Religión en Libertad/ Portaluz El 8 de noviembre de 2014 el Papa Francisco aprobó las virtudes heroicas de Marta Luigia Robin (1902-1981), mística francesa, quien marcó con su testimonio en 1936 la identidad de los Foyers de Charité (Hogares de Caridad), centros de vida espiritual que actualmente cuentan con decenas de comunidades en Europa, África, América y Asia. El de Marta es un testimonio extraordinario. Un alma mística del siglo XX, que llevó en su cuerpo los estigmas de la Pasión de Cristo, y que además durante 50 años -la mayor parte de los cuales los pasó enferma, postrada en cama- solo se alimentó de la Eucaristía. Marta estuvo casi toda su vida en cama, sin salir de su habitación, pero recibía visitas y oraba sin cesar. Su historia la conoció desde cerca el filósofo francés Jean Guitton, quien la visitaba con frecuencia. «Cada uno en aquella habitación se sentía unido a sí mismo, a los otros y a Dios», escribe Guitton en el libro testimonial “Le portrait de Marthe Robin”. Casi ciega, paralizada casi del todo… incansable Jean Guitton describió su insólita situación: «No logra ver. Es incapaz de distinguir objetos y no soporta la más mínima claridad. Sus brazos permanecerán rígidos de por vida salvo una ligera movilidad en las falanges de sus dedos. Su cabeza está como sin vida, sin posibilidad de girar a izquierda o derecha, y las piernas quietas, como plegadas sobre sí mismas, sin la más mínima acción. Además, todos los viernes se le aparecen estigmas en pies y manos. También en el costado derecho junto a la línea mediana. Y la mayoría de esos viernes aparecen unas llagas que sangran. Apenas podía moverse en la cama. Estaba como inmóvil. Un caso extraordinario, único». Una chica de campo con 100.000 visitantes Era una campesina de Châteauneuf-de-Galaure, cerca de los Alpes, que nunca abandonó la casa paterna. Sabía bordar, y poco más. No tenía gran cultura. Apenas leía y no había recibido clases de teología o filosofía. Era una chica de campo. Sin embargo, a su casa llegaban cada día decenas de personas de todas las clases sociales, de todo tipo de vida, que querían hablar con ella para pedirle consejo, una palabra de esperanza o, simplemente, un consuelo… Los niños solían trepar por su cama. Se calcula que más de 100.000 personas pudieron hablar con Marta a lo largo de su vida. Marta permanecía todo el día en su oscura habitación, con las cortinas corridas, haciendo de freno a cualquier rayo de luz que se intentará colar. Siempre inmóvil, recostada en una cama de metro diez, con un par de almohadones que elevaban su espalda y sujetaban la cabeza, y con la mano derecha sobre la barriga. Las piernas en forma de M mayúscula, vueltas sobre sí misma y los muslos ligeramente doblados sobre la pelvis. Ni comida ni bebida ni sueño, sólo Eucaristía Jean Guitton y muchos más atestiguan que Marta no comía, ni bebía ni dormía. Entre las miles de visitas que recibió Marta muchas tenían un ingrediente detectivesco. ¿Cómo logrará vivir esta mujer sin comer, ni beber y sin dormir ni un solo día en años?, ¿quién avitualla clandestinamente a esta mujer?, ¿dónde está el truco de esta gran ilusionista? Un caso tan extraordinario era normal que atrajera a tantos curiosos y que interpelara a creyentes y no creyentes. Decenas de médicos, muchos de ellos ateos, pasaron por su habitación para diagnosticar una locura, un estado de ansiedad desproporcionado o cualquier otro tipo de enfermedad mental. Pero nada de nada. La ciencia no fue capaz de explicar que le pasaba a esta pequeña campesina. La «semana» de Marta comenzaba los martes con la Eucaristía. No lograba tragar la hostia que se le colocaba en la boca. Era absorbida sin que ella pudiera engullirla. «Es como si un ser vivo entrara en mí», decía Marta. A partir de ahí entraba en un estado de éxtasis que podía durar horas. «Después de comulgar sucede que siento