La recién estrenada película llega con polémica. Dibuja una versión oscurantista de la Iglesia que se habría negado a aceptar el magno descubrimiento. La verdad histórica es muy otra. El pasado fin de semana se ha estrenado ‘Altamira’, la película sobre el histórico hallazgo que protagoniza Antonio Banderas. El actor malagueño da vida a Marcelino Sanz de Sautuola, el descubridor, junto con su hija María, de las cuevas de arte rupestre que cambiaron la percepción del hombre y que, según dice el tráiler, «desafió a la religión”. Habla Banderas de la lucha que tuvo que mantener Sautuola toda su vida contra quienes le tacharon de hereje e impostor; lo uno laiglesia, lo otro los científicos. Banderas destaca «cómo este hombre culto, con una curiosidad intelectual impresionante, fue capaz de interpretar aquello que estaba viendo, cómo supo leer lo que allí había, lo que significaba, y darse cuenta de que aquello rompía todos los esquemas de la época, desde la creación del mundo y la religión, hasta cambiar de forma radical la idea que teníamos del ser humano hasta ese momento”. Sin embargo, y según explica Religión en Libertad, “la verdad histórica dice otra cosa”. El sitio web denuncia la lectura que en este sentido están haciendo los medios de comunicación para recuperar a continuación una de las claves para entender la verdad: la figura de Juan Villanova y Piera (1821-1893), “padre de la geopaleontología española”. Para Religión en Libertad, “una ficción emocionante ha de tener buenos y malos, y entre los malos está la Iglesia, como se ve ya desde el cartel en la cara de pocos amigos del personaje eclesiástico”. Así, Hugh Hudson, el director, habría seguido el esquema de sus otras películas: el hombre contra el mundo y la sociedad, en este caso Marcelino Sanz de Sautuola contra los que le acusaban de falsificador… y contra la Iglesia, cerrada y fanática, según la película. «Marcelino fue castigado por la sociedad, por parte de la Iglesia y de la comunidad científica. Le tacharon de mentiroso, de mal hombre, de fraude, y ese era un tema bueno para el cine», declaró Hugh Hudson, director también de la oscarizada Carros de fuego. Así, la realidad histórica es que la Iglesia (fuera de algún personaje aislado) “no presentó objeción al hallazgo de Marcelino”. Y pese a lo que muestra el film, no tenía una doctrina sobre la edad del mundo o la edad del hombre sobre la tierra: la prueba está en el texto que el censor eclesiástico escribió en el libro ‘Origen, naturaleza y antigüedad del hombre’, de 1872, siete años anterior al caso Altamira, escrito por Juan Vilanova y Piera, padre de la geopaleontología española y católico fervoroso, como también lo era, por cierto, Sanz de Sautuola. «La formación sucesiva de los diversos seres, según lo refiere el historiador sagrado, está en perfecta armonía con la doctrina que en este punto sigue el señor Vilanova«, afirma el juicio del censor: «Y si bien en el terreno de la ciencia asegura que la antigüedad del hombre en el globo es más de la que se supone por los variados cálculos hechos sobre este punto, no obstante creemos no sea contrario al dogma católico sostener esta opinión, cuando la Iglesia no ha declarado el número fijo de años que lleva el hombre en la tierra… Tampoco vemos se contraríe el texto sagrado cuando la geología ha descubierto que las capas terrestres nos demuestran que la vida ha debido sucederse por grados en la tierra y aun en razón directa de la complicación del organismo; puesto que se deduce esta teoría del mismo Génesis», determinó la vicaría eclesiástica de Madrid. La cual concluye recordando que «la Iglesia ha ido siempre delante en todos los conocimientos científicos y ha protegido en todos tiempos las ciencias naturales (por más que la maledicencia diga lo contrario)». Por su parte, Ramón Pérez Maura añadía, en un texto para ABC, algunos argumentos más contra el supuesto papel hostil de la Iglesia. Cuenta que siendo él mismo descendiente del descubridor de la cueva, jamás habían oído hablar de nada semejante en la tradición familiar. Y añade, además, que difícilmente Menéndez Pelayo habría elogiado a Sanz de Sautuola, como así lo hizo, si cualquier autoridad eclesiástica de la época hubiese considerado el hallazgo de Altamira, ya no contrario a la fe, sino una mera dificultad para ella. Por último, denuncia el periodista de ABC, eran precisamente los contrarios a dar verosimilitud al hallazgo -principalmente darwinistas-, los que consideraban las pinturas como una trampa de la Iglesia: «Es una trampa que nos tienden los jesuitas a los prehistoriadores para reírse de nosotros”.
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No salgo de mi asombro; me especialicé en prehistoria y he estudiado las pinturas de Altamira en el interior de la misma cueva en varias ocasiones, y es la primera noticia que tengo de que la Iglesia se opuso en este tema. Hemos llegado a un punto de verdadera locura en la manipulación de los hechos.
Deben pensar eso de: «miente que algo queda».
Pobres diablos, no saben que nuestro destino es la vida eterna, y nuestro negocio: el cielo.
Por lo tanto…
Este es el mismo Antonio Banderas que todas las Semanas Santas se mata por llevar en Málaga el paso de su cofradía, pero le ha metido una patada a la Iglesia Católica en cuanto ha podido.