Su nombre es Katherine Zappone, y ha sido nombrada ministra de Infancia y Juventud por el conservador y demócrata cristiano Enda Kenny, a pesar de que sus circunstancias personales puedan condicionar el ejercicio de su nuevo puesto.
Tras ser reelegido como primer ministro irlandés, el conservador y demócrata cristiano Enda Kenny ha nombrado a Katherine Zappone como la nueva ministra de Infancia y Juventud del país, quien a partir de ahora se encargará, de forma previsible, de que la doctrina del lobby LGTB inunde las aulas del país irlandés.
De origen estadounidense, Zappone estudió en la Universidad Católica de América y en la Universidad de Dublín. Actualmente tiene 62 años, y lleva diez años casada con Ann Louise Gilligan, que decidió colgar los hábitos para venir a trabajar a España. En la actualidad, ambas son conocidas por su incansable defensa del movimiento LGTB, lucha a favor de la ideología de género y del mal llamado matrimonio homosexual.
Además, según el diario irlandés Irish Central, Zappone ha señalado en más de una ocasión que al aceptar el cargo se compromete a “reducir la pobreza y lograr una mayor igualdad para las mujeres, las personas con discapacidad, las familias monoparentales y la comunidad LGTB”.
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¡Qué felices aparecen siempre las lesbis!, justo lo contrario de la realidad. En fin que les regalen una Barbie y un Geyperman y que ellas se las repartan para jugar. Unos días una hará de macho y otro día de hembra, según se sienta en cada momento en aplicación de las nuevas normativas vigentes en muchos de nuestros progretontos países. Y por favor autoridades de la Iglesia que aún retienen la cordura (no todos evidentemente) los exámenes para monja que no los hagan en Gran Hermano.
No es de extrañar que en la católica Irlanda se haya llegado a ese desmadre, tras muchas décadas de encubrimiento de la pederastia, y otros abusos sexuales, por la jerarquía eclesiástica. Como consecuencia de ello, la Iglesia ha perdido su autoridad moral, y la mayor parte de la sociedad no ve ningún inconveniente en reconocer cualquier tipo de convivencia de componente sexual, siempre y cuando haya consentimiento entre las partes.
Es como poner a un panadero a dirigir una fábrica de coches. Dios no asista.
Pobres niños