«El rector del seminario me llevó por sorpresa a un picadero, porque sabe de mi afición por los caballos»

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Por su indudable interés, reproducimos el reportaje publicado en Religión Confidencial sobre el seminario castrense, uno de los más vivos de España.

Realizó el introductorio en el Seminario Conciliar de Madrid, donde conoció “gente muy buena y súper válida”. Tras este curso, se trasladó a Cartagena para despachar con el delegado de vocaciones, el reverendo Francisco Muñoz, teniente coronel y capellán del SARFAS. “Me dijo: me harían falta 200 años de cura en cualquier diócesis para disfrutar todo lo que he disfrutado en el Arzobispado Castrense. Esta frase me impactó”, afirma Álvaro a Religión Confidencial.

Desde siempre le había atraído la profesión de militar. Tiene un primo que se hizo legionario y se fue al Líbano. Para él, el Seminario Castrense es muy familiar, con apenas 15 seminaristas de primero a quinto curso, incluido tres diáconos que se ordenaron el pasado 18 de febrero. “La convivencia con 14 jóvenes que no tienen nada que ver contigo es muy enriquecedora”, subraya.

Su vida en el Seminario

Álvaro relata cómo es la vida en el seminario. Se levantan a las 6.30 de la mañana, a las 7 laudes y a las 7.30 misa. Posteriormente el desayuno y de 9 a 14 horas, clases en la  la Universidad Eclesiástica de San Dámaso de Madrid. Antes de comer, hora intermedia de oración  y tras el almuerzo, un rato de siesta para quien quiera. Por la tarde tiempo para estudiar con la obligación de una hora de deporte diaria. A las 8.30 oración personal, 9.15 vísperas y después cena. El domingo es su día libre para pasar con amigos y familia, y tienen un fin de semana al trimestre también para su organización. Los domingos también dedica tiempo a atender a enfermos en el Hospital Militar Gómez Ulla.

Echa de menos no poder quedar con los amigos tanto como quisiera. Sin embargo, el tiempo libre con amigos y familia lo disfruta mucho más que antes y además, ve a su gente “con un enfoque nuevo. Rezo mucho más por ellos. El domingo, que es el día libre, lo aprovecho de verdad con mi familia”, relata a este Confidencial.

El rector, como un padre  

Aunque ha renunciado a tener una familia, para él, el rector, D. Serafín Martínez, es como un padre. “Nos alienta siempre con las palabras del Papa de que nos dejemos sorprender por el Señor. Soy aficionado a la hípica y hace dos semanas el rector me llevó por sorpresa a un picadero. Una amiga militar había abierto uno y quería que lo bendijera y me llevó con él porque sabe de mi afición por los caballos”.

Además de estos pequeños detalles que alegran mucho la convivencia, le fascina que insistan mucho en el deporte, “me están ayudando a mantenerme en forma, ¡qué leches!, exclama.

Puede leer el reportaje completo aquí.

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Comentarios
1 comentarios en “«El rector del seminario me llevó por sorpresa a un picadero, porque sabe de mi afición por los caballos»
  1. El seminario castrense es el más vivo en salidas y gente rara, a la par que ansiosa en sueldos de oficiales. Hoy en día los capellanes castrenses deberían desaparecer y sólo existir como enviados por las diócesis a misiones concretas (en barcos, misiones exteriores), etc. Debería ser un departamento de la CEE. Fuera el arzobispado, como mucho un vicariato.

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