Papa Francisco: ‘Dios hace sínodo con nosotros’

|

A mediodía del domingo 25 de octubre, recién concluido el Sínodo, el Santo Padre presidió el rezo del Ángelus con los miles de fieles que se congregaron en la Plaza de San Pedro para orar con él. Refiriéndose al apenas concluido Sínodo, el Santo Padre agradeció nuevamente a Dios “por estas tres semanas de intenso trabajo, animado por la oración y por un espíritu de verdadera comunión”. Precisamente el Obispo de Roma recordó el significado de palabra “sínodo”: “caminar juntos”. “Aquella que hemos vivido -constató-  ha sido la experiencia de la Iglesia en camino, en camino especialmente con las familias del Pueblo santo de Dios esparcido en todo el mundo”. El Obispo de Roma observó que la experiencia sinodal vivida se refleja en la Palabra de Dios que es el primero “en querer caminar junto a nosotros, en querer hacer ‘sínodo’ con nosotros”. Recordando especialmente a las familias sufrientes, “desarraigadas de sus tierras”, el Papa dijo que han estado presentes en el Sínodo a través de la voz de algunos de sus Pastores presentes en la Asamblea.  “Estas personas en busca de dignidad, estas familias en busca de paz siguen permaneciendo con nosotros, la Iglesia no las abandona, porque forman parte del pueblo que Dios quiere liberar de la esclavitud y guiar hacia la libertad”. (RC – RV). Palabras del Santo Padre antes del rezo del Ángelus ¡Queridos hermanos y hermanas , buenos días! Esta mañana, con la Santa Misa celebrada en la Basílica de San Pedro, concluyó la Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos sobre la familia. Invito a todos a dar gracias a Dios por estas tres semanas de intenso trabajo, animado por la oración y por un espíritu de verdadera comunión. Ha sido arduo, pero ha sido un verdadero don de Dios, que seguramente traerá muchos frutos. La palabra “sínodo” significa “caminar juntos”. Y aquella que hemos vivido ha sido la experiencia de la Iglesia en camino, en camino especialmente con las familias del Pueblo santo de Dios esparcido en todo el mundo. Por esto me ha impresionado la Palabra de Dios que hoy nos sale al encuentro en la profecía de Jeremías. Dice asi: «Yo los hago venir del país del Norte y los reúno desde los extremos de la tierra; hay entre ellos ciegos y lisiados, mujeres embarazadas y parturientas: ¡es una gran asamblea la que vuelve aquí!». Y el profeta agrega: «Habían partido llorando, pero yo los traigo llenos de consuelo; los conduciré a los torrentes de agua por un camino llano, donde ellos no tropezarán. Porque yo soy un padre para Israel» (31,8-9). Esta Palabra de Dios nos dice que el primero en querer caminar junto a nosotros, a querer hacer “sínodo” con nosotros, es precisamente Él, nuestro Padre. Su “sueño”, desde siempre y por siempre, es el de formar un pueblo, de reunirlo, de guiarlo hacia la tierra de la libertad y de la paz. Y este pueblo está hecho de familias: están «la mujer embarazada y la parturienta»; es un pueblo que mientras camina lleva adelante la vida, con la bendición de Dios. Es un pueblo que no excluye a los pobres y a los desfavorecidos, es más, los incluye. Dice el profeta: «entre ellos están el ciego y el lisiado». Es una familia de familias, en la que quien enfrenta fatigas no se encuentra marginado, dejado atrás, sino que logra seguir el paso de los otros, porque este pueblo camina al paso de los últimos; como se hace en las familias, y como nos enseña el Señor, que se ha hecho pobre con los pobres, pequeño con los pequeños, último con los últimos. No lo ha hecho para excluir a los ricos, a los grandes y a los que están primero, sino porque ésta es la única forma para salvar también a ellos, para salvar a todos. Ir con los pequeños, con los excluídos, con los últimos. Les confieso que esta profecía del pueblo en camino la he comparado también con las imágenes de los prófugos en marcha por los caminos de Europa, una realidad dramática de nuestros dias. Dios también les dice a ellos: «Habían partido llorando, pero yo los traigo llenos de consuelo». También estas familias tan sufrientes, desarraigadas de sus tierras, han estado presentes con nosotros en el Sínodo, en nuestra oración y en nuestros trabajos, a través de la voz de algunos de sus Pastores presentes en la Asamblea. Estas personas en busca de dignidad, estas familias en busca de paz siguen permaneciendo con nosotros, la Iglesia no las abandona, porque forman parte del pueblo que Dios quiere liberar de la esclavitud y guiar hacia la libertad. Por lo tanto, en esta Palabra de Dios, se refleja ya sea la experiencia sinodal que hemos vivido, ya sea el drama de los prófugos en marcha por los caminos de Europa. Que el Señor, por intercesión de la Virgen María, nos ayude también a realizar las indicaciones surgidas en forma de fraterna comunión. (Traducción del italiano: Raúl Cabrera, Radio Vaticano) Después de rezar el Ángelus el Papa Bergoglio saludó a los queridos hermanos y hermanas romanos y peregrinos de diversos países que se habían dado cita en la Plaza de San Pedro. El Santo Padre saludó de modo especial a la Hermandad del Señor de los Milagros de Roma, ¡cuántos peruanos hay en la plaza!, que con tanta devoción llevaron en procesión la imagen venerada en Lima, Perú, sin olvidar a los demás emigrantes peruanos a quienes les agradeció su testimonio. Además el Obispo de Roma saludó a los peregrinos músicos de la “Musikverein Manhartsberg”, procedentes de la diócesis austríaca de Viena y a la Orquesta de Landwehr, Friburgo, Suiza, que el día anterior ofrecieron un concierto de beneficencia. Por último el Pontífice saludó a la Asociación de los voluntarios hospitalarios de “San Juan” de Lagonegro, y al grupo procedente de la Diócesis italiana de Oppido Mamertina-Palmi. Francisco concluyó deseando a todos feliz domingo y pidiendo, como suele hacer, que no se olviden de rezar por él, sumando a su deseo de “¡buen almuerzo y hasta la vista!”.

