Marcar la X: ¿Ayudar a la Iglesia en sus necesidades?

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En pleno ecuador de la campaña para la declaración de la renta, la CEE saca su artillería mediática para arañar un puñado de euros. La X no se dedica a fines sociales, sino a retribución del clero y gastos burocráticos de la Conferencia Episcopal.

Mientras nos acercamos al final del mes de mayo la ‘campaña de la renta’ va llegando a su recta final. Vamos a tratar de entender en qué consiste el mecanismo por el que la Iglesia que peregrina en España obtiene casi la mitad de sus ingresos.

En España, las personas físicas deben realizar, cada año, una declaración de los ingresos obtenidos en el ejercicio anterior. Veámoslo con un ejemplo.

Pablo trabajó el año pasado en dos empresas diferentes, estuvo tres meses en el paro y vendió una casa que había heredado. Después de horas calculando, al final, de todos los ingresos obtenidos, le resulta una cuota de impuesto a pagar. Pongamos 5.000 €. Ya sabe que, haga lo que haga, y después de aplicar todas las deducciones posibles, va a pagar 5.000 € a la Hacienda Pública. Ahora tiene cuatro posibilidades, partiendo de 5.000 € que, virtualmente, ya no son suyos:

  • Puede decidir que los 5.000 € vayan íntegros a las arcas del estado, entonces no marcará ninguna de las dos X.
  • Puede decidir que de los 5.000 € que le toca pagar a Hacienda, ésta destine 35 € a la Conferencia Episcopal Española, para lo que tendrá que marcar la casilla de la Iglesia Católica.
  • Puede decidir que de los mencionados 5.000 €, Hacienda destine 35 € a fines sociales diversos, para lo cual marcará la casilla de fines sociales.
  • ¿Y si marca las dos X? Puede indicar a los poderes públicos que de los 5.000 € debe destinar 35 € a fines sociales y otros 35€ a la CEE. En eso consiste marcar las dos casillas.

¿Qué significa esto? Que en ningún caso se puede hablar de que el dinero que la Conferencia Episcopal recibe de los fieles por esta vía sea “una aportación voluntaria”, pues el contribuyente decide aquí el destino de unos fondos que ya no le pertenecen, sino que engrosan la cuota tributaria que le toca pagar. ¿A quién se le ocurrió llamar a esto «aportación voluntaria de los fieles»? ¿No se trata, a todas luces, de una servidumbre de la Iglesia para con el poder político? Distinto sería si, además del impuesto, el contribuyente pagara un 0,7% más para dichos fines.

El dinero recaudado a favor de la Iglesia Católica, lejos de servir a fines sociales, es utilizado por la CEE para pagar sueldos de 22.000 curas (se sitúan en torno a los 1.000 euros, pero limpios de polvo y gastos como casa, luz, agua, teléfono… y a los que pueden añadir otros ingresos), gastos de funcionamiento de la Conferencia Episcopal, sueldos de obispos incluidos, publicidad y propaganda de las campañas, financiación de 13TV, universidades eclesiásticas, pago del IVA…

Otras partidas tienen como fin “actividades pastorales específicas”, un cajón de sastre que incluye cuestiones variadas: El propio Barriocanal admitió al presentar las cuentas que “no existe limitación por parte del Estado”, de modo que se puede gastar en lo que quieran, incluida la cadena Cope o como sostén de la 13TV para aliviar sus tensiones de tesorería. “Hubo un tiempo en que la Iglesia católica tuvo que hacer catedrales. Ahora hay otro en el que publicamos libros, damos mensajes de radio, televisión o cualquier otro…”. Hemos pasado del románico y el gótico a Isabel Durán y Salvador Sostres.

Ante esto, cada vez son más los católicos que optan por ayudar directamente a la Iglesia: Eligen una parroquia, un movimiento, un convento de religiosas o una asociación pública de fieles, y se suscriben con una cuota fija al mes.

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