Caso Santiago: El arzobispado se defiende y acusa de ‘manipulación’ y ‘resentimiento’

Desde el arzobispado califican, en declaraciones a INFOVATICANA, de «sobredimensionada» la cobertura mediática del caso y de «exageradas» las medidas policiales llevadas a cabo en un caso que creen que «nace del resentimiento».

El escándalo ha estallado en el convento de las Madres Mercedarias en Santiago de Compostela después de que tres de las monjas de clausura originarias de la India que vivían allí denunciaran que permanecían retenidas contra su voluntad. Habían entrado en el convento con apenas 13 años y, llegados los 30, habían decidido abandonar la congregación.

Después de que una de las monjas acudiera a una comisaría de Santiago de Compostela para denunciar su supuesto secuestro y el de otras tres hermanas, la Policía por orden judicial llegó hasta el convento. Tras una serie de interrogatorios, los agentes se llevaron a tres monjas que aseguraban haber querido dejar los hábitos y haber manifestado su deseo a la superiora, tras lo cual habrían recibido la amenaza de la deportación.

A pesar de las acusaciones vertidas contra la superiora del convento de las Madres Mercedarias, ninguna de las mujeres liberadas por la Policía ha presentado una denuncia contra ella, tal y como resaltan en conversación con INFOVATICANA fuentes del arzobispado que declaran su certeza de que «no existe causa para el juicio».

Desde el arzobispado denuncian la «sobredimensionada» cobertura mediática de los hechos acontecidos en el convento de las Madres Mercedarias, así como las «exageradas» medidas policiales que se han tomado, tratando a las monjas de clausura como si fueran delincuentes.

Estas mismas fuentes explican que las monjas habían solicitado durante este mes de enero la dispensa de los votos perpetuos que ya habían realizado para poder dejar los hábitos y que «no pidieron salir antes del convento» mientras se realizaba el proceso, tal y como podrían haber hecho. Una monja  de clausura puede abandonar libremente su convento si así lo decide y, posteriormente, acudir a la dispensa de los compromisos adquiridos a través de un procedimiento que se pide a la Santa Sede. En este caso, al parecer, las monjas indias que han denunciado su retención no habrían pedido la exclaustración.

«Parece más bien la manipulación de una persona que saldría resentida», aseguran desde el arzobispado en relación a la mujer que destapó el escándalo. Se trata de una mujer india que llegó hace 17 años al convento de las Madres Mercedarias junto con otras compañeras y que salió hace unos años después de una visita a la India. Trabajando en una casa en Madrid, expresó su preocupación por la situación en la que ella pensaba que se encontraban algunas de sus antiguas compañeras, que queriendo abandonar la vida de clausura podrían estar siendo amenazadas y sentirse desprotegidas en un país extranjero.

Los hechos están siendo investigados por el Juzgado de Instrucción número 1 de Santiago de Compostela, que ahora exige saber si las mujeres que han denunciado haber sido retenidas tenían libre acceso a sus pasaportes y podían salir del convento cuando quisieran. Las tres mujeres de origen indio se encuentran en una casa de acogida y han renunciado a presentar cargos contra la superiora.

Desde el Arzobispado de Santiago de Compostela se ha emitido un comunicado defendiendo a las Madres Mercedarias y reiterando que las denunciantes no habían solicitado salir del convento mientras se gestionaba el proceso de dispensa de los votos. Asimismo, en declaraciones a INFOVATICANA, denuncian que se ha realizado una «construcción fabulada» en torno a este caso y enarbolan como muestra de la inocencia de las Madres Mercedarias el hecho de que las hermanas se hayan ofrecido a ayudar a las exclaustradas.

Asimismo, añaden desde el arzobispado que cada cierto tiempo las monjas tenían la oportunidad de viajar a la India para estar durante dos meses con sus familias, y al cabo de este tiempo decidían por su propia voluntad volver al convento y la vida de clausura. A este hecho se une el estar en permanente contacto con capellanes y sacerdotes que las atendían espiritualmente y que nunca denunciaron ante el arzobispado ninguna situación de coacción o amenaza.