‘Mientras haya cristianos que nos necesitan, estaremos con ellos en Siria’

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“El riesgo merece la pena, y si esto termina mal y me pasa algo, creo que he vivido lo suficiente como para haber encontrado el sentido de la vida», cuenta el Padre Alejandro León, misionero salesiano en la guerra de Siria.

El Padre Alejandro León es un misionero salesiano que lleva más de 13 años viviendo en Medio Oriente y desde 2011 en Siria, precisamente cuando comenzó la guerra. Asegura que si está en ese país en guerra es para “ser signo de la misericordia y del amor de Dios” aunque implique arriesgar la propia vida y estar, en demasiadas ocasiones, cerca de la muerte.

Este sacerdote nacido en Venezuela en 1979 asegura que ha sido testigo de varios milagros, porque trabaja con los jóvenes para que dejen de lado la venganza y alberguen amor por la reconciliación, lo que les ha llevado a atender a familiares de extremistas musulmanes.

“Dar ese paso ha sido difícil, pero les ha sido muy liberador” y “se han dado cuenta de que esas mujeres y niños no tienen la culpa y que al final, también son nuestros hermanos”, comentó el sacerdote en entrevista concedida en Madrid a ACI Prensa.

Ofrecer lo que él había recibido

Desde su entrada en la congregación de Don Bosco, este sacerdote sabía que quería “ofrecer a los jóvenes la educación y la generosidad que él había recibido”. Por eso en 2003, cuando tenía 24 años, se ofreció a ir “a donde hubiera más necesidad” y sus superiores le indicaron Oriente Medio.

Después de estudiar en Egipto e Italia, el Padre León, que estaba recién ordenado sacerdote, fue enviado a Siria. “La guerra estaba empezando y yo acepté”, asegura.

Según cuenta, aceptar ir a un país en guerra sí le asustó, pero recuerda que una vez allí se dio cuenta de algo fundamental: “yo he tenido una vida muy feliz gracias a mi familia y a los salesianos y me da mucha lástima que hubiera tantos niños que no pudieran tener la misma oportunidad”.

“El riesgo merece la pena, y si esto termina mal y me pasa algo, creo que he vivido lo suficiente como para haber encontrado el sentido de la vida que es saberse profundamente amado por Dios”.

“A pesar de que como salesianos nos hemos comprometido con la obediencia a nuestros superiores, estos nos han dado mucha libertad para que solo se quedara en Siria quien quisiera. Creo que cada uno de nosotros, de los 7 que estamos en las tres comunidades, hemos vivido momentos fuertes de abandono, de entregarnos con decisión con todo el corazón al Señor y decirle que pase lo que pase estoy en sus manos hasta que Él quiera”, comparte a ACI Prensa el joven misionero.

La presencia salesiana en Siria

La presencia salesiana está en tres ciudades de Siria: en Alepo desde 1958, en Damasco desde 1990 y en Kafroun desde el año 2000. En estas comunidades viven en total 7 sacerdotes ayudados por numerosos laicos y jóvenes comprometidos.

Sus casas son conocidas en Siria como “oasis de paz”, porque buscan unir bajo el Evangelio y con Jesucristo a todos los cristianos de la zona.

El Padre León explica que en Siria “hay momentos en los que hay que atender a enfermos, moribundos o entierros y sabes que en el camino están cayendo misiles y bombas, pero son en esas situaciones en las que uno decide si va a estar al completo o tan solo a la mitad. Porque si nos quedamos en Siria no es para cuidar las paredes, sino para servir y ser signo de la misericordia y del amor de Dios en medio de la gente y eso implica arriesgarnos”.

“Arriesgar a veces nuestra vida aunque intentamos ser lo más prudente posible. Pero no puede ser que por defendernos a nosotros demos un servicio a mitad, nos quedamos para servir y decidimos que mientras haya cristianos que no necesitan, estaremos con ellos en Siria”.

Ese sentido de fidelidad y servicio a los cristianos está basado, según explica el P. Alejandro León a ACI Prensa, “en el sentido de familia que tan importante es para los salesianos”.

“Es fidelidad a Dios, a la gente y al espíritu de familia de los Salesianos. Si toda mi vida he hablado de la familia,  cuando realmente esa familia necesita nuestro apoyo y presencia, porque tenemos un pasaporte extranjero que nos permite irnos, yo no puedo cerrar los ojos y darles la espalda”.

“No juzgo si alguien tiene miedo y decide irse, ahí está la libertad y está bien utilizarla, pero en mi caso no podía hacerlo de otro modo”, asegura.

Cambiar la venganza por el amor

En su trabajo con los jóvenes, como director y coordinador general de las actividades que llevan a cabo en Siria los Salesianos, el P. León señala que el mayor reto es formarlos para que estén preparados para reconstruir su país cuando termine la guerra.

“Habrá compañías y países dispuestos a construir de nuevo los muros de las ciudades, pero se necesitará personas, jóvenes, muy preparados para reconstruir los corazones, las almas y el espíritu de esa sociedad, y eso tan solo lo pueden hacer gente del mismo pueblo y será la principal misión de los jóvenes sirios”.

Otra gran dificultad es “la idea cultural de la venganza, que está muy arraigada” que no nace del odio sino del “al amor por ese ser querido que ha muerto y al que hay que vengar por amor”.

“En Siria todos tienen a alguien a quien vengar”, lamenta el sacerdote y refiere que su trabajo también busca promover la reconciliación y no la venganza. Y parece que lo están consiguiendo.

“Habría que ponerse en la piel de esos muchachos y pensar cómo se han superado para ayudar y cuidar, por ejemplo, al hijo de aquél que mandó la bomba que mató a mi primo o a mi hermano”.

“Dar ese paso para muchos ha sido difícil pero también ha sido muy liberador. Se han dado cuenta de que al final los hijos de esos extremistas no tiene la culpa, son niños y al final también son nuestros hermanos”.

Según relata el P. Alejandro, la guerra y “el misterio del dolor” ha hecho que muchos de los jóvenes adolescentes con los que tratan los salesianos en Siria tengan graves dudas de fe.

“El problema del mal ha generado crisis de fe, pero con el testimonio y la cercanía, muchos jóvenes las han superado y después han podido tener una vivencia de Cristo mucho más auténtica”, indica a ACI Prensa.

De hecho, este país “ha sido de los que más vocaciones ha dado a la familia Salesiana, desde incluso antes de la guerra. También quienes durante la guerra han superado sus dudas, han alcanzado una profunda vida espiritual que les hace preguntarse qué quiere Dios de ellos. Y eso es algo precioso”.

“He sido testigo de milagros, pero todo ese bien que hemos logrado hacer ha sido gracias a la generosidad de mucha gente, en especial Misiones Salesianas, porque sin su ayuda hubiera sido imposible”.

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