Benedicto XVI: «Con el cardenal Sarah, la liturgia está en buenas manos»

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El Papa emérito ha escrito un comentario al libro del purpurado africano «La fuerza del silencio» que la editorial americana Ignatius Press ha incorporado a la edición inglesa. El texto ha sido adelantado por First Things.

A continuación el texto escrito por Benedicto XVI y traducido al español por InfoVaticana:

Desde que leí por primera vez las Cartas de San Ignacio de Antioquía en la década de 1950, un pasaje de su Carta a los Efesios me ha afectado particularmente: “Es mejor guardar silencio y ser que hablar y no ser. Es bueno enseñar, si el que habla practica lo que enseña. Ahora, hay un Maestro que habló y lo que dijo aconteció. E incluso lo que Él hizo en silencio es digno del Padre. El que hace suyas las palabras de Jesús es capaz también de oír Su silencio, de modo que pueda ser perfecto: para que pueda actuar a través de su discurso y ser conocido a través de su silencio”(15, 1f.). ¿Qué significa esto: escuchar el silencio de Jesús y conocerlo a través de su silencio? Sabemos por los Evangelios que Jesús con frecuencia pasaba las noches solo “en la montaña” en oración, en conversación con su Padre. Sabemos que su discurso, su palabra, proviene del silencio y podía madurar sólo allí. Así que es lógico pensar que su palabra puede entenderse correctamente sólo si nosotros, también, entramos en su silencio, si aprendemos a escucharlo desde su silencio.

Ciertamente, para interpretar las palabras de Jesús, es necesario el conocimiento histórico, que nos enseña a entender el tiempo y el lenguaje en ese momento. Pero eso sólo no es suficiente si queremos realmente comprender el mensaje del Señor en profundidad. Cualquier persona que hoy lea los comentarios cada vez más gruesos en los Evangelios queda decepcionado al final. Aprende mucho de lo que es útil sobre aquellos días y una gran cantidad de hipótesis que en última instancia no contribuyen nada en absoluto a la comprensión del texto. Al final sientes que, en todo el exceso de palabras, falta algo esencial: la entrada en el silencio de Jesús, de donde nace su palabra. Si no podemos entrar en este silencio, siempre vamos a escuchar la palabra sólo en su superficie y, en consecuencia, no la entenderemos realmente.

A medida que iba leyendo el nuevo libro del cardenal Robert Sarah, todos estos pensamientos pasaron por mi alma de nuevo. Sarah nos enseña el silencio, a estar en silencio con Jesús, la verdadera quietud interior, y solo de esta forma nos ayuda a captar la palabra de Jesús de nuevo.

Por supuesto, él no habla apenas de sí mismo, pero de vez en cuando nos da una visión de su vida interior. En respuesta a la pregunta de Nicolas Diat, “¿A veces en tu vida has pensado que las palabras se estaban volviendo demasiado molestas, demasiado pesadas, demasiado ruidosas?,” él responde: “En mi oración y en mi vida interior, siempre he sentido la necesidad de un silencio más profundo, más completo… Los días de soledad, silencio y ayuno absoluto han sido un gran apoyo. Una gracia sin precedentes, una lenta purificación y un encuentro personal con Dios….Días de soledad, silencio y ayuno, con el único alimento de la Palabra de Dios, permiten al hombre cimentar su vida sobre lo esencial.”

Estas líneas hacen visible la fuente de la que vive el cardenal, que entrega a su palabra su profundidad interior. Desde este punto de vista, él puede ver los peligros que continuamente amenazan la vida espiritual, de sacerdotes y obispos también, y, en consecuencia, que ponen en peligro la misma Iglesia, también, en la que no es poco común que la Palabra sea sustituida por una verbosidad que diluye la grandeza de la Palabra. Me gustaría citar sólo una frase que puede convertirse en un examen de conciencia para cada obispo: «Puede ocurrir que un sacerdote bueno y piadoso, una vez elevado a la dignidad episcopal, caiga rápidamente en la mediocridad y en la preocupación por el éxito en los asuntos mundanos. Abrumado por el peso de las obligaciones que le incumben, preocupado por su poder, su autoridad, y las necesidades materiales de su oficina, se va ahogando poco a poco».

El cardenal Sarah es un maestro espiritual, que habla claro de la profundidad del silencio con el Señor, claro de su unión interior con él y, por tanto, realmente tiene algo que decirnos a cada uno de nosotros.

