La tarde de este Jueves Santo el Papa dejó el Vaticano para dirigirse a la cárcel romana de Rebibbia donde se encontró con los allí detenidos. En la adyacente iglesia “Padre Nuestro”, el Obispo de Roma celebró la Misa “in Coena Domini” durante la cual lavó los pies a algunos encarcelados y encarceladas del cercano centro penitenciario femenino.
El Papa Francisco en su homilía recordó que Jesús nos ama sin límites. “El amor de Jesús siempre es más, siempre es más, no se cansa de amar a ninguno. Ama a todos nosotros, hasta el punto de dar la vida por nosotros”. E insiste: “a cada uno, con nombres y apellidos”, “y no defrauda jamás, porque no se cansa de amar, no se cansa de perdonar, no se cansa de abrazarnos”, agregó.
Antes de empezar con el rito del lavatorio de los pies, el Papa explicó a los presentes cuál es su origen, y recordó que antiguamente la gente cuando llegaba a una casa tenía los pies sucios del polvo del camino, ya que antes las calles no estaban adoquinadas, y se los lavaban a la entrada de las casas. Pero esto no lo hacía todos, “lo hacían los esclavos”, explica. “Y Jesús lava, como esclavo, nuestros pies, los pies de los discípulos”. Así, explica “es tanto el amor de Jesús que se ha hecho esclavo para servirnos, para curarnos, para limpiarnos”.
“En nuestro corazón tenemos que tener la certeza, tenemos que estar seguros de que el Señor, cuando nos lava los pies, nos lava todo, nos purifica, nos hace sentir otra vez su amor”. El Papa termina su homilía diciendo que hoy lava los pies a doce presos, pero en estos doce están todos, todos, “todos aquellos que viven aquí” y añadió que él también tiene necesidad de ser lavado por el Señor, así pidió a los presentes que rezaran para que el Señor lave sus suciedades.
Una vez más Francisco vuelve a celebrar la misa “in Coena Domini” en un lugar de periferia existencial, en medio a los hermanos más necesitados: en centros de detención o de enfermos. Recordemos que en 2013 el Papa Bergoglio fue a la cárcel de menores de Casal del Marmo y en 2014 al centro para discapacitados de Don Gnocchi.
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Este gesto no vale nada. Es pura falsedad.
1.-Porque el Papa no es el dueño y señor de la Iglesia, ni de su liturgia. No puede hacer lo que quiera, sino más bien dar ejemplo de obediencia.
2.-Porque si quiere bien a esos hombres y mujeres, y son católicos, y quiere un gesto con fondo real QUE LOS CONFIESE. No que les lave los pies, no. Eso es un gesto de pura publicidad de Bergoglio. Que los confiese, y a ser posible sincámaras.
3.-Y si no son catolicos, que los catequice para el BAUTISMO.
Este Papa es puro humo.
Cuando se muestra tanto desconocimiento y tan poco aprecio por la “fría doctrina” hay peligro de anteponer a lo esencial de la celebración litúrgica del Jueves Santo – que es la solemne celebración eucarística del Obispo de Roma con su comunidad cristiana en la Iglesia catedral de San Juan de Letrán- un gesto pastoral centrado en el lavatorio de los pies a los reclusos de una cárcel.
Por supuesto que es laudable visitar a los encarcelados. Por supuesto que no se buscan aplausos personales… ¡sólo faltaba eso! Sencillamente se elige enviar a la Iglesia y al mundo entero un mensaje que pone en segundo lugar el sentido más profundo de una celebración tan especial como la eucaristía vespertina del Jueves Santo, en la que la Iglesia celebra la institución de la Eucaristía en la última Cena.
EL SANTO PADRE BENEDICTO XVI nos enseñó con profunda sencillez cuál es el sentido bíblico y teológico del lavatorio de los pies a sus apóstoles que el Señor realizó en la última Cena.
He aquí las palabras de la Homilía del Papa Benedicto XVI en la catedral del Obispo de Roma, en el año 2006.
“Habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo” (Jn 13, 1). Dios ama a su criatura, el hombre; lo ama también en su caída y no lo abandona a sí mismo. Él ama hasta el fin. Lleva su amor hasta el final, hasta el extremo: baja de su gloria divina. Se desprende de las vestiduras de su gloria divina y se viste con ropa de esclavo. Baja hasta la extrema miseria de nuestra caída. Se arrodilla ante nosotros y desempeña el servicio del esclavo; lava nuestros pies sucios, para que podamos ser admitidos a la mesa de Dios, para hacernos dignos de sentarnos a su mesa, algo que por nosotros mismos no podríamos ni deberíamos hacer jamás.
