Uno fue baleado en un conflicto bélico, el otro se derrumbó jugando al fútbol. Ambos aprendieron del poder de la oración expresada con fe, único secreto de la mediación extraordinaria y también la que pasa desapercibida a cada instante.
En todo el mundo son miles quienes dan testimonio del amor de Dios alcanzado por su mediación. Muchas de ellas y ellos, sin siquiera haberlo pedido incluso, pues fueron sus madres, esposas, hermanas, amigas, quienes imploraron aferradas a su fe, blandiendo ante padre Pío la poderosa arma del creyente: la oración.
Así lo experimentó Ricardo Reñones en Chile (a más de 12 mil kilómetros de distancia en línea recta de Pietrelcina,Italia) y el sonidista Abner Machuca, cuyo cráneo fue traspasado por una bala mientras cubría para la televisión chilena la dramática guerra de los Balcanes.
Tras ser baleado en los Balcanes el santo lo visita
El 27 de mayo de 1999 Abner Machuca, sonidista del programa Informe Especial del canal de televisión chileno TVN fue baleado en la cabeza mientras cubría junto a sus colegas el conflicto bélico en los Balcanes. Desde la frontera con Yugoslavia lo trasladaron de gravedad a un hospital neurológico en Pisa, Italia, donde lo estabilizaron; y aunque recuperó la conciencia su pronóstico era incierto, pues además de tener paralizado el lado izquierdo del cuerpo, habían severos daños en el cerebro.
Desde que se enteró en Chile y mientras viajaba hacia Italia, su madre se mantenía en permanente oración, encomendando la vida de Abner a la mediación del padre Pio, rezando el rosario…
En esas mismas horas previas al arribo de su madre Abner tuvo una particular visita, cuya total dimensión comprendería cuando ella llegara…
“En eso que se va el enfermero aparece un sacerdote con hábito café, cruza por mi cama, se pasa al lado izquierdo mío, me toma la mano -yo tenía paralizado el lado izquierdo-, dijo unas palabras en italiano ¡Y ahí empecé a mover la mano…! Al día siguiente cuando llegó le dije a mi mamá… y ella ordenando su cartera sacó una figurita del padre Pio… Yo le dije: «¡Él fue quien me vino a ver!» Mi mamá no lo podía creer… Él era una presencia real, era real, porque yo estaba absolutamente consciente, ya había salido de la UTI”.
Abner tuvo luego una excelente recuperación, que los médicos no podrían explicar por causas naturales, ni debido a sus esfuerzos o medicinas. Su testimonio sería pronto conocido en Chile e iluminaría unos meses después el camino que otro hombre habría de recorrer estando desahuciado…
«Le pegué la imagen en el corazón con cinta adhesiva…»
El 10 de agosto del año 2000, pocos días después de haberse casado civilmente con Isabel Guzmán, el joven Ricardo Reñones terminaba de jugar un partido de baby-fútbol cuando comenzó a sentir una dolorosa opresión en el pecho. “Era como si te apretaran el corazón y paras de respirar, sin ni siquiera pensar… ¡Sabes que te estás muriendo!”, cuenta a la audiencia del programa “Contacto” del canal 13TV de Chile.
Su esposa Isabel llegó a la Clínica cuando Ricardo estaba saliendo del primer infarto, pero luego vino otro y perdió el conocimiento. De inmediato los médicos le trasladaron al pabellón de cirugía para intentar salvarlo. “Gracias a Dios resistió la primera operación, pero con escazas probabilidades de que siguiera vivo, su corazón funcionaba solo a un 10%, nada más”, recuerda Isabel. También el doctor J. Mackenney, amigo de la familia, rememora esos momentos… “Bueno, el estaba absolutamente por debajo de todos los valores compatibles con la vida. Objetivamente si uno miraba los exámenes y veía los resultados no entendía por qué estaba vivo…”.
El deceso de Ricardo era tan inminente para los médicos que recomendaron se informase a los cirujanos de trasplantes encargados en la Clínica de la donación de órganos… Pero Isabel no se iba a rendir así, ella y cientos que la apoyaron remecerían el cielo con sus Ave Marías teniendo un particular amplificador de sus ruegos: el mediador padre Pío…
Al salir, Isabel se sumó a rezar el Rosario con casi doscientas personas que se habían reunido en torno a un improvisado altar a pocos metros de la habitación. Y lo inexplicable ocurrió. A las seis de la tarde Ricardo Reñones recuperó la salud, salió del coma inducido y recibió a su esposa sentado en la cama, bebiendo agua…
Así recuerda él mismo esos primeros instantes: “Una cosa me pareció rara cuando me desperté y era que mis brazos estaba lleno de catéteres u otras cosas… y abajo de las telas adhesivas que los afirmaban vi unas ramitas, que tenían un aroma súper agradable. No se me ocurrió nada más que decirle a Isabel: «¡Oye, qué buena idea!, para no sentir este olor a clínica, ¡nada mejor que te pongan unas ramitas olorosas…!» Y la verdad es que nunca existieron. Estas ramitas fueron producto de mi imaginación. Pero a los tres días cuando leí sobre el Padre Pio, ahí supe que siempre él aparecía manifestando olores gratos…. Yo nunca lo vi, pero, ¡sentir ese aroma!, ¡sentir ese cariño!, fue una experiencia ¡Fue una experiencia!…”, señala emocionado y agradecido.
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