«Solo podíamos quedarnos en nuestra ciudad bajo tres condiciones: apostatar de nuestra fe y convertirnos al Islam, pagar la yizia o la muerte», asegura el Padre Naeem en un testimonio recogido por el programa “Tras las Huellas del Nazareno”.
El Padre Naeem Ayub Shoshandy, un joven sacerdote iraquí de 33 años, servía a las comunidades cristianas de Qaraqosh, en la llanura de Nínive, hasta que fue expulsado por el Ejercito Islámico. En el relato de su historia, recogida por el programa “Tras las Huellas del Nazareno”, de la Fundación EUK Mamie – HM Televisión, este sacerdote habla del fuego de los morteros, los cuerpos sin vida de los niños que jugaban en la calle y la decisión de salir de Nínive para salvar la vida tras la llegada del Estado Islámico.
“Después de que cayera Bagdad, la capital de Irak, empezó la persecución de los cristianos. La masacre comenzó en Bagdad, en Irak”, relata el sacerdote. Asegura, además, que «antes de que los americanos ocuparan Irak, en la época de Saddam Hussein, los cristianos vivían en paz y seguridad. Pero después de que Bagdad cayera, o como dicen los políticos ‘después que se liberara Bagdad’, estos términos que utilizan…, la vida de los cristianos empezó a ser mucho más difícil».
El Padre Naeem afirma que, a partir de ese momento, los cristianos fueron siendo masacrados, asesinados solo por el hecho de ser cristianos, muchas veces solo al ver su carnet de identidad.
El testimonio de este joven sacerdote iraquí es estremecedor: “En esa época empezó a haber secuestros, había asesinatos y también comenzó la expulsión de los cristianos de unos lugares a otros. La vida para los cristianos se fue dificultando… Luego oíamos que, por ejemplo, habían bombardeado una Iglesia, que la habían arrasado completamente, y también casas de cristianos… Muchos sacerdotes y obispos fueron secuestrados y algunos asesinados”.
A pesar de la difícil situación de los cristianos tras la caída de Bagdad, todavía podían vivir en sus ciudades. Hasta que llegó el día 6 de agosto de 2014, cuando el Estado Islámico entró en la llanura de Nínive: “El 6 de agosto de 2014 fue un día negro. Fue el día en que nos expulsaron de allí”.
«Lo hemos dejado todo, absolutamente todo, para poder salvar y mantener nuestra fe. Porque solo podíamos quedarnos en nuestra ciudad bajo tres condiciones: apostatar de nuestra fe y convertirnos al Islam, pagar la yizia o la muerte”, relata el Padre Naeem.
Aunque tenían la esperanza de que esa situación iba a ser breve y podrían volver a sus hogares, no fue así. El calurosísimo mes de agosto lo pasaron bajo los toldos de las tiendas de campaña, que eran auténticos hornos, sin ningún tipo de intimidad. Al calor del verano, le sucedería el frío de un invierno aún más duro.
«En medio de toda esta situación tan desesperante para la gente, los sacerdotes ayudaron muchísimo. La gente les llama los hijos de la resurrección, porque la esperanza nunca les abandonaba a través de ellos», asegura este sacerdote.
Ante la pregunta de la convivencia entre musulmanes y cristianos, el P. Naeem se expresa así: “Siempre nos preguntan eso y, realmente nosotros tenemos esta esperanza (que cristianos y musulmanes pueden convivir), creemos en esto. Pero algunas veces el ser humano puede caer en la desesperanza, porque uno puede querer vivir en paz con los otros, pero los demás pueden no querer vivir en paz contigo. En la actualidad resulta muy difícil la convivencia. Hace tiempo sí, podíamos vivir juntos. Siempre hemos vivido juntos… Pero las personas que antes entraban en nuestras casas como amigos, también dejaron al ISIS entrar en las suyas… Y han terminado convirtiéndose al ISIS”.
El perdón que están demostrando nuestros hermanos cristianos iraquís es verdaderamente ejemplar. El P. Naeem tiene en esto su propia y emocionante historia: “Algo personal que puedo contar es la experiencia del asesinato de mi propio hermano… Nosotros, poco tiempo después de que mataran mi hermano, nos vimos cara de cara con los asesinos. No es una situación fácil perdonar, pero como soy realmente cristiano les perdono. Cuando pienso en Jesús en la Cruz y en cómo perdonó a quienes le hicieron esas maldades, pienso que si Cristo hizo esto, ¿quién soy yo para reaccionar de otra manera? Eso me hace ser un cristiano de verdad, y no solo un cristiano de «carnet de identidad»”.
El sufrimiento ha sido para el P. Naeem una escuela de fe: “La fe ha ido aumentando en mí. Descubrí su importancia y valor prácticamente en los principios de lo que sería mi vocación sacerdotal… La fe ha sido el apoyo donde muchas veces, en momentos duros he encontrado mi fortaleza. Ha sido como el cimiento de todo un recorrido. Y la que me ha sostenido en muchos momentos en los que incluso me echaba a llorar”.
Las últimas palabras del P. Naeem en esta entrevista son como una oración: “No hay nada mejor para nosotros, ni que nos fortalezca más, que el que nos recuerden en sus oraciones. Hay que pedir al Señor, pidamos a Dios que entre en las almas de aquellos que nos persiguen… Hay que pedir hasta alcanzar de Dios el poder vivir con libertad nuestra dignidad de ser hijos de Dios… Ser hijos de Dios y vivir humanamente, vivir como seres humanos”.
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Qué pena de sacerdotes católicos lo que están pasando¡. Dios mio no consientas tanto sufrimiento, escarnio y vilipendio hacia los católicos.
Pero Bergoglio no quiere hablar de la persecución islamista, en aras de un falso ecumenismo, que, hasta la fecha, sólo ha servido para diluir el catolicismo en la sopa de letras de las religiones, con la excusa de que también hay católicos fundamentalistas que matan a sus suegras o sus novias. El rigor intelectual de frases de este jaez es nulo.