Bethany Hamilton, surfista que sobrevivió al ataque de un tiburón, cuenta su testimonio de superación y confianza en Dios, su roca firme en el sufrimiento. «Hay personas que no consideran a Dios hasta que les sucede algo malo, pero recuerdo que yo ya había puesto mi fe y confiado mi vida a Jesucristo cuando era una niña, yo tenía unos cinco años». Así cuenta Bethany Hamilton cómo pudo superar el ataque de un tiburón tigre que le arrancó su brazo izquierdo mientras hacía surf con tan sólo 13 años. En una entrevista reproducida por Portaluz, Bethany cuenta que los médicos que la rescataron le decían: «Dios no te dejará, nunca te abandonará». «Eran las palabras precisas», asegura Bethany, «porque no tenía duda de estar en las manos de Dios». Los médicos que la recibieron después del ataque del tiburón hablaban de «milagro» cuando pudieron salvarla, pues había perdido el 70% de su sangre. «Mantuve la calma», recuerda Bethany, «aunque mi brazo izquierdo estaba completamente perdido, hasta la axila». «Cuando la gente me pregunta sobre lo que mi fe en Cristo significa, respondo: ‘Todo’. Y esto era una realidad tanto antes del ataque del tiburón como después», cuenta esta joven que tras perder un brazo quiso seguir luchando por ver cumplido su sueño de triunfar como surfista. Inicialmente, Bethany estuvo tentada a dejar su sueño y abandonar el surf. «Pero la voz de Dios vino a mí dándome esperanzas», asegura, «en cientos de cartas que otros niños y niñas surfistas y personas que han perdido extremidades me escribían». Así fue como un día se levantó y le dijo a su padre que deseaba seguir adelante, surfeando, y a nivel competitivo. Cuando sus padres le advirtieron que iba a ser muy duro, Bethany respondió: «No te he preguntado si será difícil, sino cómo hacerlo posible». Y lo ha logrado. Ha conseguido vencer el miedo y seguir compitiendo contra los mejores surfistas. «A menudo, tenía miedo de intentarlo», admite. «Y no voy a mentir: en cierto modo aún lo siento, aunque menos. He trabajado mucho para convertirme en una profesional». Reconoce que su fe ha sido su mayor fuerza y que «es un tremendo alivio el poder poner tu confianza en Dios y quitarte las cargas de encima». «Yo sé que Dios me ama y tiene un plan para mi vida que ningún tiburón me puede quitar. Es como tener una roca sólida debajo de mí. Las cosas malas le suceden a todo el mundo. Así es la vida. Aquí está mi consejo: no pongan toda su esperanza y fe en algo que podría desaparecer de repente y fácilmente. El único que nunca fallará, quien nunca te dejará es Dios y tu fe en él».
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