Tomás de la Torre cuenta a INFOVATICANA, todos los detalles sobre su nueva novela, que narra la historia de un cura que decidió colgar los hábitos y que fue valiente para contarlo.
¿Qué es lo que llevó al protagonista de esta historia abandonar su misión como sacerdote?
Fue una evolución de diversos acontecimientos personales, familiares, ambientales, eclesiales, conciliares…que están explicados a lo largo de toda la novela. No un hubo un motivo único.
¿Por qué cree que la mayoría de los curas que cuelgan sus hábitos no se atreven a contar sus historias en primera persona?
Habitualmente el sacerdote que abandona su ministerio desea vivir una vida ordinaria, sin tener que llevar un reclamo de cartel publicitario escrito en la frente: Me salí de cura. Por eso ellos permanecen en el anonimato.
¿Por qué esta novela tiene un “grandísimo valor”?
Porque otras novelas de este contenido han sido escritas por terceras personas; la singularidad de esta novela es que es el propio protagonista quien deja escritas unas cuartillas amplias de su biografía y de toda la evolución de su persona, desde la infancia hasta su jubilación como maestro de escuela.
¿Por qué fue tan gratificante la aventura literaria para el capellán hospitalario?
La gratificación para el capellán hospitalario fue cumplir con el deseo expresado por el protagonista, antes de irse de este mundo. Además, ambos se conocieron aunque existía una gran diferencia de edad entre ambos. Es muy importante dar cumplimiento a un deseo de un amigo.
¿Qué virtud destacaría de la personalidad del protagonista?
El protagonista es una persona criada y hecha a sí mismo gracias a la presencia de un maestro de escuela singular y especial que está en los momentos esenciales de su vida. Por lo tanto, el protagonista de la novela es la suma de los consejos de un hombre de Dios, colocado en el momento oportuno a su lado por las diversas situaciones que aparecen a lo largo de la novela. Quisiera añadir que todo el acontecimiento masivo de abandonos del ministerio sacerdotal de aquellos años siguientes al Concilio, debe pasar más tiempo para ser analizado desde la perspectiva histórica, algo que todavía no tenemos. Cuando el historiador dentro de varios años pueda tomar este asunto en sus manos científicas y saque las conclusiones oportunas, entonces se hará la justicia que se merecen aquellos acontecimientos.
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Yo creo que cada historia de sacerdotes secularizados es un caso singular, algunos arrastran un drama personal, crisis de fe o de identidad sacerdotal, otros se ordenan pero no asumen a la iglesia en su totalidad, descontentos con la realidad de la iglesia y con su trabajo pastoral, otros con una formación deficiente y una espiritualidad raquítica caen en los momentos de dificultad y desánimo, los hay que se han hecho una proyección ideal del sacerdocio y de la parroquia y cuando chocan con la realidad se dan contra un muro; dificultades de comunión con otros compañeros o con el obispo que genera conflictos y aislamiento.
Y en no pocos casos problemas de tipo afectivo y sexual por un celibato mal asumido internamente.
En algunos casos quizá no se tenían que haber ordenado, cierta inmadurez psicológica para tratar maduramente casos complicados en confesiones y consultas y para coordinar grupos y comunidades donde florecen conflictos humanos.
Cada caso, como cada persona es diferente y es un mundo, por eso hay que discernir bien la vocación.