El pasado mes de abril, hombres armados del grupo extremista islámico Boko Haram secuestraron a más de 200 niñas en un internado en la región de Chibok, en Nigeria. Casi un año después, nadie conoce el paradero de las niñas ni se ha avanzado en la búsqueda, aunque algunas de las secuestradas han logrado escapar milagrosamente de sus captores y volver junto a sus familias. Ahora, el personal humanitario que trabaja en Nigeria denuncia la pasividad de la comunidad internacional ante las atrocidades que cada día comete el grupo terrorista Boko Haram. Más aún cuando el pasado mes de enero volvieron a secuestrar a decenas de mujeres, esta vez en la localidad de Baga, en un ataque en el que murieron centenares de personas. “Eso nos envía un fuerte mensaje –no solo a los nigerianos, sino a toda la raza humana– de que más de 200 niñas pueden ser secuestradas en algún lugar y 343 días después no haber regresado. Ese es un gran problema al que tenemos que hacer frente”, ha declarado a Aciprensa Bukky Shonibare, una trabajadora humanitaria nigeriana que fue coordinadora estratégica de la campaña #BringBackOurGirls (“Devuélvannos a nuestras niñas”). Denuncian que no han recibido prácticamente ninguna financiación de países como Estados Unidos porque el secuestro se produjo hace mucho tiempo. «Pero las niñas siguen ahí y siguen necesitando nuestra ayuda», asegura Shonibare. Esta campaña trató de lograr movilizar a la sociedad nigeriana y a la comunidad internacional para que se ejerciera la presión necesaria para recuperar a las niñas secuestradas. Pese al esfuerzo de cientos de personas que se involucraron en esta campaña, la mayoría de las niñas aún no han sido rescatadas, y sólo 57 han logrado escapar por su propia cuenta de las garras del grupo terrorista. El destino que espera a estas jóvenes, que se han visto brutalmente privadas de su libertad, es ser vendidas como esclavas y obligadas a ejercer la prostitución. Así lo han declarado los propios miembros de Boko Haram, ante la desesperación e impotencia de las familias de las niñas. A las 57 jóvenes que han logrado escapar no les espera un futuro mucho más prometedor, ya que la mayoría han vuelto contagiadas del VIH y en muchos casos embarazadas a causa de las violaciones a las que se han visto sometidas. Algunas incluso padecen el conocido «síndrome de Estocolmo» y el personal humanitario teme que repitan las acciones violentas de sus captores. Y no se trata de un temor infundado, ya que en uno de los casos, una de las niñas intentó matar a su propia madre. La organización terrorista africana Boko Haram está ligada al Estado Islámico, al que ha jurado lealtad. Desde 2009, sus miembros han realizado todo tipo de ataques y secuestros en el oeste de África, dejando tras de sí más de 15.500 muertos.
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