Dios desciende y se hace esclavo; nos lava los pies para que podamos sentarnos a su mesa. Así se revela todo el misterio de Jesucristo. Así resulta manifiesto lo que significa redención. El baño con que nos lava es su amor dispuesto a afrontar la muerte. Sólo el amor tiene la fuerza purificadora que nos limpia de nuestra impureza y nos eleva a la altura de Dios. El baño que nos purifica es él mismo, que se entrega totalmente a nosotros, desde lo más profundo de su sufrimiento y de su muerte.
Él es continuamente este amor que nos lava. En los sacramentos de la purificación -el Bautismo y la Penitencia- él está continuamente arrodillado ante nuestros pies y nos presta el servicio de esclavo, el servicio de la purificación; nos hace capaces de Dios. Su amor es inagotable; llega realmente hasta el extremo”
Odioso establecer comparaciones, ¿cierto?… Pero, ¡qué diferencia!
Es una triste pena y una muestra más de la deriva del papa jesuita (y de algunos de sus colaboradores en el Vaticano) empeñarse en desplazar este sentido redentor y salvífico del lavatorio de los pies, para convertir la Eucaristía vespertina del Jueves Santo en un gesto de solidaridad con la periferia. ¡Qué orfandad para los fieles cristianos de Roma! ¡Qué mal ejemplo para toda la Iglesia!
Solo pido que nosotros, los cristianos en general, y yo y los comentaristas de esta web en particular, todos días leamos el Evangelio, oremos con el Padre y recemos el rosario para que Nuestra Madres interceda ante el Padre por nosotros, tal y como nos pide ahora nuestro Papa Francisco y antes nuestro Papa Benedicto y nuestro Papa San Juan Pablo.
Duele ver este tipo de comentarios, especialmente en Semana Santa, precisamente cuando el Amor que perdona lo invade todo.
Cristo preso, cautivo, encarcelado, injustamente asesinado, como los 170 universitarios cristianos que los han reventado a tiros hace unas horas en África… si hubiera sido en la mediática Europa… Otra cosa sería. ¿Cuántos sacerdotes están cumpliendo condena en las cárceles del mundo por acusaciones de abusos, verdaderas o falsas?. Dos jesuitas argentinos secuestrados por la Junta Militar de la dictadura de Argentina, Francisco Jalics y Orlando Yorio… fueron torturados, desaparecidos durante meses… aparecieron desnudos y drogados meses más tarde. ¿quién repondrá? ¿Quién devolverá la dignidad al clero? porque sobrevuela la sospecha mediática de que un sacerdote es un potencial pederasta… ¿Quién redimirá esa situación? Cara de vinagre… alguien tendrá que devolver el honor a Urías, a Abel, a Nabot… a los pobres.
Yo no alcanzo a comprender el sentido de esta acción. ¿Acaso los encarcelados no son delincuentes condenados por sus crímenes? Estos delincuentes ¿representan a los discípulos de Cristo? Una cosa es ayudar a redimir a los delincuentes y otra incluirlos en la celebración litúrgica de la Ultima Cena. ¿Alguien encontraría normal que Francisco (o un parroco cualquiera) celebrara la Misa in Cena Domini lavando los pies a doce etarras, asesinos de niños, o a doce pederastas o violadores, o a doce traficantes de drogas o de armas? ¿O es que hay criminales buenos y malos, y los de esa cárcel son buenos? No lo entiendo, ni hay nadie que lo explique.
Otra cosa seria que lavara los pies a las víctimas de esos delincuentes: doce niños abusados, doce mujeres maltratadas, doce padres de asesinados por ETA o la Mafia, doce estafados o robados o navajeados por esos a los que ayer el Papa lavó los pies.
Me sorprende tamaña ignorancia de los comentaristas al criticar este acto del Papa que en nada se opone a la «sana doctrina» como suelen llamarle a las enseñanzas de la Iglesia….Se trata de la Ultima Cena en cuyo contextos se ubica este gesto de amor fundamental de servicio y amor que el Señor nos encarga realizar CON TODOS especialmente a los más pecadores…si ellos se dispusieron a ser lavados por que los juzgan acaso ellos no son sujetos de evangelización???. L verdad su odio contra el Papa ya llega a extremos que da que pensar en temas más patológicos o quizá demoniacos
Enrique: Por supuesto!!
Pero el Papa debe obedecer la Liturgia, que exige que se lave los pies a varones elegidos.
Los actos de misericordia con los delincuentes: proclamarles el Evangelio, acompañarles en el arrepentimiento y conversión, acompañarles en la reparación de sus culpas, confesarles…
Pero el Papa no hace nada de esto.
Hecd un gesto meramete publicitario contraviniendo la forma y el sentido que Cristo le dio y que la Iglesia le da.
Cristo comió con publicanos, pero lavó los pies a los apóstoles y sólo a los apóstoles.