El arzobispo de Granada advierte sobre la ideología de género que trata de imponerse como ley en la educación

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Mons. Javier Martínez señaló en su homilía del pasado domingo que «hay una patología detrás de eso» y «una torpeza de la inteligencia» y afirmó que «una ideología puede enseñar las cosas más inverosímiles».

El arzobispo de Granada, Javier Martínez, reflexionó en su homilía del pasado domingo acerca de las implicaciones de la ideología de género que, según advirtió, «trata de imponerse como ley en la educación de los niños».

«Hay una patología detrás de eso. Hay una cortedad y una torpeza de la inteligencia», subrayó el arzobispo de Granada durante la homilía pronunciada en la Eucaristía dominical celebrada en la Catedral, en la que también recalcó que «una ideología puede enseñar las cosas más inverosímiles».

Mons. Martínez defendió que los mandamientos y la ley de Dios no son un capricho de Dios, sino caminos de vida, y que cuando uno se aleja de esa vía se entra en una cultura de la muerte. El prelado añadió que la Creación ya tiene una ley que, en la mayor parte de los casos, se descubre con el sentido común.

Asimismo, el arzobispo de Granada criticó que, en ciertas carreras de la Universidad, se da a entender que el mundo es simplemente una cantera y que la finalidad de la vida humana es económica. «Mentira podrida. Y bastaría la razón, una razón libre, de prejuicios ideológicos para darse cuenta de ello», aseguró.

A continuación, puede leer íntegra la homilía del arzobispo de Granada cuya transcripción recoge la página web de la Archidiócesis:

Mi queridísima Iglesia del Señor, Esposa amada de Jesucristo, que tengo la misión de servir y de querer como el Señor os quiere;

La verdad es que las lecturas de hoy nos ponen una perspectiva de la vida moral cristiana en un sentido preciosa, ilumina muchas cosas de nuestra vida. Yo creo que la primera de todas tiene que ver con lo que dice la Primera Lectura y hemos repetido en el Salmo de alguna manera. La Primera Lectura nos dice: Yo te pongo delante la vida y la muerte, yo te pongo delante el fuego y el agua, y tú escoges. Pero descubrir que la ley del Señor es una ley de vida; que el Señor no quiere para nada hacernos la vida fastidiosa; que los mandamientos de Dios y la ley de Dios no son, en absoluto, un capricho de Dios, sino que son caminos de vida, y que cuando nos alejamos de esos caminos entramos en la muerte, entramos en una cierta cultura de la muerte, que el pecado nos empequeñece, ofende a Dios porque nos empequeñece a nosotros, le da tristeza a Dios porque nosotros nos acercamos a una muerte que es peor que la muerte física, porque es la muerte de nuestro ser, de nuestra alma.

La Creación ya tiene una ley. Y esa ley, en la mayor parte de los casos, la descubre en parte la ciencia, la descubrimos con el sentido común: apenas empezamos a usar de la razón, uno se da cuenta que aunque llegaría mucho más pronto al suelo bajando del cuarto piso por la ventana, no es bueno bajar por la ventana aunque se llegue antes porque se espanzurraría, y eso es una ley de la Creación. Uno baja por la escalera, o baja por el ascensor, o baja de otra manera, pero no baja por la ventana, aunque es el camino más corto. ¿Por qué? Porque las cosas son como son y las respetamos. Yo recuerdo todavía un niño de cuatro años que un día me decía que él lo podía todo, que no había cosas que no podía hacer. Digo: hay una cosa que no puedes hacer, por ejemplo, volar. Y estuvimos un buen rato él y yo, él trataba de dar un saltito, hasta que comprendió que no podía volar. ¿Por qué? Porque no podemos volar los seres humanos.

