad del espíritu y no por ser cambiante (relativismo) sino por su amplitud. La respuesta de Salomón sobre el niño reclamado por las dos madres es un buen ejemplo. Sabemos que la que salvaguardó su vida se lo quedó pero no sabemos si era la que lo había parido.
Estoy totalmente de acuerdo con los criterios señalados por los obispos de Sicilia.
Jesucristo, al discutir con los fariseos que le plantean el caso, deja bien en claro que el motivo de esta permisión divina fue la dureza del corazón. Da por supuesto que Dios podía dispensar de su derecho positivo y de la ley natural en este caso. Lo hace sólo como dispensa, para evitar males mayores: el hecho de que Dios no aprueba la costumbre sino que se limita a reglamentar el libelo de repudio como mal menor lo vemos expresado en lo que dice por Malaquías (2,14-16): Yo aborrezco el repudio, dice Yavé, Dios de Israel.
Se acerca el cisma y apostasía por culpa de Amoris laetitia.
El numeral 1650 del Catecismo lo dice claro: no se puede dar la comunión a los adúlteros incontinentes.
La razón: el adulterio es una injusticia y una infidelidad, es un actus malus semper et pro semper, es una violación del mandato prohibitivo negativo general y universal el no cometerás adulterio, la Ley de Dios es superior a la conciencia individual, y a que se tienen dos mujeres (bigamia) con las que se tiene un trato conyugal.
Entrevista al encargado para la Doctrina de la Fe Cardenal Muller
cuál es su propuesta respecto a los católicos que contrajeron matrimonio y se divorciaron?
El sacramento del matrimonio es indisoluble por la voluntad de Dios. Nadie puede cambiar eso. Una posibilidad es volver al legítimo esposo o bien renunciar a las relaciones que no son válidas. La cuestión radica solamente en saber si se habían reunido las condiciones necesarias para la validez de aquel matrimonio, de acuerdo con los preceptos de la Iglesia. El matrimonio civil no es exactamente igual al sacramento del matrimonio. Sin duda, hay muchas personas que no consiguen entender esto.
¿Cree que siempre se puede volver a la unión?
Si humanamente no fuese posible, tampoco pueden vivir [con otros] como si fuesen esposos.
Algunos argumentan que eso elimina la posibilidad de la penitencia o la posibilidad de reconocer lo que salió mal, quedando involucrados en la vida de la Iglesia.
No se puede tener dos tipos de cristianismo: uno para una élite, que respeta la palabra de Dios, y otro para los otros, a quienes damos solamente algunos derechos y sacramentos, dejando que el resto de su vida siga como si no fueran cristianos. Jesús vino a cambiar el viejo mundo de pecado, del cual formaba parte el divorcio. Jesús explicó esto de forma muy clara.
Con lo que dice Muller estoy de acuerdo cantidad de divorciados vueltos a casar podrian haberse reconciliado con el conyuge legitimo debido a la gracia sacramental que trajo Jesucristo..cuando sobre el matrimonio indisoluble declaró para Dios todo es posible.
Del viejo mundo del pecado Santo Tomas dice que la dureza del cirazon de los judios era el crimen de tomar esposa y odiarla..y por eso era la permision de Moises..pero Cristo restaurò la Ley dejando claro que lo que Dios unio no lo separe el hombre y qye nuevas uniones son adulterio.
Amoris Laetitia rechaza la GRACIA SACRAMENTAL DEL MATRIMONIO y eso para mi es un pecado contra el Espiritu Santo.
La Gracia sana las heridas y cobtribuye a solidificar la union…y esa gracia puede abundar en los separados sin nuevas uniones.. dobde hay oracion y sacramentos…Dios puede actuar y reparar.
Pero si los obispos bendicen el adulterio cierran la puerta a la Gracia Gratuita de Dios conseguida con la Sangre de Cristo.
Santo Tomás, señaló que el “pecado contra el Espíritu Santo” es todo pecado que pone un obstáculo particularmente grave a la obra de la redención en el alma, es decir, que hace sumamente difícil la conversión al bien o la salida del pecado;
«Lo que Dios ha unido no lo separe el hombre». Este es el fundamento de la indisolubilidad matrimonial. Ninguno que abandona a su cónyuge puede vivir con la conciencia tranquila si esas palabras resuenan en su corazón. Por el mismo motivo, son la razón última de nulidad. Es decir, el Amor es el sustento de la indisolubilidad. Si nunca lo hubo, nunca hubo matrimonio. Pero si una sóla vez lo hubo, ese Amor es definitivo e indisoluble. Así se expresa en las palabras que los esposos se prometen en el sacramento. El matrimonio es imagen fiel de la Alianza entre Dios y el hombre y -debería- serlo entre el hombre y Dios. Posiblemente, sea ese el motivo por el que el Papa habla de «ideal» de matrimonio, por la reiterada infidelidad del hombre, pero ¡ay! cuando encuentra a alguien fiel como Abraham.
Dos que fornican se hacen una sola carne pero no forman matrimonio sacramental. La unión entre los esposos tienen una estrecha relación con las potencias relativas al espíritu pues son éstas las que conducen a la unión carnal posterior. Primero se «abandona a los padres» y después se hacen «una sola carne». Si el matrimonio está radicado en el Amor, en la entrega de la propia vida al otro, el acto sexual no será nunca expresión de egoísmo. Bajo esta perspectiva, aun sin querer nombrarlo de ese modo, es más que probable que muchos de esas situaciones irregulares respondan a una nulidad de facto. AL introduce esa valoración al recordar la elegía de San Pablo al Amor frente a la cuestión puramente material, la procreación, y formal, el compromiso verbal.
