El niño cristero: Un niño muy hombre

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Por Kiko Méndez Monasterio, director de gaceta.es

Pobre Méjico, tan lejos de Dios, tan cerca de los Estados Unidos, como sentenciaba Porfirio Díaz, aunque quizá no es cierto del todo, que de Dios no estaba lejos, sólo que algunos se empeñaban en que lo pareciese, y aquello acabó en tragedia porque los dedicados a ese objetivo perverso eran su oligarquía, masona y revolucionaria, la misma que desencadenó contra el catolicismo una de las persecuciones más brutales del siglo pasado.

Es complicado, por abundantes, elegir un ejemplo de heroísmo en la“cristiada” -la rebelión popular mejicana en defensa de su Iglesia- que al igual que la de la Vandea es mucho más que un combate de religión, porque fueron las últimas trincheras de un mundo desaparecido, cuando el hombre importaba más que la ideología y que el Estado, y se rebelaba ante la esclavitud que imponía la una y el otro.

Por señalar el contraste del tipo humano -y ahora que nuestras adolescencias se alargan hasta lo patético-, será bueno fijarse en el ya beato José Sánchez, al que el ejército cristero ni siquiera quería admitir en sus filas por su corta edad. Se ofreció entonces a servir de enlace, a cuidar caballos, a engrasar las armas, y con trece años acabó alistado entre los rebeldes, llegando a ser su abanderado.

El 6 de febrero de 1928, sitiada su unidad por tropas muy superiores, el general cristero Guízar Morfín ordenó la retirada, cuando un plomazo dejó muerto a su caballo. Se acercó entonces José Sánchez y descabalgó de su montura para ofrecérsela al jefe: “Mi general, coja mi caballo y sálvase, que es usted más necesario a la causa que yo”.

Así acabó el adolescente en manos de los federales, que en el interrogatorio se burlaron de su corta edad y de su rendición. “No me he rendido, me habéis apresado porque se me acabaron las balas”.

Fue puesto a disposición del diputado Rafael Picazo, que mandó encerrarlo en una Iglesia convertida en cárcel para rebeldes. También servía el templo como corral de los gallos de de pelea del político, y como al cristero no le parecía bien aquella función del recinto sagrado, aprovechó la noche para desatarse y acabar con las aves, una a una, retorciéndoles el pescuezo.

Descubierto el sacrificio de los gallos, llevaron a José Sánchez a presencia de Picazo, y como el chaval unía un valor muy adulto con cierta desfachatez infantil, explicó sin miedo que “la Casa de Dios es para orar, no para albergar animales”.

Si no lo mataron allí mismo fue porque Picazo ambicionaba cobrar un rescate, pero José, al enterarse de ello, hizo llegar a su familia la prohibición de que pagaran ni un sólo peso para salvar su vida.En cualquier caso la cantidad que exigía Picazo era demasiado para los suyos, que aunque llegaron a ofrecer todo lo que poseían no pudieron evitar la tragedia.

Le desollaron las plantas de los pies, y le sacaron de la prisión, haciendo que en carne viva caminara por un pedregal hasta el cementerio. Allí lo cosieron a bayonetazos, y como a cada herida respondía con un “Viva Cristo Rey”, al final un oficial puso fin a la carnicería descerrajándole un tiro en la cabeza. Antes de eso le habían preguntado si quería algo para sus padres. “Que nos veremos en el Cielo”, contestó el muchacho, aunque ya se había despedido, con esta carta, el día que lo apresaron:

«Mi querida mamá: Fui hecho prisionero en combate este día. Creo que en los momentos actuales voy a morir; pero nada importa, mamá. Resígnate a la voluntad de Dios; yo muero muy contento porque muero en la raya al lado de Nuestro Señor. No te apures por mi muerte, que es lo que me mortifica. Antes, dile a mis otros hermanos que sigan el ejemplo del más chico, y tú haz la voluntad de nuestro Dios. Ten valor y mándame la bendición juntamente con la de mi padre. Salúdame a todos por última vez y tú recibe por último el corazón de tu hijo que tanto te quiere y verte antes de morir deseaba»

Nació en Michoacán, Méjico, el 28 de marzo de 1913. Era el tercero de cuatro hermanos, y siguió a los dos mayores cuando estos se incorporaron a la insurrección cristera, un movimiento popular que se opuso con las armas a la persecución religiosa llevada a cabo por el presidente Plutarco Elías Calles. Fue asesinado cuando sólo contaba catorce años, el 10 de febrero de 1928, beatificado en 2005, durante la festividad de Cristo Rey, y finalmente canonizado el 16 de octubre de 2016.

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Comentarios
3 comentarios en “El niño cristero: Un niño muy hombre
  1. Eso de escribir México con j es necedad o arcaísmo los mexicanos no lo escribimos con j y el nombre oficial no lleva j. Sobre jose sanchez del río me recuerda a los hijos de santa rita, creo que Dios en su providencia prefirió preservarlo limpio a que manchara sus manos de sangre

  2. Este niño les da sopa con hondas al 90% de los cardenales actuales, que no sabes defender la Fe como la defendió este Niño-Hombre con la ayuda de la gracia divina, que nunca falta a quien la pide.

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