por Almudena Martínez-Bordiú | 12 septiembre, 2015El Jesuíta y editor de la revista Civiltà Cattolica, Antonio Spadaro, ha entrevistado al Cardenal Christoph Schönborn, sobre el tema de la familia y su experiencia como pastor.
Ambos se conocieron durante el Sínodo Extraordinario sobre la familia que tuvo lugar del 5 al 19 de octubre de 2014, donde el entrevistador se quedó sorprendido con el discurso que dio el Cardenal.
Posteriormente, se han visto en varias ocasiones, lo que ha permitido a Antonio Spadaro conversar con el Cardenal, y conocer su punto de vista acerca de la importancia de la familia. Esta entrevista ha sido el resultado de sus numerosos encuentros, que han dado lugar a un diálogo unitario.
El Cardenal ha transmitido su acuerdo con el Papa Francisco, quien ha observado que sería difícil afrontar las cuestiones establecidas para el Sínodo, fuera del cuadro de la familia y el matrimonio, ya que se tratan de cuestiones antropológicas originales. «La familia y el matrimonio son la enseñanza bíblica sobre la mujer y el hombre, sobre su unión y la vocación que tienen dentro del matrimonio y la familia».
Además, ha explicado que el Papa Francisco quiere resaltar la importancia vital del matrimonio y de la familia. Esta mirada sobre la realidad familiar y matrimonial no es una crítica, sino todo lo contrario, algo que nos permite ver cuántos esfuerzos y buena voluntad existen dentro de las familias.
Ante esto, el Sínodo deberá de hacer frente a varios desafíos, ya que hay que ser conscientes de la dimensión histórica y social del matrimonio.
Los padres del Cardenal se divorciaron cuando era un niño, y es por esto por lo que habla desde la experiencia. «La familia no es sólo mujer, marido e hijos, es una red de relaciones amplia, hecha también de amigos y no solamente de parientes», «Es por eso por lo que el divorcio repercute sobre toda esta gente, no solamente en la pareja», defiende el Cardenal.
El Cardenal Christoph Schönborn ha vivido en una familia con padres y abuelos divorciados, una situación en la que se encuentran numerosos niños hoy en día. Afirma que «El matrimonio y la familia son la célula básica de la vida humana y la sociedad». Es por eso por lo que defiende que los niños en esta situación, necesitan una atención y ayuda determinada.
El entrevistado también ha transmitido su opinión acerca de los matrimonios civiles, y los ha definido como una «simple unión de hecho», un contrato civil que desde el punto de vista eclesiástico no tiene sentido alguno.
Con referencia a su experiencia como pastor, ha explicado que muchas veces existen ocasiones difíciles, pero Dios siempre «ofrece instrumentos de salvación». Afirma que Dios nos ha dado la libertad para poder elegir, y que aunque muchas veces sea complicado, siempre hay que tener esperanza en él.
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CAPCIOSA ENTREVISTA DE LA CIVILTA CATTOLICA
AL CARDENAL DE VIENA, QUE PIERDE EL NORTE Y
DESBARRA GRAVEMENTE EN LA VALORACION MORAL
DE LAS SITUACIONES FAMILIARES.
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Haciendo alarde de un buen ritmo expositivo
y de una cadencia ladina, dulzona y empalagosa,
el paparazi Spadaro, jesuita de la escuela bergogliana,
lleva al homófilo cardenal a la siguiente declaración,
que no es la única fuera de la doctrina de la Iglesia:
Hay que dejarse de doctrinas y de conceptos vacíos.
La misión de la Iglesia es el acompañamiento… (?)
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«Conozco una persona homosexual -manifiesta el cardenal-
que ha vivido por años una serie de experiencias,
no con una persona en particular o en una convivencia,
sino experiencias frecuentes con diversas personas.
Ahora ha encontrado una relación estable.
Es una mejoría, no solamente sobre el plano humano.
(…)
Es preciso reconocer que esta persona ha dado un paso importante
para su propio bienestar y el bienestar de los demás (…)
El juicio sobre los actos homosexuales como tales es necesario,
pero la Iglesia no debe mirar al dormitorio, debe mirara al comedor.
Hay que dar acompañamiento».
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Gracias a Dios, la enseñanza de la Iglesia católica no es la del cardenal de Viena.
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“Siempre ha sido una convicción de la Iglesia que Dios haya dado al ser humano la capacidad de llegar con la luz de su razón al conocimiento de verdades fundamentales sobre su vida y su destino, y en concreto sobre las normas de su recto actuar”.
“Subrayar ante nuestros contemporáneos esta posibilidad –agregó el Santo Padre- es muy importante para el diálogo con todos los hombres de buena voluntad y para la convivencia en todos los niveles sobre una base ética común”.
“La revelación cristiana –concluyó- no hace que esta búsqueda sea inútil; al contrario, nos empuja hacia ella, iluminando el camino con la luz de Cristo, en el que todo tiene consistencia”.
S. S. Juan Pablo II.
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El paparazi también se encarga por su cuenta
de confundir a los lectores en una nota
acerca del significado de los actos intrínsecamente malos,
claramente definidos en la encíclica Veritatis splendor.
No se trata de connotaciones, Spadaro…entérate bien.
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Para el cardenal de Viena y para los jesuitas de la Civiltà,
el Catecismo de la Iglesia católica carece de todo valor:
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2357 «La homosexualidad designa las relaciones entre hombres o mujeres que experimentan una atracción sexual, exclusiva o predominante, hacia personas del mismo sexo. Reviste formas muy variadas a través de los siglos y las culturas. Su origen psíquico permanece en gran medida inexplicado. Apoyándose en la Sagrada Escritura que los presenta como depravaciones graves (cf Gn 19, 1-29; Rm 1, 24-27; 1 Co 6, 10; 1 Tm 1, 10), la Tradición ha declarado siempre que “los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados” (Congregación para la Doctrina de la Fe, Decl. Persona humana, 8). Son contrarios a la ley natural. Cierran el acto sexual al don de la vida. No proceden de una verdadera complementariedad afectiva y sexual. No pueden recibir aprobación en ningún caso».
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La revista jesuita trata de manipular a cualquier precio,
pero ya son bien conocidos en sus propósitos.