Esa es, por así decir, una ley que está en las cosas y aprendemos a respetarlas. No siempre conocemos las leyes de esas cosas y no sólo por falta de ciencia, también porque el pecado nos afecta. Un sacerdote amigo mío suele decir que Cristo no ha venido sólo para que seamos buenos; que Cristo ha venido también para enseñarnos a distinguir una patata de una rosa y un hombre de una mujer. Ponía más ejemplos pero yo no me acuerdo de los que ponía. Y para descubrirnos que las patatas son muy feas pero se comen, y las rosas son muy bonitas, pero si te comes una rosa, te llenas la boca de sangre y, además, destruyes la belleza de la rosa. Y que un hombre se siente una mujer… A veces, nos cegamos tanto. Yo pienso ahora mismo en todas las implicaciones de la ideología de género, que, además, trata de imponerse como ley en la educación de los niños. Hay una patología detrás de eso. Hay una cortedad y una torpeza de la inteligencia.

Somos iguales en dignidad, ¿cómo no lo vamos a ser? Pero no somos intercambiables más que para los intereses del mercado, y del Ministerio de Hacienda. Pero nada más. En la vida, en la vida real, somos iguales en dignidad, hermanos y compañeros, y tenemos el mismo destino: participar de la vida nueva en Cristo. Pero, en todo lo demás no reaccionamos igual, no pensamos de la misma manera. Pero hasta eso, perdemos el contacto con lo natural y una ideología puede enseñarnos las cosas más inverosímiles. Y por lo tanto, necesitamos de la gracia de Cristo también a veces para descubrir que la naturaleza, por ejemplo (por poner otro ejemplo que no tenga que ver con la ideología de género), que la naturaleza no es simplemente una cantera para explotar, que cuando la tratamos como una cantera para explotar terminamos destruyendo la naturaleza y destruyéndonos a nosotros mismos.

La naturaleza es mucho más. Es un regalo a reconocer. Es un signo de la casa que Dios ha hecho para los hombres y para cuidar, como cuido mi casa, porque a lo mejor puede ser también la casa de mis hijos el día de mañana o la casa de otros, no la destruyo. Y sin embargo, en ciertas carreras de la Universidad se me da a entender, aunque no se me diga explícitamente, pero se me da a entender que el mundo es simplemente una cantera, y la finalidad de la vida humana es una finalidad económica. Mentira podrida. Y bastaría la razón, una razón libre, de prejuicios ideológicos para darse cuenta de ello. Pero no nos la damos. El Señor ha tenido que venir a iluminarnos. En ese sentido, la ley de Dios es siempre un camino de vida, incluso en aquellos casos en que no la entendemos.

Luego es verdad que el Señor fue muy libre con la ley judía. Pero libre, no en el sentido de despreciarla, no en el sentido de burlarse de ella, sino libre en recordar para qué era la ley; que la ley era para la vida del hombre, y que, por ejemplo, romper el sábado si era para salvar una vida, valía la pena romper el sábado, porque una vida humana vale más que un precepto como el del sábado. Y eso es lo que dice el Señor en el Evangelio de hoy. La ley esa que Dios nos ha dado para la vida: “Dichosos los que cumplen tus preceptos”, decíamos en el Salmo. Esa ley que el Señor nos da para que podamos vivir. El Señor no la elimina. En realidad, la radicaliza de una manera tremenda. No sólo el que mata a un hermano: pensar mal de un hermano, llamarle imbécil, es un delito, es un mal, es un daño, un daño para mi hermano y un daño para mí, calumniar.

Lo mismo en la relación hombre y mujer. El adulterio es un mal. Pero Jesús dice: El que mira a una mujer deseándola ya ha cometido adulterio. Es decir, hay otra forma de mirar. La ley de Cristo es infinitamente más radical. Pero no es porque añada dos mil preceptos más a los seiscientos que tenía la ley judía según los fariseos, sino porque la pone en un nivel más allá. Y para ese nivel necesitamos la gracia de Dios; para vivir según lo que nos propone Jesús, que luego es muy sencillo, porque todo se reduce a amar a Dios con todas tus fuerzas y amar a cualquier hermano tuyo como a ti mismo. Esa ley tan elemental, pero tan radical, que me abre la posibilidad a una relación nueva; relación nueva entre padres e hijos; relación nueva entre hombre y mujer, como decía San Pablo en un pasaje: “Ya no hay griego ni bárbaro (han caído todas las divisiones creadas por los hombres), ya no hay (como si fueran dos categorías de hombres diferentes) judío ni gentil, ya no hay esclavo ni libre, ya no hay hombre ni mujer (como dos categorías de seres humanos: los hombres los que deciden, las mujeres en segundo plano), sino que todos sois uno en Cristo Jesús”. Necesitamos el espíritu de Dios para vivir esa relación nueva, donde es posible una amistad verdadera; donde es posible con la gracia de Dios una relación y una amistad pura entre hombres y mujeres, y una colaboración buena para el fin del mundo, para el bien de los hombres; donde es posible el amor entre el hombre y la mujer, no como una pasión de luchas de poder, o de usar al otro para satisfacer necesidades mías afectivas, sexuales, del tipo que sean, sino deseando que el otro, que es diferente, que la otra, que es diferente, pueda cumplir su vocación, su participación plena en la vida de Dios.