una renovación pero no necesariamente en cada ocasión, pues puede ocurrir también fuera de la comunión». En otro momento comentó: «Tengo deseos de gritar a los que me preguntan si como, que yo como más que ellos, pues yo me alimento en la Eucaristía de la sangre y la carne de Jesús. Tengo deseos de decirles que ellos impiden en sí los efectos de este alimento. Bloquean sus efectos». El jueves revivía la Pasión de Cristo El jueves era el otro día «grande» para Marta. Revivía semanalmente la Pasión. Sus ojos comenzaban a llorar sangre, uniéndose así a las llagas de sus manos, pies y costado que tampoco cesaban de expulsar líquido durante todas las noches de la semana. A las veintiuna horas, con la puntualidad que marca un reloj, comenzaba a murmurar débilmente: «Padre mío, Padre mío, que se aparte de mí este cáliz, pero que se haga tu voluntad». A continuación se producía como un gemido o una melopea melódica en tres notas, que, según los presentes, «podía compararse a los pequeños gritos que da un recién nacido». El padre Georges Finet de la diócesis de Lyon fue el fiel colaborador de Marta y testigo de su Pasión semanal. Él cuenta así su experiencia: «Yo volvía el viernes hacia las dos de la tarde. Para reproducir las tres caídas de la Pasión, Marta había sido movida. Yo la tornaba a su posición; ponía su cabeza en la almohada. Esa cabeza caía sobre el cojín, donde ordinariamente había un chal blanco. Añadiré que, en el momento de la estigmatización, a comienzo de octubre de 1930, Jesús, no sólo la marcó aquel día con los estigmas en los pies, las manos y el costado derecho, sino que además le encasquetó su corona de espinas profundamente en la cabeza, y Marta se puso a sangrar no sólo de los pies, manos y costado, más igualmente en toda su cabeza; y comenzó a verter cada noche lágrimas de sangre. Fue en ese momento cuando Jesús le dijo que la había elegido para que ella viviera su pasión más que nadie, después de la Virgen, y que nadie después la viviría más totalmente. Jesús añadió que cada día aumentaría más su sufrimiento y que, por esto, no dormiría jamás durante la noche». Marta Robin murió en 1981 y unas 7.000 personas acudieron a su funeral. Los Foyers que colaboró a fundar desde su cama han cumplido más de 70 años de servicio fructífero en la caridad. El Papa Francisco, al reconocer sus virtudes heroicas marca rumbo hacia la beatificación de esta mística del s.XX.
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Por su puesto de tiene que ver con Amoris Laetitia esta hermosa biografia de la Eucaristia en una mujer.
es Cristo vivo en el cuerpo de una mujer inmovil que sobrevive sin comer ni beber…solo con la Eucaristia!
Clarisimamente este documento exhortacion postsindal carece de la mencion de la Eucaristia a los divorciados.
Esa claridad sobre la Eucaristia y el deseo de los vueltos a casar para recibirla la aporta en diciembre de Benedicto XVI como Papa Emerito en su retractio al libro que como profesor escribio en 1972 donde sugeria que fueran admitidos a comulgar..la retractio esxplica que No . Pueden Comulgar pero al mismo tiempo los invita a acercarse a la Iglesia ..por otras vias.
A continuacion
«3. De cuanto dicho hasta ahora surge que la Iglesia de Occidente – la Iglesia católica –, bajo la guía del sucesor de Pedro, por un lado sabe que está estrechamente vinculada a la palabra del Señor sobre la indisolubilidad del matrimonio; sin embargo, por el otro ha intentado también reconocer los límites de esta indicación para no imponer a las personas más de lo que es necesario.
Así, partiendo de la sugerencia del apóstol Pablo y apoyándose al mismo tiempo en la autoridad del ministerio petrino, para los matrimonios no sacramentales ha elaborado ulteriormente la posibilidad del divorcio en favor de la fe. De la misma manera, ha examinado en todos los aspectos la nulidad de un matrimonio.
