Arranca la CVII Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española (CEE). La incertidumbre política que vive España y la actual situación difícil y prolongada puede dejar heridas en la convivencia social. Es la advertencia que lanzan los obispos españoles y que se ha encargado de transmitir Ricardo Blázquez, presidente de la Conferencia Episcopal, durante el discurso inaugural de la CVII Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española (CEE). Blázquez, en el inicio de la nueva reunión de los obispos españoles, ha decidido abordar la compleja situación política actual y ha pedido a los representantes políticos que realicen «un ejercicio de diálogo y generosidad entre los partidos políticos». El presidente de los obispos observa que «abundan las descalificaciones personales y los insultos que nunca son razones» y advierte de que la «desacreditación mutua hace imposible una reflexión serena sobre los problemas básicos y las tareas pendientes». «Con las hipótesis diversas y de hondo calado, nos hallamos como ante una encrucijada», afirma Blázquez, quien pide a los responsables de la gestión de los resultados electorales que prevalezca claramente el bien común sobre los intereses particulares porque «esta situación tan difícil y prolongada puede dejar unas heridas en la convivencia social». Traslada el temor de los obispos porque, a su juicio, «se han removido hasta los cimientos de nuestra convivencia como pueblo» y advierte de que «cuando esto acontece y tememos que acontezca, vacilamos y nos sentimos desconcertados, mirando al futuro con particular aprensión». Ante esta situación, Blázquez recuerda algunas realidades que garantizan «mayor estabilidad y una mirada más confiada al futuro» como la Constitución que, a pesar de que reconoce que hay aspectos que deber ser actualizados, no ve razonable ni legítimo poner en cuestión sus líneas fundamentales. «Sin esta casa común quedaríamos a la intemperie», alerta. También se refiere a la actitud de Europa en la crisis de los refugiados y denuncia como un signo de «miedo y debilidad» el cierre de las fronteras «para defender nuestro nivel económico». Reclama a los europeos que no hagan «oídos sordos» a la «llamada apremiante y dramática de los refugiados» y critica «los muros levantados» como una actitud egoísta «aunque ésta se revista en las instituciones europeas de un falso aparejo jurídico». La libertad religiosa ocupa parte del discurso de Blázquez, quien asegura que la Iglesia «no aspira en España a ser privilegiada ni quiere ser preterida», sino que se siente en el derecho de reclamar la libertad religiosa y compartirlo con las demás confesiones cristianas, con otras religiones y con quienes no se reconocen en ninguna religión. «El Estado es aconfesional, y los ciudadanos seremos lo que creamos conveniente», subraya tras destacar que la aconfesionalidad significa que el Estado no profesa ninguna confesión religiosa para que todos se puedan sentir igualmente libres y respetados. Estos principios son -a juicio de Blázquez- el marco fundamental de nuestra convivencia como pueblo y sociedad. «Si estos cimientos se conmovieran, nuestra convivencia se volvería insegura». Y tras referirse a la Unión Europea, la Constitución española, la Declaración de los Derechos Humanos y los acuerdos entre la Santa Sede y el Estado español, considera que una «ruptura» es distinta de una «actualización», y que «en algunos aspectos» una actualización de esos «cimientos» podría ser «oportuna». Sobre la exhortación apostólica del papa sobre la familia «Amoris Laetitia» («La alegría en el amor») asegura que no hay cambio de doctrina al rechazar la excomunión a los divorciados vueltos a casar, sino «aliento nuevo, lenguaje nuevo y actitud nueva ante las variadas situaciones, que ya no son plenamente matrimonio cristiano». En cuanto a los 50 años que cumple la CEE, Blázquez ha aprovechado para «pedir perdón a Dios y disculpa a las personas» por no haber acertado siempre y no haber respondido a lo que de ella se esperaba. «La comunión y comunicación entre sus miembros puede haberse resentido por personalismos excesivos debilitándose de esta forma el servicio que debía a la Iglesia. Reconocemos nuestros fallos», ha señalado.
Ayuda a Infovaticana a seguir informando
Lo que deja heridas en la convivencia social es que os estéis llevando millonadas en la X del IRPEF para pagar a vuestras estrellitas radiofónicas y televisivas mientras la gente se muere de hambre. Tenéis más cuento que Calleja
Más vale que se preocupe de la INCERTIDUMBRE ECLESIAL que crea el, y su alrededor. Eso es lo que debe preocuparle.
Pitusa,
No se llevan NADA que los contribuyentes no quieran que se lleven.
Si te pica te j.
Más les valdría vacilar y sentirse desconcertados, mirando al futuro con particular aprensión, por la constante decadencia de la Iglesia en España, que también tiene culpa de la situación general. Por otra parte, lo que no solo es un signo de miedo y debilidad, sino de irresponsabilidad, es pedir la apertura de fronteras, mientras desde la Iglesia se renuncia a ofrecer a los refugiados musulmanes lo más importante, el anuncio del Evangelio. Contrariamente a lo que muchos se empeñan en afirmar, el islam no es una religión de paz, como lo demuestran sus libros sagrados, la historia, y que hasta en los países islámicos más moderados se discrimine y reprima a los cristianos. Lo que está en juego aquí no es el nivel económico de Europa, cuya economía hasta podría verse activada en algunos casos con la llegada de refugiados dispuestos a integrarse, sino la libertad, empezando por la religiosa.