Señor, nosotros hoy Te damos gracias por tu ley. Te damos gracias porque todo, todo lo que has hecho, lo has hecho para nuestro bien; la Creación, para nuestro bien; la ley del Antiguo Testamento, para nuestro bien. Y esa ley nueva que se reduce a ese “Amaos los unos a los otros como yo os he amado”, y ahí está resumido todo; esa ley nueva que no somos capaces de vivir así, mas que si Tú nos das tu gracia.

Danos tu gracia. Sostennos con tu gracia porque es la única manera en que se hace justicia a los deseos más profundos de nuestro corazón. Todos deseamos ser amados así. Ninguna mujer desea ser mirada con lascivia, ninguna. Le horroriza. Ninguno de nosotros deseamos que se nos mienta, o que se nos insulte, ninguno. Y sin embargo, no somos capaces de querernos como el Señor nos quiere. Danos tu espíritu, para que podamos mirarnos así, querernos así, tratarnos así. Y eso haría el mundo un lugar mucho más vivible, mucho más vivible. Y cuando no somos capaces, que sepamos pedir perdón: “Te he hecho daño, perdóname; no he entendido lo que tú necesitabas, no he entendido lo que a ti te hacía bien, he pensado solo en mí, me he olvidado. No sabía que te gustaba tanto el chocolate y me he comido yo todo el chocolate, perdóname”. No es más que un ejemplo.

Señor, danos tu espíritu, para que podamos vivir según los deseos más profundos que Tú mismo has puesto en nuestro corazón al crearnos.

Y cuando comulguemos, que sea hoy esa nuestra petición. Y que en ese amor por todos no nos olvidemos de los que pasan más necesidad, de los últimos. No derrochemos. Simplemente, como gesto de solidaridad con quienes no pueden derrochar porque no tienen ni siquiera lo necesario para vivir.

Vamos a proclamar nuestra fe.

+ Mons. Javier Martínez
Arzobispo de Granada

12 de febrero de 2017
Santa Iglesia Catedral de Granada

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Comentarios
16 comentarios en “El arzobispo de Granada advierte sobre la ideología de género que trata de imponerse como ley en la educación
  1. Repentino, soy de Granada y te digo que no te dejes llevar de historias. D. Javier es CRISTIANO, buena persona, ágil y sobre todo, lo que más falta hace: inteligente. Bastante tiene con las campañas que le levantan , absurdas pero hacen daño y crean confusión en bobilandia

  2. La LGTBI trata de imponerse en la educación… y en todo lo demás, comenzando con la policía del pensamiento, como ha sucedido recientemente con el escritor homosexual francés al que han querido impedir dar una charla. Se trata de una ideología marxista TOTALITARIA que predica y practica el odio al que piensa diferente. Si de verdad defienden la «diversidad», deberían defender la diversidad de pensamiento, que es la PRIMERA DIVERSIDAD que existe.

  3. También habría que investigar como es posible que decoren sus lugares de encuentro, saunas y cuartos oscuros, con instrumentos de tortura y se vistan con uniformes de estetica nazi y nadie les acusa de promocionar el nazismo.

  4. ¿Que una ideología puede enseñar las cosas más inverosímiles? ….. ¿Resurrección de Cristo? ¿Ascensión de la Virgen? ¿cielo? ¿infierno?…. ¿hablamos de cosas inverosímiles?

