Así trafica el Estado Islámico con los órganos de los prisioneros

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isis_efe_yihade Los terroristas tienen organizado un departamento quirúrgico y han practicado más de 160 extracciones de órganos a prisioneros que después fueron asesinados. Arturo García/ Gaceta.es El Estado Islámico extirpa órganos, especialmente riñones y ojos, de los prisioneros que va a ejecutar para trasplantarlos a sus combatientes heridos que, tras la última ofensiva rusa, se cuentan por cientos. Los hechos se han conocido gracias a una fuente interna del grupo y gracias a un informe de Mosul Eye, que detalla la realidad del grupo terrorista en la capital del autoproclamado califato en Siria e Irak. Una serie de documentos obtenidos por el Pentágono han desvelado el plan del Estado Islámico para organizar el trasplante de órganos extirpados a sus cautivos. El embajador iraquí ante la ONU,Mohamed al Alhakim, denunció ante la Asamblea General que doce médicos de Mosul habían sido asesinados por negarse a extirpar órganos. El Consejo de Seguridad prometió investigarlo pero, como en tantas ocasiones, se quedó en una intención. Un año después, el Estado Islámico ha establecido un departamento quirúrgico y ha practicado más de 160 extracciones de órganos a prisioneros que después fueron asesinados. La fatua 68, emitida el 31 de enero de 2015, dice que «trasplantar órganos de un apóstata a un musulmán (…) es permisible». Del mismo modo, «no está prohibido la extirpación de órganos que pueda acabar con la vida de un cautivo». Se especifica incluso que los órganos por trasplantar pueden ser extirpados tanto si el cautivo está vivo como si está muerto. Las primeras evidencias de este tipo de prácticas se obtuvieron en agosto de 2015 en dos hospitales de Mosul, el Al Salam (antes Hospital Saddam Hussein) y el Al Zaraui, pero es en otro hospital, el Ibn Sina (o Avicena), donde se habría establecido un departamento atendido por médicos extranjeros, bajo la dirección de un alemán, que nunca sale del hospital». El informe subraya que es imposible conocer su identidad, pero que viven hacinados en la segunda plante del Ibn Sina, donde se encuentra la unidad quirúrgica». La fatua 68 justifica los trasplantes argumentando que  «no hay duda de que los hospitales musulmanes se ven saturados con enfermedades que son incurables por los médicos y duras para los pacientes, como dolencias cardíacas y renales y otras enfermedades fatales o degenerativas». El traslado de los órganos se produce a través de furgonetas equipadas con neveras y en las morgues se acumulan los cadáveres a los que se les habían extirpado órganos antes de su muerte. En todos los casos se trataba de hombres entre los 20 y los 35 años. Otro dato novedoso es que en bastantes casos a los cadáveres les faltaban los ojos. Los médicos descartan, sin embargo, que estos hubieran sido extraídos para trasplantes, dada la complejidad del proceso, por lo que la única hipótesis plausible es que se tratara de un castigo añadido por «espionaje».

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