La comunidad internacional no debe resignarse al drama de los cristianos perseguidos

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Son palabras del Cardenal Sandri, Prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales, que intervino ayer en un simposio sobre los cristianos en Oriente Medio. El cardenal Leonardo Sandri, Prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales intervino ayer tarde en la apertura del simposio »Cristianos en Oriente Medio: ¿Cual es su futuro?» promovido por la Comunidad de San Egidio y por la archidiócesis de Bari-Bitonto (Italia). En su discurso el cardenal habló de que no pocos cristianos de Oriente, escuchando hace pocos días el episodio de la Pasión en que Pilatos se lava las manos, »podrían haber pensado en la indiferencia y la falta de acción a la que parece haberse resignado la comunidad internacional frente las tragedias que ya desde hace años se consuman en Siria e Irak». »Entristece también -añadió- la incapacidad de los líderes de Líbano, incluso de los cristianos, que no han sido capaces de encontrar un consenso sobre el nuevo presidente, debido a una línea de conducta dictada, más que por su conciencia, por las fuertes influencias de fuerzas que compiten por la supremacía del control en la zona». »Confiamos, sin embargo, y estamos aquí para despertarla, que en el ánimo de todos, en Occidente como en Oriente -subrayó el purpurado- permanezca viva la pregunta de Pilatos: «¿Cuál es la verdad?», a la que siga su búsqueda y el ponerse a su servicio. La verdad es ante todo un acto que levanta cualquier velo y copertura de la realidad. Es inútil negarlo: si todavía no se ha encontrado una solución es ciertamente porque los problemas son múltiples y complejos, y también atañen a las relaciones internas entre los distintos componentes de los fieles musulmanes en la región, y entre ellos con las otras presencias religiosas en la zona, incluyendo a los cristianos. Pero también es legítimo pensar que los intereses, equilibrios de poder y de riqueza se anteponen todavía ? sin ceder un paso- a la supervivencia que ya no al bienestar de las poblaciones. Es un escándalo, y recordamos lo que el Señor dice también hoy a todos los Caínes de la tierra «¿Qué has hecho? La voz de la sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra». El cardenal Sandri mencionó que todos los años lanza un llamamiento, en nombre del Santo Padre, para el apoyo y la ayuda a los cristianos de Tierra Santa, un término que designa, no solo a los que viven dentro de las fronteras del Estado de Israel y de la Autoridad Palestina, sino también en todos los lugares relacionados con la historia de la salvación, la zona de Mesopotamia y Persia, desde donde partió Abraham y de donde se cree eran los Reyes Magos, Turquía, donde predicaron los apóstoles, Jordania, Siria, Líbano, y Egipto, donde encontró acogida la Sagrada Familia. »Pero la mención de una presencia así configurada -añadió- no puede ser también una indicación de método para las mesas de discusión en otros niveles: no se puede hablar de estabilidad en Oriente Medio sin incluir la añeja cuestión de Israel y Palestina, contentándose de que a los cristianos se les permita vivir en paz en esos dos territorios. Por otra parte, no debería haber ninguna duda sobre la necesidad de que todos los Estados, incluido Israel, deban existir y ser protegidos y no amenazados. Es tarea de los pastores cristianos de todo Oriente Medio ayudar a sus fieles a crecer en esta conciencia, curando las heridas del pasado reciente, con el aceite del consuelo, del perdón y la misericordia. Si no se avanza en esta dirección, no dudamos de que los grupúsculos de »poder enloquecido», como el ISIS, se multiplicarán, también porque algunas partes interesadas los apoyan con armas y recursos». »Occidente parece haber perdido en el curso de los siglos la capacidad de considerarse también dentro de una sana referencia religiosa, prefiriendo a menudo un modelo de laicismo exasperado cuando no un verdadero «eclipse de Dios». La destrucción y los horrores actuales de Oriente Medio – que algunos quieren atribuir únicamente al factor religioso – no deben ser una excusa para confirmar esta visión parcial y errónea, sino un estímulo para repensar la convivencia y la colaboración de los diferentes componentes de la sociedad para la promoción integral del ser humano», finalizó el Prefecto. Posteriormente en la basílica de San Nicolás, patrono de Bari, los participantes en el simposio pidieron al santo que intercerdiera para que se pusiera fin al sufrimiento de los cristianos en Oriente Medio y para que acompañase los trabajos del Concilio Pan-Ortodoxo que se celebrará en 2016 en Turquía.

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  1. También son responsables de esta dramática situación quienes desde la Iglesia de Cristo han renunciado a evangelizar a los musulmanes (y a otros grupos religiosos) incluso allí donde está permitido hacerlo, llegando a cometer el despropósito de enviarles mensajes de felicitación con motivo del fin del ramadán, como si Jesucristo hubiese mandado felicitar a quienes están en el error para congraciarse con ellos en vez de anunciarles el Evangelio (el Reino de los Cielos) aunque eso acarree persecuciones (Jn 15,20). Si no se evangeliza a los musulmanes serán entonces un instrumento de castigo; porque en el Corán se les insta a hacer la guerra (la tristemente famosa yihad) para extenderse por el mundo e imponer la ley islámica, como llevan haciendo desde sus orígenes donde han tenido ocasión. Además, allí no solo se tergiversan expresamente los fundamentos de la tradición judeocristiana, especialmente las figuras de Jesús y Abraham, y se dice que no se tome como amigos a judíos y cristianos (5:51), sino que se induce a perseguir con saña a los cristianos por considerarlos asociadores (por «asociar» a Jesús y al Espíritu Santo a Dios): «matad a los asociadores dondequiera que les encontréis. ¡Capturadles! ¡Sitiadles! ¡Tendedles emboscadas por todas partes!» (9:5).

    Dice en el Corán que «si hubiera sido de otro que de Dios, habrían encontrado en él numerosas contradicciones» (4:82). En defensa de la verdad hay que decir que es contradictorio que en la revelación coránica se reconozca la Tora o «Escritura» de Moisés, aunque sea diciendo que se han ocultado muchas cosas, y también el Evangelio de Jesús, con lo que se acaba revelando. Por ejemplo, en la Tora se deja bien claro que Dios estableció su alianza con Abraham, con Isaac y con Jacob (Israel), pero no con Ismael; y en el Evangelio que Jesús es el Hijo de Dios, el Mesías de Israel anunciado por los profetas, que murió en la cruz por nuestros pecados y resucitó, y que anunció el Reino de Dios, pero no la venida del profeta Muhammad (Mahoma). Estas contradicciones deberían hacer reflexionar a los musulmanes sobre si están sirviendo realmente al Dios de Abraham o están siendo engañados por Satanás, el príncipe de los ángeles rebeldes y padre de la mentira, que además los utiliza para perseguir a los cristianos.

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