La juez Alaya ha citado a declarar como imputada en el caso de los ERE fraudulentos a Sor Carmen, monja de clausura en el Convento de las Jerónimas de Constantina en Sevilla. Sor Carmen tendrá que acudir al despacho de la juez para justificar una subvención que recibió de la Junta de Andalucía antes de tomar los hábitos. Y es que Sor Carmen sólo lleva tres años en el convento de las Jerónimas. Antes de elegir vivir como monja de clausura, Carmen Muñoz Rivas era laica y la presidenta de la cooperativa SCA Megara, dedicada a confeccionar camisas. Cuando se jubiló, decidió pasar el resto de su vida dedicada a la oración y al trabajo escondido en el convento. Pero la paz de la que esperaba gozar en este retiro se vio truncada cuando recibió una llamada que la informó de que estaba imputada en el famoso caso de los ERE andaluces. Sor Carmen tendrá que comparecer ante la juez Alaya el próximo 27 de marzo para explicar una subvención de 44.000 euros que recibió la cooperativa de la que ella era presidenta. La juez estudia las subvenciones otorgadas por el ex director general de Trabajo, Francisco Javier Guerrero a empresarios de la Sierra Norte de Sevilla. En el caso de Carmen Muñoz, según el auto, el 3 de marzo de 2006 Guerrero, en virtud del compromiso adquirido con la presidenta de la cooperativa, «ordenaría a Estudios Jurídicos Villasís el abono a esta empresa de 44.000 euros, que se realizó con cargo a fondos públicos, concretamente los que dispuso y transfirió Uniter a EJV procedentes de la Asociación Faja Pirítica. Esta ayuda se abonaría sin solicitud ni documentación justificativa alguna». En 2004, la cooperativa que dirigía Carmen decidió reparar el tejado de la nave en la que confeccionaban la ropa. Como ninguna de sus compañeras ganaba más de 400 euros, Carmen decidió pedir una subvención, que según afirma fue tramitada por el Ayuntamiento. «Nunca pensé que fuera algo incorrecto», confesó Sor Carmen a los medios, profundamente conmocionada por la noticia de su imputación. Ahora, la vida tranquila que ha llevado durante tres años haciendo dulces, licores y las demás tareas del convento, se ha visto envuelta en una vorágine de visitas de abogados y llamadas de los medios de comunicación que quieren conocer su historia. Cuando la llamaron del diario ABC , declaró que ni siquiera tiene abogado, aunque varios letrados se han ofrecido a llevar a cabo su defensa sin cobrar honorarios. «Lo haría por convicción», ha asegurado uno de los abogados personados en el caso ERE.
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