  5. El Papa y los Obispos como Éste, son los Profetas de hoy. Y La gente de hoy como la del A.T. los ridiculiza y los denigra. Pero tienen toda la razón. Y al final, cuando venga la debacle….. ¡ todos a llorar !

  6. Leo párrafo tras párrafo la homilia de Don Javier y me cercioro de que su fundamento es el mismo que el mío, pero expresado con seria inteligencia y a la vez, gracia popular y sencillez evangélica. Yo soy una profesora jubilada transexual y me parece que hay un solo punto que quisiera que meditáramos en común.
    Antes de llegar a eso, quiero decir porqué es profunda nuestra coincidencia y no se trata de un halago interesado. Don Javier habla de la ley moral natural, asequible muchas veces al simple sentido común. Ésa es la base más firme de la filosofía católica, el iusnaturalismo, y yo lo comparto de corazón, con matices que caben dentro de lo discutible. Esta escuela de pensamiento, por ejemplo, permite nada menos que distinguir entre lo legal y lo legítimo…
    Pues bien, ya hemos llegado al punto en que podríamos discutir entendiéndonos, es decir, usando el mismo lenguaje.
    «Y que un hombre se siente una mujer…», es la frase sobre la que se puede hacer este ejercicio de convergencia y matización. En sí, parece una contradicción lógica. ¿Pero y si nos refiriéramos a que «un intersex, o hermafrodita, se siente una mujer?» Empezamos a acercarnos, porque querríamos referirnos a que una persona biológicamente indefinida querría definirse más, como mujer en este caso.
    En estos momentos no tenemos pruebas concluyentes de que la transexualidad sea una intersexualidad, en el plano cerebral, pero persiste la investigación en este sentido, y quizás en un momento determinado se encuentren las pruebas que ahora faltan. Yo las siento en mi propia experiencia, y aunque aún no pueda demostrarlas ante otras personas, me siento bastante convencida ante mí misma.
    Habrá un tiempo de espera todavía, para que lleguen esas pruebas, pero las personas transexuales no podemos esperar para pedir el respeto por estos sentimientos.
    Agradezco a Infovaticana que me dé esta ocasión para dirigirme al Arzobispo de Granada, con quien estoy comunicándome por extenso por primera vez, por medio de estas líneas. Gracias, señor Arzobispo.

  7. Kim Pérez, ¿le importaría explicar aquí qué entiende usted por ley moral natural? ¿Se refiere a los Diez Mandamientos?

    ¿Cree usted que la moral es producto de la religión? ¿del cristianismo más concretamente? ¿cree usted que es posible una moral sin religión?

    Nada, gracias de antemano.

  8. Estimado José Carlos:
    La ley moral natural «está escrita en el corazón de cada humano», pues es accesible por la razón y el sentido común. Coincide con los Diez Mandamientos.
    Creo que la moral es fruto de esa ley natural. Creo firmemente en Dios, pero no me sujeto a ninguna confesión, precisamente para dejar hablar a esa ley escrita en el corazón humano.

  9. Estimada Kim:

    Si la ley moral natural estuviera escrita en el corazón de cada ser humano, a ella no se llegaría por la razón ni por el sentido común, todo lo contrario, transcendería a la propia razón. Hay una enorme incongruencia en su argumento.

    Si tal ley moral natural coincide con los Diez Mandamientos, entonces es tan pobre y perniciosa como los son aquellos.

    Dígame, usando la razón y el sentido común que menciona, ¿qué moral le sugieren los tres primeros mandamientos? ¿acaso puede desprenderse alguna moral de los mismos?

    «Amarás a Dios sobre todas las cosas.
    No dirás el nombre de Dios en vano.
    Santificarás las fiestas.»

    La razón y el sentido común, más bien parecen hablarnos de un Dios egocéntrico y narcisista en los dos primeros, mientras que el tercero, salvo torticeras interpretaciones que abundan por todas partes, no parece arrojar nada referido a la moral.

    El cuarto, el quinto, el séptimo, el octavo y el décimo, ciertamente pueden considerarse morales. Aunque cuesta creer, en primer lugar, que sin religión, todos estaríamos matándonos, robándonos, mintiendo etc, incluso en estos momentos.