No puedo dejar de recordarla.
«Aunque yo hablara todas las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo amor, soy como una campana que resuena o un platillo que retiñe. Aunque tuviera el don de la profecía y conociera todos los misterios y toda la ciencia, aunque tuviera toda la fe, una fe capaz de trasladar montañas, si no tengo amor, no soy nada. Aunque repartiera todos mis bienes para alimentar a los pobres y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor, no me sirve para nada.
El amor es paciente, es servicial; el amor no es envidioso, no hace alarde, no se envanece, no procede con bajeza, no busca su propio interés, no se irrita, no tiene en cuenta el mal recibido, no se alegra de la injusticia, sino que se regocija con la verdad. El amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor no pasará jamás. Las profecías acabarán, el don de lenguas terminará, la ciencia desaparecerá. Porque parcial es nuestra ciencia y parcial nuestra profecía.
Cuando venga lo perfecto, desaparecerá lo parcial. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño. Al hacerme hombre, dejé todas las cosas de niño. Ahora vemos en un espejo, en enigma. Entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de un modo parcial, pero entonces conoceré como soy conocido. Ahora subsisten la fe, la esperanza y la caridad, estas tres. Pero la mayor de todas ellas es la caridad.»
Sólo Dios puede estar detrás de un amor así.
Filemon hermosa descrpcion
El matrimonio ideal es accesible si confiamos en la gracia sacramental y si se presentA una situacion grave para separarse..esa gracia sactamental sigue presente para giardar la alianza.. y Francisco miente porque pone como premisas la incapacidad..la ignorancia.no culpable del hombre
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Vamos que le niega su capacidad y vocacion de santidad. El matrimonio es camino de santidad y el divorcio ya es el inicio de descamino el adulterio es perdicion..adulterio que AL equopara al Amor esponsal todavia mas excelso que el descrito por San Pablo por ser imagen de la Union entre Dios y su Iglesia.
Cuando uno se casa se jura fidelidad. Aunque no haya amor la fidelidad no debería romperse, es un Sacramento. Y si se rompe la fidelidad es adulterio, siendo justos.
Por mucho juramento que haya si el matrimonio es en su materia incapaz no es válido. Lo único que digo es que además de las condiciones materiales y formales sacramentales no debe olvidarse que el fundamento del matrimonio es el amor, no el simple enamoramiento, y que si nunca lo ha habido dudo mucho que esa unión pueda ser equiparable al amor de Cristo por su Iglesia. Un amor, el de Jesucristo, perenne y fuera de toda duda y un amor, el de su Iglesia, no siempre fiel a lo largo de su historia. No confundan ese amor con el consabido «pues ya no estoy enamorada o ya no siento nada» porque San Pablo lo define a la perfección. Si nunca ha existido un instante de amor o predisposición amorosa entre los esposos equiparable, aunque sea tácitamente, al de Jesucristo por su Iglesia (hasta la efusión de sangre), entonces no podemos comparar el uno con el otro. De juramentos en falso está llena la vida de los hombres. La pregunta que uno debe hacerse es muy sencilla y la respuesta también, ¿he estado realmente enamorado, aunque sólo haya sido fugazmente, con la persona con la que me he casado con un amor equiparable al de Cristo por su Iglesia? La Santa Misa es la conmemoración de un hecho real que vuelve a hacerse realidad y el matrimonio también. Si la aceptación matrimonial entre los esposos fue válida no hay modo de romper ese vínculo.
La impostura de una supuesta misericordia atrae a buenos y malos a la apostasia, confucion y discucion interminable. Hoy dice una cosa mañana otra. Es el caballo de troya.
Echenique, no se trata de apretar los dientes y autoconvencerse de que uno está enamorado. En mi opinión un gran número de matrimonios podrían no ser válidos porque quien lo recibe nunca ha tenido esa disposición hacia su cónyuge. Pero eso es algo que sólo los contrayentes saben. Hace 50 años en las familias numerosas no más de la mitad de sus miembros contraían matrimonio y los que pasaban de los 40 años sin casarse ya no lo hacían. A eso me refiero. Y la pregunta y su respuesta sigue siendo igual de sencilla, ¿cuál es el amor de un padre o una madre por un hijo? ¿condicionado? ¿a tiempo parcial?…
La forma del sacramento no son unas palabras mágicas que puedan pronunciarse sin considerar lo que se está haciendo. Y esas palabras expresan un sentimiento interior que hace indisoluble el matrimonio. Lo que la gracia garantiza es que ese sentimiento se renueve posteriormente o que florezca después de varios años de matrimonio. Cuando usted comulga o se confirma puede no «sentir» nada especial pero indudablemente la gracia actuará de modo patente cuando sea el momento. Fíjese en los cristianos de Oriente Medio o en los grandes predicadores de la Palabra de Cristo. Es decir, no es un requisito para contraer matrimonio pero si, a lo largo de la vida, no se produce es posible que el vínculo matrimonial nunca hubiera existido. Los sacramentos son reales y no una idea teológica más o menos bien elaborada.