Star Wars (parte II)

|

star-wars

José María Pérez Chaves– La semana pasada, analizábamos la primera mitad de una las sagas familiares más conocidas de la historia del cine: La guerra de las galaxias. En esta segunda parte, profundizaremos en la trilogía que la siguió, ubicada cronológicamente antes de los acontecimientos presentados por aquella. En esta ocasión, las películas que la componen se titulan La amenaza fantasma (George Lucas, 1999), El ataque de los clones (ibíd., 2002) y La venganza de los Sith (ibíd., 2005), y narran la infancia y la juventud de Anakin Skywalker desde sus primeros pasos como aprendiz de Jedi hasta su conversión en el malvado Darth Vader, padre de Luke y Leia.

En efecto, como señalábamos en el anterior artículo, La guerra de las galaxias no deja de ser la gran tragedia de la familia Skywalker, destinada a restaurar la Fuerza, pero caída en desgracia por el poder que ejerció sobre ella el lado oscuro de la misma. Esta vez, se nos presenta la infancia de su patriarca, Anakin, que nació y vivió como esclavo en el desértico planeta de Tatooine hasta que fue rescatado por Qui-Gon Jinn, maestro a su vez de un joven Obi-Wan Kenobi. Dicho rescate es movido, sobre todo, por el convencimiento del primero de que aquel es el niño destinado al citado equilibrio de la Fuerza, es decir, el elegido. Para ello, Lucas recurre a la evidente figura del Mesías, haciendo nacer a este de una mujer que no ha tenido trato carnal con varón alguno.

A diferencia de la fe cristiana, sin embargo, este mesías está llamado al fracaso, pues, no obstante su crucial misión y el duro entrenamiento al que es sometido, se deja arrastrar por la tentación, que lo conduce al pecado. Toda la trilogía, pues, narra con minuciosidad este descenso, presentándonos a un neófito Jedi que se encara constantemente a los miedos que le impiden desempeñar su tarea, de manera principal, al amor que lo vincula a su madre y a la reina Amidala. Como ya indicamos en el texto precedente, esto forma parte del aroma oriental que impregna toda la saga, pues la lucha contra los sentimientos es el camino para alcanzar la ataraxia budista. Sin embargo, ayuda también a comprender el eterno combate que mantiene el hombre en su camino hacia el cielo.

En su libro Enseñarte podría. Viaje al fondo de “Star Wars” (Actas Editorial, Madrid 2015), Francisco Torres escribe: “Lo que nos dice el argumento es que el bien y el mal, los Jedi y los Sith, son excluyentes; que el equilibrio pasa por el fin de los Sith, porque son los que producen el desequilibrio de la Fuerza, o, trasladado de nivel de concreción, que, solo escogiendo el bien, se alcanza la paz, el orden y el equilibrio. El triunfo final de la luz sobre la oscuridad es una tesis cristiana; son los hijos de la luz los que vencen definitivamente a los de las tinieblas, y lo que hace Lucas es recuperar para siempre al ángel caído: Anakin/Darth Vader. El planteamiento histórico es lineal y no cíclico, más cristiano que oriental”.

Porque, a pesar de las sospechas que el escéptico maestro Yoda mantiene ante el consejo Jedi, el paso de Anakin hacia el lado oscuro (en un impagable grito de odio a su amigo Obi-Wan) no es definitivo, sino que está abierto a una reconciliación con el bien. Esta tiene lugar en el último episodio de la trilogía anterior, El retorno del Jedi (Richard Marquand, 1983), donde contemplamos que, gracias al sufrimiento padecido por su hijo y a la compasión que esto le suscita, renuncia a la oscuridad y abraza la luz. Por consiguiente, estas dos son la verdadera alternativa entre la que el hombre debe decidir, sabiendo que la segunda es la que encamina hacia el equilibrio y la paz que tanto anhela.

Como vimos en la primera parte de este opúsculo, George Lucas nunca ha dejado clara su condición religiosa, aunque ha mostrado abiertamente su fe en Dios. En ciertos momentos, ha admitido su interés por el budismo, pero también por el cristianismo que profesaban sus padres y en el que fue educado. Es posible, por tanto, que esto quede reflejado en estas cintas que aquí hemos analizado y que ya forman parte de esa cultura popular y familiar que arriba hemos indicado. Sea como fuere, son unas excelentes películas de aventuras que ponen de manifiesto la complejidad de la naturaleza humana y que instruyen en unos valores que pueden ser acogidos perfectamente por los niños de todas las generaciones.

¡Que la Fuerza os acompañe!

Ayuda a Infovaticana a seguir informando

Comentarios
2 comentarios en “Star Wars (parte II)
  1. Veo que han borrado los comentarios (entre ellos el mío) acerca de esta película. Es igual, yo sigo insistiendo: Por muy buenos principios que se quiera ver en la saga de Star War, la concepción de Dios que se plasma en estas películas está muy alejada de la concepción cristiana de la Divinidad e influida por otras cosmologías (la New Age, p.ej).

    Pueden volver a borrarme el comentario. Lo volveré a escribir.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

 caracteres disponibles