Un miércoles más, el Papa Francisco acudió a la Plaza de San Pedro para reunirse con los fieles ahí congregados. «Queridos hermanos y hermanas, en la catequesis de hoy nos referimos a la pobreza, como condición de vida que pone a prueba la familia y la hace vulnerable. La pobreza azota a muchas familias en las periferias de las grandes ciudades y también en las zonas rurales. Muchas veces se ve agravada por la guerra, que es sin duda la madre de todas las pobrezas, depredadora de vidas, de almas y de los afectos más queridos. En medio de estas situaciones, muchas familias intentan vivir con dignidad, confiando en la bendición de Dios, convirtiéndose así en una auténtica escuela de humanidad que salva a la sociedad de la barbarie. Pero este reconocimiento no nos exime de nuestra obligación de velar con la oración y con la acción para que a nadie falte el pan, el trabajo, la educación y la sanidad. Es necesario que desde todas las instancias de la vida pública se pongan los medios para un nuevo orden social, que rompa la espiral perversa entre familia y pobreza que lleva la sociedad a la ruina. También nosotros cristianos debemos estar cada vez más cerca de las familias que sufren la pobreza. La Iglesia madre no debe olvidar nunca este drama de sus hijos. Ella también está llamada a ser pobre, practicando la simplicidad en su propia vida, de manera que llegue a ser fecunda y pueda dar una respuesta a tanta miseria. Saludo a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España, Argentina, México, Venezuela, Guatemala, y Uruguay, así como a los venidos de otros países latinoamericanos. Pidamos a Dios que sostenga a las familias sometidas a la dura prueba de la pobreza, para que puedan seguir siendo en el mundo lugar de acogida y escuelas de auténtica humanidad. Que Dios los bendiga».
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El Papa no es únicamente un hombre de Dios. Es un hombre de Dios y un profeta.
«En medio de estas situaciones, muchas familias intentan vivir con dignidad, confiando en la bendición de Dios, convirtiéndose así en una auténtica escuela de humanidad que salva a la sociedad de la barbarie.»
De acuerdo, «la Iglesia está llamada a ser pobre», pero eso en concreto ¿que significa? Yo soy seglar y como católico me hago cierto lío con esto de que debo de ser pobre (muchos esto ni se lo plantean, por supuesto) ¿hasta qué punto pobre?, ¿dar de lo que te sobra, o incluso de lo que no te sobra? ¿y si no consumes como se mantienen los puestos de trabajo de las empresas? (por supuesto que haría falta otro paradigma económico y laboral, pero eso es otro tema).
Desde la Iglesia se lanzan afirmaciones demasiado simplistas para situaciones y problemas complejos. Ciertamente que en Cristo no hubo ningún apego al dinero, el relato evangélico del joven rico es tremendo. «que difícil es que un rico entre en el Reino de los cielos» así de claro, sin sordinas ni aditivos.
¿Tiene sentido competir para trabajar? No me imagino a un Cristo competitivo en el mercado laboral y por el bautismo debemos configurarnos con él, o renunciar a hacerlo y seguir el ritmo del mundo.
En fin, muchas cuestiones alrededor del tema de la pobreza, que para mí siguen estando muy abiertas.,
Me gustaría saber vuestra opinión.
Esto es un guiño a la teología de la liberación. Y eso de » nuevo orden » social me suena familiar….
Solo habla de pobreza corporal, y donde queda la pobreza espiritual? Mucho más devastadora que la primera.
Esto siempre es complicado de entender, pero no olvidemos que quitando los Apóstoles, el autentico amigo de Jesús fue Lazaro de Betania. Lazaro era muy rico y Jesús lo utilizó muchas veces. Se sirvió de la riqueza y bondad de Lazaro para hacer el bien; Jesús remitió a muchos pobres a Lazaro y este les atendió a todos.
Es decir, la riqueza puesta al servicio de los demás, para solucionar problemas a los demás, no solo con el ánimo de acumular y acumular no es algo malo. Yo lo veo claro. En los 10 tomos de María Valtorta sobre la vida de Jesús, hay infinidad de ejemplos de como el Señor va resolviendo situaciones valiéndose de gente buena y con posibilidades.
Hay quienes pasan hambre porque no nos importan, si nos damos cuenta de las necesidades y hacemos por solucionarlas viviremos una aventura buena.
Se habla de ser pobre y algunos se escandalizan. Lo hacen porque su riqueza no la han obtenido dignamente. Por eso les estallan los oídos, porque se dan cuenta de que no hay justificación a lo que hacen. Como no son pobres de espíritu buscan engañar y engañarse a sí mismos con todo tipo de tretas mentales huyendo de cualquier cosa que suene a verdad. La pobreza de espíritu es de aquellos que viéndose superados por esas circunstancias se abandonan en Dios como último recurso.
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No conozco a ningún hombre rico que sienta pesar por su fortuna si la ha obtenido honradamente. El problema actual no es el dinero. El problema actual, y de siempre, es la mentira, la estafa, el robo, la holgazanería, la restricción mental, la letra pequeña, la falsa camaradería, etc. Todo ello aderezado y dirigido por una envidia demostrativa de la poca estima que se tienen los que la padecen.
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Por perfecto que sea el sistema económico, por muy bien que se autorregule nunca podrá funcionar si la falta de orden moral lo pervierte. Un orden moral que no puede quedar reducido a la letra de la norma porque sería volver a lo de siempre.
Pobres, fructíferos…. como los jesuitas en los mejores y más caros colegios del mundo.