»La encíclica Deus caritas est conserva intacta la frescura de su mensaje, con el que indica la perspectiva siempre actual para el camino de la Iglesia. Y todos seremos cristianos más auténticos cuanto más vivamos con este espíritu», ha dicho esta mañana el Papa Francisco recibiendo en la Sala Clementina a los participantes en el congreso internacional »La caridad no pasará jamás Perspectivas a los 10 años de la encíclica Deus caritas est», organizado por el Consejo pontificio Cor Unum que ha analizado en las dos últimas jornadas la repercusión y el horizonte pastoral y teológico abierto por la primera encíclica del papa Benedicto XVI. Una encíclica, señaló Francisco que »trata un tema que permite recorrer toda la historia de la Iglesia que, entre otras cosas, es una historia de caridad. Es la historia del amor que hemos recibido de Dios y debemos llevar al mundo: esta caridad recibida y dada es el fundamento de la historia de la Iglesia y de la historia de cada uno de nosotros…Para cada uno de los fieles, como para la comunidad cristiana en su conjunto, vale la palabra de Jesús, según la cual la caridad es el primer mandamiento y el más alto». El Año jubilar que estamos viviendo, continuó el Santo Padre, nos brinda también »la ocasión de volver a este corazón palpitante de nuestra vida y de nuestro testimonio, al centro del anuncio de fe: Dios es amor. Dios no tiene simplemente el deseo o la capacidad de amar; Dios es caridad: la caridad es su esencia, su naturaleza. Él es único, pero no es solitario… no puede cerrarse en sí mismo, porque es comunión, es caridad, y la caridad por naturaleza se comunica, se difunde. Así, Dios asocia al hombre a su vida de amor y, aunque el hombre se aleje de él, él no permanece distante sino que le sale al encuentro. Este salir al encuentro del hombre, que culmina en la encarnación del Hijo, es su misericordia…El programa de Jesús ?está escrito en la encíclica? es »un ?corazón que ve». Este corazón ve dónde se necesita amor y actúa en consecuencia. Caridad y misericordia están tan estrechamente vinculadas porque son el modo de ser y de actuar de Dios: su identidad y su nombre». El primer aspecto que la encíclica nos recuerda es »precisamente el rostro de Dios: quién es el Dios que podemos encontrar en Cristo, cuán fiel e insuperable es su amor… Cualquier forma nuestra de amor, de solidaridad, de compartir es sólo un reflejo de la caridad que es Dios. Él derrama incansablemente su caridad sobre nosotros y nosotros estamos llamados a ser testigos de este amor en el mundo. Por eso, debemos ver la caridad divina como la brújula que orienta nuestra vida, antes de encaminarnos en cualquier actividad: en ella encontramos la dirección, de ella aprendemos cómo mirar a los hermanos y al mundo». Francisco se refirió también al segundo e importante aspecto de »Deus caritas est» : esa caridad quiere verse reflejada cada vez más en la vida de la Iglesia. »Cuánto desearía -excalmó- que en la Iglesia cada fiel, cada institución, cada actividad revelara que Dios ama al hombre. La misión que desempeñan nuestros organismos de caridad es importante, porque acercan a muchas personas pobres a una vida más digna, más humana, y esto es algo muy necesario; es una misión importantísima porque, no con palabras, sino con el amor concreto puede hacer sentir a todo hombre que el Padre le ama, que es hijo suyo, destinado a la vida eterna con Dios». »Quisiera dar las gracias a todos aquellos que trabajan diariamente en esta misión, que interpela a todo cristiano -finalizó- En este Año jubilar he querido resaltar que todos podemos vivir la gracia del Jubileo, precisamente poniendo in práctica las obras de misericordia corporales y espirituales: vivir las obras de misericordia significa conjugar el verbo amar como lo hizo Jesús. Y así, todos juntos, contribuimos concretamente a la gran misión de la Iglesia de comunicar el amor de Dios, que desea extenderse».
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No lo he leido..pero es triste tener un pastor quw juega ajedrez con las almas.
Unas veces los distrae haciendo jugadas apegadas a luz y otras tantas colocandose en los cuadros oscuros del tablero.
en otras palabras cambiando el discurso segun el publico… despues sale su primus primi para alegrar a los hermanos como los del Cardenal Rabasi tachando de hipocritas a los cristianos… otras guardando silencio ante el esfuerzo de miles de familias en el Coliseo Romano defendiendo a sus hihos de leyes injustas impregnadas de ideologia de genero.
Ningun paso al frente para mi tiene autoridad moral mientras haya dado cientos hacia atras.
Ante quien dio el discurso o sermon?
porque cuando vienen los grupos de ortodoxos.. alaba a Jesus como Dios y Hombre.
cuando vienen los protestantes.
alaba la misericordia y la fe.
si estan los ecologistas o los comunistas.
se olvidara de Dios y en su lugar pondra a los pobres y al planeta..
Ya vi fue
en la Sala Clementina a:
los participantes en el congreso internacional ”La caridad no pasará jamás Perspectivas a los 10 años de la encíclica Deus caritas est”, organizado por el Consejo pontificio Cor Unum que ha analizado en las dos últimas jornadas la repercusión y el horizonte pastoral y teológico abierto por la primera encíclica del papa Benedicto XVI.
Miren como empieza la Enciclica…
y como en este pontificado se ha desvirtuado una palabra Misericordia y Amor.
Aqui Benedicto inicia asi:
amor de Dios por nosotros es una cuestión fundamental para la vida y plantea preguntas decisivas sobre quién es Dios y quiénes somos nosotros. A este respecto, nos encontramos de entrada ante un problema de lenguaje. El término « amor » se ha convertido hoy en una de las palabras más utilizadas y también de las que más se abusa, a la cual damos acepciones totalmente diferentes. Aunque el tema de esta Encíclica se concentra en la cuestión de la comprensión y la praxis del amor en la Sagrada Escritura y en la Tradición de la Iglesia, no podemos hacer caso omiso del significado que tiene este vocablo en las diversas culturas y en el lenguaje actual.
En primer lugar, recordemos el vasto campo semántico de la palabra « amor »: se habla de amor a la patria, de amor por la profesión o el trabajo, de amor entre amigos, entre padres e hijos, entre hermanos y familiares, del amor al prójimo y del amor a Dios. Sin embargo, en toda esta multiplicidad de significados destaca, como arquetipo por excelencia, el amor entre el hombre y la mujer, en el cual intervienen inseparablemente el cuerpo y el alma, y en el que se le abre al ser humano una promesa de felicidad que parece irresistible, en comparación del cual palidecen, a primera vista, todos los demás tipos de amor. Se plantea, entonces, la pregunta: todas estas formas de amor ¿se unifican al final, de algún modo, a pesar de la diversidad de sus manifestaciones, siendo en último término uno solo, o se trata más bien de una misma palabra que utilizamos para indicar realidades totalmente diferentes?
« Eros » y « agapé », diferencia y unidad