Un tribunal noruego ha condenado a Merete Hodne a pagar una multa de 10.000 coronas. La acusada ha asegurado que «cuando veo un hijab veo un símbolo político, no pienso en religión sino en ideologías y regímenes totalitarios».
Un tribunal noruego ha condenado este lunes a pagar una multa de 10.000 coronas (algo más de 1.000 euros) a una peluquera que negó la entrada en su establecimiento en Bryne (sur del país) a una mujer que llevaba el hijab (velo islámico).
El hecho ocurrió el pasado 4 de octubre, y debido a que la peluquera no quiso pagar la multa tras ser acusada de «discriminación religiosa» ha sido juzgada en la primera causa que se celebra en el país noruego debido a problemas con el hijab, en el que se enfrentaba a una pena de seis meses de cárcel.
La sentencia, que le obliga además a asumir los costes del juicio, considera a Merete Hodne culpable de un delito de discriminación por motivos religiosos contra la joven Malika Bayan. «La corte no tiene duda de que la acusada actuó de forma intencionada, de que a sabiendas quiso discriminar a Bayan echándola de la peluquería porque era musulmana», consta en el fallo.
La noruega Hodne ha asegurado en el juicio que sufrió «ansiedad» cuando vio a Bayan y a una amiga con el hijab en su local, porque para ella el velo es «un símbolo de extremismo político». Además, ha explicado que le preguntaron «cuánto costaba cortarse el pelo» y que cuando les dijo que no aceptaba a clientes con esa prenda, se fueron.
Asimismo, Hodne -que según medios noruegos pertenece a movimientos «antiislámicos»- ha asegurado que «cuando veo un hijab veo un símbolo político, no pienso en religión sino en ideologías y regímenes totalitarios». «He dedicado mi vida a esto. No soy racista. Soy una activista política que lucha contra el Mahometanismo de Europa. No soy crítica contra los musulmanes, sino contra la ideología del Islam», explicó la peluquera en la cadena de televisión TV2.
Por su parte, la musulmana ha asegurado que la peluquera ni siquiera le dejó hablar al entrar en el local y que le sugirió ir a otra peluquería.»Me hizo daño de varias maneras. Me sentí pequeña, estúpida, no integrada, herida. No podía entender por qué un pañuelo en mi cabeza podía provocar eso», ha asegurado la joven.
Cabe recordar que este lunes, el juez solamente ha acordado el alejamiento de centros religiosos católicos al marroquí que incendió la iglesia de Fontellas a pesar de que éste haya asegurado no arrepentirse y “haberse ganado el cielo” tras quemar la Virgen y parte del templo.
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¿Cómo se sabe que no anda detras del jihab un terrorista or una terrorista suicida?
Sabían que era activista y la provocaron. Picó el anzuelo y han mandado un aviso a navegantes. Ahora si entra un terrorista en un local lo tendrá más fácil, pues no lo hecharan por temor a la multa y escarnio social. Ya lo dijo el cardenal Sarah, el islam y las lgtb son obra del maligno.
Los locales comerciales tienen derecho de admisión, no se en Noruega, pero en España, creo recordar que sí. Seguramente sabían de su compromiso político y han querido dar «un aviso a navegantes»
El hijab enseña la cara muy bien. No hay que confundirlo con el burka ni con el niqab. Con el criterio de ir tapada así ni la Bardot, ni Grace kelly en su juventud que usaban sus buenos pañuelos y turbantes serían admitidas en ningún sitio… Y ni la admiradísima jequesa de Qatar que hasta la ha recibido el papa. Con tanto lío propongo que se promueva la prohibición del antifaz en todas las fiestas con disfraces. Además así conseguimos que TODOS, ganaremos en seguridad.
Ver en magen http://i.imgur.com/3kWEDtW.jpg
Por cierto uso sombrero de todo tipo y fui a misa con velo.
Qué divertido… Voy a probar:
Cuando veo un hijab yo pienso en … una toalla, Y claro, me dan ganas de limpiarme la cara y luego tengo problemas.
Cuando veo un hijab yo pienso en … una alfombra voladora. Y me dan mareos.
Cuando veo un hijab yo pienso en … la religion. Y ya se sabe que nada bueno puede salir de la religión.
Cuando veo un hijab yo pienso en … las monjas. Porque la vestimenta se parece mucho…
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Tiene tela pensar que lo que alguien «piense» sobre la vestimenta de otra persona pueda tener alguna importancia fuera de su cabecita.