    Y surge la terrible cuestión de enfrentarse a un Dios que considera que mentir o codiciar bienes ajenos son prohibiciones a hacer constar en su decálogo antes que el rechazo a la esclavitud, por ejemplo, que se nos relata en el Antiguo Testamento como algo normal y aceptado por el mismo Dios.

    De nuevo, ¿dónde reside la moral aquí?

    «Honrarás a tu padre y a tu madre.
    No matarás.
    No robarás.
    No darás falsos testimonios ni mentiras.
    No codiciarás los bienes ajenos.»

    Nos quedarían el sexto y el noveno, de los que habría tanto que decir, que a los solos efectos de mantener este mensaje dentro de unos límites de extensión aceptables, sólo diré que hacer coincidir la ley moral «natural» con unos mandamientos que prohíben precisamente realizar actos que son tan naturales como inherentes a la especie humana, es más incoherente que decir que a esa ley moral natural escrita en nuestros corazones se llega por la razón y el sentido común.

    No cometerás actos impuros.
    No consentirás pensamientos ni deseos impuros.

    Gracias.

  10. Nota: ¿Por qué me aparece el mensaje escrito de corrido sin respetar la estructura de párrafos que le he dado?

    Así publicado, se complica muchísimo su lectura.

    Gracias.

  11. ¿Ideología de género? En realidad lo que existe es un «concepto de género», esto es, lo que un pueblo, nación o país considera como masculino y femenino. Eso es cultural. Por ejemplo, en México, si alguien se vistiera con una falda corta sería considerado femenino, en Escocia, sería considerado muy masculino. Pero no se puede luchar en contra de un concepto, por eso la Iglesia Católica crea el espantajo bajo el término «ideología de género» a finales de la década de los 90s. a partir de ahí, y en adelante, La Iglesia Católica la presenta como una monstruosa doctrina de alguna organización satánica. Si alguien se da el trabajo, como yo lo hice, no encontrará ninguna organización que suscriba un documento articulado con el título de ideología de género como parte de sus lineamientos fundamentales.
    Así que, el arzobispo Francisco Javier Martínez sigue el guión de la campaña de su iglesia en hacer más grande y más feo al monstruo y los feligreses siguen propagando el término aunque no sepan y no entiendan qué es y contra quién están en contra.
    Pregúntense y traten de responderse: ¿qué es la ideología de generó y quien la suscribe?

  12. Estimado José Carlos,
    Le expondré mis convicciones, resumidas en los límites de este comentario, no pretendiendo convencerle, sino para que vea que están fundadas en largas reflexiones, en las que sé que puedo estar equivocada.
    El Universo entero está hecho con Lógica, en particular con una Lógica Matemática, como ya descubrió Pitágoras, y siguió Galileo, Newton, Einstein, Planck, Heisenberg… La Materia obedece a las Matemáticas, por ejemplo, en la relación E=mc2, nada menos que relacionando la energía con la masa y la velocidad de la luz, la energía atómica, que sigue esa relación matemática. Los humanos vamos descubriendo esa Lógica con nuestro razonamiento, gradualmente y expuestos al error.
    Una de las maneras de ver la Lógica consiste en empezar por ver lo que no es lógico. En la conducta humana, eso es lo que vio el Profeta Oseas (sigo la verdad donde esté, en la Biblia o el Corán o el Vedanta) cuando dijo
    “No existe ni verdad
    ni lealtad
    ni conocimiento de los dioses en esta tierra
    Perjuran
    mienten
    asesinan
    roban
    adulteran
    rompen los linderos
    sangre y más sangre”
    Describía el mundo sin ley en el que vivía, una especie de salvaje Oeste. El tercer renglón supone una especie de conciencia de que lo que ve no es lógico, no corresponde a ninguna ley que «debe estar por encima»…
    Al releer este párrafo puede verse que es lo inverso de los Diez Mandamientos, que son como el contenido de esa Ley que se ansía que ponga orden en ese mundo, como en el nuestro. Se pueden entender los tres primeros como el respeto a esa Lógica, que es mi fe.

  13. Pobre jose carlos garcia rodrigo. Debe ser muy triste vivir sin fe. Rezo por Ud. para que Dios le conceda la gracia de abrirse a Su gracia.

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