Debemos estar agradecidos a Francisco por el nombramiento de semejante maestro espiritual como cabeza de la congregación que es responsable de la celebración de la liturgia en la Iglesia. Con la liturgia, también, al igual que con la interpretación de la Sagrada Escritura, es cierto que el conocimiento especializado es necesario. Pero también es cierto de la liturgia que la especialización, en última instancia, puede pasar por alto lo esencial a menos que esté fundada en una profunda e íntima unión con la Iglesia orante que una y otra vez aprende del Señor mismo lo que es la adoración. 

Con el cardenal Sarah, un maestro del silencio y de la oración interior, la liturgia está en buenas manos.

Benedicto XVI escribe desde la Ciudad del Vaticano.

 

Este ensayo fue escrito como un epílogo y aparecerá en la futura edición del libro del Cardenal Robert Sarah La fuerza del silencio: Contra la Dictadura del ruid , publicado el mes pasado por Ignatius Press.

https://infovaticana.com/producto/la-fuerza-del-silencio-del-cardenal-robert-sarah/

Ever since I first read the Letters of Saint Ignatius of Antioch in the 1950s, one passage from his Letter to the Ephesians has particularly affected me: “It is better to keep silence and be [a Christian] than to talk and not to be. Teaching is an excellent thing, provided the speaker practices what he teaches. Now, there is one Teacher who spoke and it came to pass. And even what He did silently is worthy of the Father. He who has truly made the words of Jesus his own is able also to hear His silence, so that he may be perfect: so that he may act through his speech and be known through his silence” (15, 1f.). What does that mean: to hear Jesus’s silence and to know him through his silence? We know from the Gospels that Jesus frequently spent nights alone “on the mountain” in prayer, in conversation with his Father. We know that his speech, his word, comes from silence and could mature only there. So it stands to reason that his word can be correctly understood only if we, too, enter into his silence, if we learn to hear it from his silence.

Certainly, in order to interpret Jesus’s words, historical knowledge is necessary, which teaches us to understand the time and the language at that time. But that alone is not enough if we are really to comprehend the Lord’s message in depth. Anyone today who reads the ever-thicker commentaries on the Gospels remains disappointed in the end. He learns a lot that is useful about those days and a lot of hypotheses that ultimately contribute nothing at all to an understanding of the text. In the end you feel that in all the excess of words, something essential is lacking: entrance into Jesus’s silence, from which his word is born. If we cannot enter into this silence, we will always hear the word only on its surface and thus not really understand it.

As I was reading the new book by Robert Cardinal Sarah, all these thoughts went through my soul again. Sarah teaches us silence—being silent with Jesus, true inner stillness, and in just this way he helps us to grasp the word of the Lord anew. Of course he speaks hardly at all about himself, but now and then he does give us a glimpse into his interior life. In answer to Nicolas Diat’s question, “At times in your life have you thought that words were becoming too cumbersome, too heavy, too noisy?,” he answers: “In my prayer and in my interior life, I have always felt the need for a deeper, more complete silence. … The days of solitude, silence, and absolute fasting have been a great support. They have been an unprecedented grace, a slow purification, and a personal encounter with … God. … Days of solitude, silence, and fasting, nourished by the Word of God alone, allow man to base his life on what is essential.” These lines make visible the source from which the cardinal lives, which gives his word its inner depth. From this vantage point, he can then see the dangers that continually threaten the spiritual life, of priests and bishops also, and thus endanger the Church herself, too, in which it is not uncommon for the Word to be replaced by a verbosity that dilutes the greatness of the Word. I would like to quote just one sentence that can become an examination of conscience for every bishop: “It can happen that a good, pious priest, once he is raised to the episcopal dignity, quickly falls into mediocrity and a concern for worldly success. Overwhelmed by the weight of the duties that are incumbent on him, worried about his power, his authority, and the material needs of his office, he gradually runs out of steam.”

Cardinal Sarah is a spiritual teacher, who speaks out of the depths of silence with the Lord, out of his interior union with him, and thus really has something to say to each one of us.

We should be grateful to Pope Francis for appointing such a spiritual teacher as head of the congregation that is responsible for the celebration of the liturgy in the Church. With the liturgy, too, as with the interpretation of Sacred Scripture, it is true that specialized knowledge is necessary. But it is also true of the liturgy that specialization ultimately can talk right past the essential thing unless it is grounded in a deep, interior union with the praying Church, which over and over again learns anew from the Lord himself what adoration is. With Cardinal Sarah, a master of silence and of interior prayer, the liturgy is in good hands.