Ayuda a Infovaticana a seguir informando

Comentarios
0 comentarios en “Papa Francisco: ‘Dios hace sínodo con nosotros’
  1. JUAN PABLO II, ENCÍCLICA ECCLESIA DE EUCHARISTIA, nn. 36 y 37:
    San Juan Crisóstomo, con la fuerza de su elocuencia, exhortaba a los fieles: « También yo alzo la voz, suplico, ruego y exhorto encarecidamente a no sentarse a esta sagrada Mesa con una conciencia manchada y corrompida. Hacer esto, en efecto, nunca jamás podrá llamarse comunión, por más que toquemos mil veces el cuerpo del Señor, sino condena, tormento y mayor castigo ».
    Precisamente en este sentido, el Catecismo de la Iglesia Católica establece: « Quien tiene conciencia de estar en pecado grave debe recibir el sacramento de la Reconciliación antes de acercarse a comulgar ».(74) Deseo, por tanto, reiterar que está vigente, y lo estará siempre en la Iglesia, la norma con la cual el Concilio de Trento ha concretado la severa exhortación del apóstol Pablo, al afirmar que, para recibir dignamente la Eucaristía, « debe preceder la confesión de los pecados, cuando uno es consciente de pecado mortal ». (…) en los casos de un comportamiento externo grave, abierta y establemente contrario a la norma moral, la Iglesia, en su cuidado pastoral por el buen orden comunitario y por respeto al Sacramento, no puede mostrarse indiferente. A esta situación de manifiesta indisposición moral se refiere la norma del Código de Derecho Canónico que no permite la admisión a la comunión eucarística a los que « obstinadamente persistan en un manifiesto pecado grave »

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

 caracteres disponibles