La exhortación apostólica «Familiaris consortio» de Juan Pablo II, de 1981, ha llevado a cabo un paso ulterior. En el número 84 está escrito: «En unión con el Sínodo exhorto vivamente a los pastores y a toda la comunidad de los fieles para que ayuden a los divorciados, procurando con solícita caridad que no se consideren separados de la Iglesia […]. La Iglesia rece por ellos, los anime, se presente como madre misericordiosa y así los sostenga en la fe y en la esperanza».
Con esto, a la pastoral se le confía una tarea importante, que tal vez no ha sido suficientemente transpuesta en la vida cotidiana de la Iglesia. Algunos detalles están indicados en la propia exhortación. Se dice que estas personas, en cuanto bautizadas, pueden participar en la vida de la Iglesia, que incluso deben hacerlo. Se enumeran las actividades cristianas que para ellos son posibles y necesarias. Sin embargo, tal vez sería necesario subrayar con mayor claridad qué pueden hacer los pastores y los hermanos en la fe para que ellas puedan sentir de verdad el amor de la Iglesia. Pienso que sería necesario reconocerles la posibilidad de comprometerse en las asociaciones eclesiales y también que acepten ser padrinos o madrinas, algo que por ahora no está previsto por el derecho.
Hay otro punto de vista que se difunde. La imposibilidad de recibir la santa eucaristía es percibida de una manera tan dolorosa sobre todo porque, actualmente, casi todos los que participan en la misa se acercan también a la mesa del Señor. Así, las personas afectadas aparecen también públicamente descalificadas como cristianas.
Considero que la advertencia de San Pablo a autoexaminarse y a la reflexión sobre el hecho de que se trata del Cuerpo del Señor debería tomarse otra vez en serio: «Examínese, pues, cada cual, y coma así el pan y beba de la copa. Pues quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propio castigo» (1 Cor 11, 28 s.) Un examen serio de uno mismo, que puede también llevar a renunciar a la comunión, nos haría además sentir de manera nueva la grandeza del don de la eucaristía y, por añadidura, representaría una forma de solidaridad con las personas divorciadas que se han vuelto a casar.
Quisiera añadir otra sugerencia práctica. En muchos países se ha convertido en una costumbre que las personas que no pueden comulgar (por ejemplo, las personas pertenecientes a otras confesiones) se acerquen al altar, pero mantengan las manos sobre el pecho, haciendo entender de este modo que no reciben el Santísimo Sacramento, pero que piden una bendición, que se les da como signo del amor de Cristo y de la Iglesia. Esta forma ciertamente podría ser elegida también por las personas que viven en un segundo matrimonio y que por ello no están admitidas a la mesa del Señor. El hecho que esto haga posible una comunión espiritual intensa con el Señor, con todo su Cuerpo, con la Iglesia, podría ser para ellos una experiencia espiritual que les refuerce y les ayude.»
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Explica que NO pueden comulgar …
¿Y qué tiene que ver la vida de Marta Robin con «Amoris Laetitia»? Yo no veo la conexión por ninguna parte.
Yo si…
La Eucaristia…aqui la valoramos en esta Santa de forma fehaciente..
Benedicto abordo el tema cuando Francisco y Kasper hacian la comedia de la misericordia …Benedicto como Papa Emerito tuvo que explicar a traves de una retractio y una carta que la Eucaristia estaba por encima de toda solidaridad con los divorciados o pecadores.
Creo que hubo una lucha titanica por defender o atacar la Eucaristia en este sinodo.. pero ni tan siquiera lo mencionan..Benedicto lo saco a la luz
PUERTAS CERRADAS… el equipo seleccionado para manipular el sinodo redactores ..Cardenales Alemanes al mando … introduccion de laicos y jesuitas y exclusion de expertos…como los del instituto Juan Pablo II.
Pero la fe .de parte de laicos y algunos valientes Cardenales…como Muller…lograron defender la Eucaristia.
Siempre la piedra angular era el cimiento de la Iglesia el Papa ..ahora ha sido milagroso resistir al Papa y a los obispos alemanes..