El Papa Emérito cuenta en el libro Últimas conversaciones una anécdota que vivió junto a San Juan Pablo II que le marcó para siempre.
En el libro-entrevista titulado Últimas conversaciones, -cuya edición en castellano será publicada el próximo mes de octubre por la editorial Mensajero-, el Papa Emérito hace balance de su pontificado en conversación con el periodista alemán Peter Seewald
¿Cuál es la anécdota que más le gusta contar sobre usted y Juan Pablo II?
Cuando el Papa llegó a Munich, con motivo de su primer viaje a Alemania, vi que tenía un programa diario monstruoso, estaba constantemente bajo presión, desde la mañana hasta la noche. Entonces pensé: ¡No puede ser! Es necesario que tenga un momento de tranquilidad. Tenía prevista una agradable pausa durante la hora del almuerzo. En el palacio arzobispal teníamos una agradable apartamento. El Papa acababa de llegar y me llamó y me dijo que subiera rápidamente. Le dije: «Santo Padre, ahora, sin embargo, debe descansar.» -«Para descansar tengo toda la eternidad»-, me respondió. Creo que este ejemplo ilustra perfectamente su carácter: para descansar tengo toda la eternidad. Era incansable.
Ayuda a Infovaticana a seguir informando
Seguramente lo de Mónaco es una errata, ¿no?