«El primer paso de la vida cristiana es acusarse a sí mismo»

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santa marta Primera homilía del Papa Francisco en Santa Marta después de sus ejercicios espirituales.


Es fácil juzgar a los otros, pero se va adelante por el camino cristiano sólo si se tiene la sabiduría de acusarse a sí mismo: lo dijo el Papa Francisco volviendo a celebrar la Misa en Santa Marta, después de finalizar los Ejercicios Espirituales. Las lecturas del día están centradas en el tema de la misericordia. El Papa, recordando que ‘todos somos pecadores’ no ‘en teoría’ sino realmente, indica ‘una virtud cristiana, mejor dicho, más de una virtud’: ‘la capacidad de acusarse a sí mismo’. Es el primer paso de quien quiere ser cristiano: “Todos nosotros somos maestros, somos doctores en justificarnos a nosotros mismos: ‘Pero yo no fui, no, no es culpa mía, pero no era tanto, eh…Las cosas no son así’. Todos tenemos un pretexto explicativo de nuestras faltas, de nuestros pecados, y tantas veces somos capaces de hacer esa cara de ‘pero yo no sé’, cara de ‘yo no lo hice, quizás fue otro’: hacerse el inocente. Y así no se va adelante en la vida cristiana”. Es más fácil acusar a los otros – observa el Papa – sin embargo sucede una cosa un poco extraña si probamos a comportarnos de manera diversa: ‘cuando comenzamos a ver de qué cosas somos capaces’, al inicio ‘nos sentimos mal, sentimos aversión’, luego esto ‘nos da paz y salud’. Por ejemplo – afirma el Pontífice –  ‘cuando tengo envidia en mi corazón y sé que esta envidia es capaz de hablar mal del otro y matarlo moralmente’, ‘ésta es la sabiduría de acusarse a sí mismo’. ‘Si no aprendemos este primer paso de la vida, nunca, jamás daremos pasos en el camino de la vida cristiana, de la vida espiritual’: “Es el primer paso, acusarse a sí mismo. Sin decirlo ¿no? Yo y mi conciencia. Voy por la calle, paso adelante de la cárcel: ‘Eh, estos se lo merecen’. ¿Pero tú sabes que si no hubiera sido por la gracia de Dios tú estarías ahí? ¿Has pensado que eres capaz de hacer las cosas que ellos hicieron, incluso peor todavía? Esto es acusarse a sí mismo, no esconder a sí mismo las raíces del pecado que están en nosotros, las tantas cosas que somos capaces de hacer, también si no se ven”. El Papa subraya otra virtud: avergonzarse delante de Dios, en un diálogo en el cual nosotros reconocemos la vergüenza de nuestro pecado y la grandeza de la misericordia de Dios: “A ti Señor, nuestro Dios, la misericordia y el perdón. La vergüenza para mí y a ti la misericordia y el perdón. Nos hará bien tener este diálogo con el Señor en esta Cuaresma: la acusación de nosotros mismos. Pidamos misericordia. En el Evangelio Jesús es claro: ‘Sean misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso’. Cuando uno aprende a acusarse a sí mismo es misericordioso con los otros: ¿pero, quién soy yo para juzgarlo, si yo soy capaz de hacer cosas peores?” La frase: ‘¿Quién soy yo para juzgar a otro?’ – afirma el Obispo de Roma – obedece precisamente a la exhortación de Jesús ‘No juzguen y no serán juzgados, no condenen y no serán condenados, perdonen y serán perdonados’. En cambio, constata ‘¡cómo nos gusta juzgar a los demás, hablar mal de ellos!’ ‘Que el Señor en esta Cuaresma – concluye el Papa Francisco – nos dé la gracia de aprender a acusarnos’ en la conciencia de que somos capaces ‘de las cosas más malvadas’ y decir: ‘ten piedad de mí, Señor, ayúdame a avergonzarme y dame la misericordia, así yo podré ser misericordioso con los otros’.

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Comentarios
0 comentarios en “«El primer paso de la vida cristiana es acusarse a sí mismo»
  1. «El primer paso de la vida cristiana es acusarse a sí mismo»,predica el papa Francisco en la primera homilía en Santa Marta luego de concluidos sus ejercicios espirituales cuaresmales.

    Vale. inobjetable, Santo Padre. Peropapa Francisco, ayer mismo me confesé con un religioso cura al que conozco hace años y del que me he hecho la no tan firme promesa de «huir»,o sea, de no volver a confesarme jamás con él, pues creo que lo más bonito que se podría decir de este fray es que es un déspota. Y que no escucha.

    Pero ayer fue más grande el deseo de pedir perdón por mis pecados que la contrariedad que me supone hacer confesión sacramental con tal sacerdote. Que no se sé cuántas veces repitió (sin exagerar, lo menos debieron ser 5 veces), que yo confesaba tales o cuales pecados -siempre me ha dejado la impresión de que te regaña como si recordara tus pecados- porque no estaba arrepentido de verdad de los mismos. Y entretanto yo pensaba: «Otra vez con lo mismo, y tú quién te crees que eres, padre o fray, para suponer lo que me estás espetando en toda la cara de penitente ‘no arrepentido’, según tú».

    Y asimismo, no contento con lo anterior, no pareció escuchar que en varias ocasiones yo le dije que me considero débil, pecador, y que me engañan a veces o a menudo las seducciones. Porque sin solución de continuidad pasó a otra de sus retahílas predilectas, a saber, la de acusar al penitente-o sea, a mí-,de ser el único culpable de mis pecados.

    Entretanto yo pensaba:»La teología de este fray es tan penosa que lo salva el ser cura, no quiero imaginarme qué sería de él si fuese médico, profesor o albañil con unos conocimientos equivalentes a los que me ha demostrado cada vez que he confesado con él.».

    Y esto es lo que también hay en la Iglesia, papa Francisco, de la que tú eres la cabeza más visible: curas que ejercen su ministerio también en el confesionario, bendito sea Dios, y que -por supuesto, no sé con qué intención lo hacen, no me compete ponderar esto- según su modus operandi no parecen entender que la confesión sacramental es una suerte de juicio de Dios, en efecto, mas de juicio desde la misericordia entrañable del Dios que perdona y sana.

    Dios que acoge, aconseja, perdona, sana, y no Dios que «desconfía del sincero propósito de la enmienda del penitente».

  2. Dice el Señor:

    «Vengan, entonces, vuelvan a Mí. Yo no los rechazo. ¡Soy todo Misericordioso y más Compasivo que nunca! Reconozcan sus pecados, arrepiéntanse, y sean Míos. Yo-Soy-El-Que-Salva, Yo Soy su Redentor, Yo Soy la Santísima Trinidad, todo en Uno. Yo Soy el Espíritu de Gracia y, aunque su generación se llama a sí misma «sin padre», estoy presto a perdonar, a olvidar y acoger de nuevo a todos los que han apostatado. Mi Santo Espíritu de Gracia está preparado para levantarlos y renovarlos. ¿Por qué seguir reduciendo sus tierras a desiertos? ¿No están cansados de tener que vivir en la desolación? Regresen a Mí. Sean uno de aquéllos que han buscado Mis Pozos y los han encontrado. Yo los renovaré con Mi Perfección, con Mi Belleza, con Mi Gloria. Yo deseo elevarlos a la perfección, a fin de que vuestra alma viva. » TLIG 28.07.89

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