Benedict XVI writes from Vatican City.

This essay was written as an afterword for, and will appear in a future printing of, Robert Cardinal Sarah’s The Power of Silence: Against the Dictatorship of Noise, published last month by Ignatius Press.

 

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Comentarios
18 comentarios en “Benedicto XVI: «Con el cardenal Sarah, la liturgia está en buenas manos»
  1. Pero esas buenas, buenísimas manos, están entorpecidas por Francisco. No le ha dejado hacer nada y ha boicoteado todas sus propuestas litúrgicas, incluso se comenta que se ha designado una comisión para confeccionar una nueva misa con los protestantes marginando totalmente a Sarah.

  2. Dos hombres de Dios, Benedicto XVI y el Cardenal Sarah. Dos joyas de la iglesia católica que brillan con la misma Luz de Cristo. Como ellos, el Señor prepara a grandes hombres y mujeres que llegado el momento oportuno, darán la batalla con su palabra, vida y obras a toda mala doctrina surgida de almas apóstatas que disfrazan la fe en Jesucristo, convirtiéndola en pensamiento de hombres mundanos imbuídos de ideologías perniciosas y vicios inconfesados.
    Christus vincit, Christus regnat, Christus imperat

  3. No ensalza, alaba. Como es lógico.

    Expertos campaneros empiezan a preguntarse si Echenique renunciará a dar la tabarra con las tres campanadas de Escrivá, dado que se desconoce la segunda de ellas. Los mismos expertos aseguran que los Echeniques no le exigirán al cardenal Sarah que de la tabarra con las campanadas de Escrivá. Socci está investigando y es posible que descubra la segunda campanada, para pasmo de Echenique.

  4. ¿ Habrá más pronunciamientos benedictinos sobre otras derivas, como la doctrinal ? ¿ Porqué nó ? Benedicto XVI también se juega su salvación eterna y está en el tramo final de su vida.

  5. Echenique, no todos los pronunciamientos de S.S.Benedicto XVI se dan a conocer. Igual ya se ya expresado contra la deriva doctrinal, pero es difícil que nos enteremos. El sr. Bergoglio y sus voceros ya se encargarán de que se así.

  6. Los católicos debemos tener las ideas claras, es decir, entender que se está cumpliendo la 2ª de Tesalonicenses 2. Catecismo 675. Apocalipsis 13.
    Si no lo entendemos, cuando llegue el Cisma, correremos el riesgo de equivocarnos a la hora de elegir papa e iglesia.
    Beata Ana Catalina Enmerich: dos papas enfrentados.
    Arzobispo Fulton Sheen: de la verdadera Iglesia, surgirá la falsa iglesia del anticristo.
    S. Francisco de Asís: al final de los tiempos, un hombre malvado será elegido NO canónicamente llevando a muchos a la condenación eterna.
    El comienzo de los dolores fue la renuncia de Benedicto XVI por presiones del cardenal Daneels y otros cardenales, según indica él en su biografía. Y el final será la abolición de la Eucaristía, donde según Documento del conflicto a la comunión-Conmemoración conjunta luterano-católica romana de la reforma en el 2017. Página 72 nº. 154. Nihil O. Obispo de Santander, desaparecerá el concepto de transustanciación.
    Daniel 9,27: a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio perpetuo.

  7. Alejandros, le felicito por su comentario. Estando dando en la diana. Recordarle que el cisma está profetizado y también que el Falso Profeta será arrojado al lago de fuego.

  8. Y digo yo:

    No tenemos ya a un Papa de catacumba?

    No tenemos ya una Iglesia en lo escondido?

    A nadie se le ocurre esto?:

    Que el sol se volverá tinieblas y la luna sangre

    El Sol es el cuerpo de Cristo eclipsado, roto e inmolado en la cruz; la luna es el pálido Gólgota manchado por su sangre.

    Y que al mismo tiempo ese sol Cuerpo de Cristo es la Eucaristía, y la luna, Gólgota manchado de sangre sea el vino púrpura que se ensalza a los pies del pan.

    Que un sol que debería brillar se nos esté volviendo oscuro, y otro que brilla menos por ser emérito, sea teñido de sangre?

    Para reflexionar.

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