El Papa Francisco se ha referido a la reforma de la Curia en su discurso a los 160 cardenales presentes en el Consistorio.
Por el bien y el servicio de la Iglesia y su misión en el mundo, fortaleciendo la unidad de fe y la comunión del pueblo de Dios. El Papa Francisco destacó el importante trabajo desarrollado en estos últimos meses para elaborar la nueva Constitución Apostólica para la reforma de la Curia: «La meta es siempre la de alcanzar mayor armonía entre los dicasterios y oficinas, con el fin de realizar una colaboración más eficaz en la absoluta transparencia que edifica la auténtica sinodalidad y la colegialidad» «Queridos hermanos, ¡qué bueno, qué dulce habitar los hermanos todos juntos!» Con estas palabras del Salmo 133, el Papa alentó a alabar al Señor en la apertura del Consistorio, acogiendo en esta asamblea a los 20 nuevos cardenales. Tras expresar su gratitud al Decano del Colegio Cardenalicio, a la Comisión de los nueve cardenales y a su coordinador, el Card. Rodríguez Maradiaga, así como al secretario del mismo C9, Mons. Semeraro, y su con bienvenida a todos «a esta comunión, que expresa colegialidad», el Obispo de Roma hizo hincapié en el significado de la reforma de la Curia Romana y en su misión: «La reforma no es un fin en sí mismo, sino un medio para dar un testimonio cristiano fuerte; para favorecer una evangelización más eficaz; para promover un espíritu ecuménico más fecundo; para alentar un diálogo más constructivo con todos. La reforma deseada vivamente por la mayoría de los cardenales, en el ámbito de las Congregaciones generales antes del Cónclave, deberá perfecciona aún más la identidad de la misma Curia Romana. Es decir, la de coadyuvar al Sucesor de Pedro en el ejercicio de su supremo oficio pastoral por el bien y el servicio de la Iglesia universal y de las Iglesias particulares. Ejercicio con el que se fortalecen la unidad de fe, la comunión del pueblo de Dios y se promueve la misión propia de la Iglesia en el mundo». Determinación, colaboración y oración invocando al Espíritu Santo, que es la verdadera guía de la Iglesia, reiteró el Santo Padre: «Ciertamente alcanzar tal meta no es fácil; requiere tiempo, determinación y sobre todo la colaboración de todos. Pero para realizar esto debemos, ante todo, encomendemos al Espíritu Santo que la verdadera guía de la Iglesia, implorando en la oración el don del auténtico discernimiento. Con este espíritu de colaboración comienza nuestro encuentro, que será fecundo gracias a la contribución que cada uno de nosotros podrá expresar con parresía, fidelidad al Magisterio y conciencia de que todo ello concurre a la ley suprema, es decir a la salus animarum». (CdM – RV)
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«Ecumenismo y dialogo» (Entiandase falso ecumenismo y dialogo con el Mundo) Siempre están presentes para empañar cualquier discurso y ganar el aplauso de la prensa y los enemigos de la Iglesia.
El consistorio ha comenzado y con él la intensa discusión de la reforma que el papa está decidido a llevar a cabo, como ha subrayado enérgicamente esta mañana. Lo que indica que es conscientes de las resistencias. La más fuerte ha sido la del cardenal Müller, quien se ha opuesto a que la autoridad magisterial sea transferida a las conferencias episcopales en detrimento del Vaticano y del papado. Los días de Müller están contados.
Sememraro, por su parte, recordó el largo proceso que llevó a la constitución Pastor Bonus. Algo similar alargaría en exceso lo que el papa quiere, pero con el riesgo de hacer una reforma poco consistente. Se habla de una reflexión teológica y eclesiológica, que incluya colegialidad y sinodalidad. Pero, para empeza, el papa pone el acento en la reforma “espiritual”, en el cambio de “mentalidad”, cosa no tan fácil ni tan rápida de conseguir.
En cuanto a las propuestas concretas, que según Semeraro podrían comenzar ad experimentum (cosa que me parece poco consistente), la gran novedad está en las dos nuevas congregaciones que absorberían numerosos Pontificios Consejos: Justicia y Paz, y Laicos y Familia. Ravasi propone también una congregación que incluya Educación y Cultura con otros secretariados y, naturalmente, presidida por él mismo. Porque además se abandona la idea de Congregaciones presididas por quien no sea cardenal. Lo mismo que hay resistencias a que los cargos principales no sean ocupados por obispos.
La idea de dividir Secretaría de Estado o de un moderador de la curia parece definitivamente abandonada. Y la reforma económica es la que encuentra mayor aceptación.
En definitiva, puede que el papa Francisco sea quien incoe una Reforma que él mismo no vea concluida, como le paso a san Juan XXIII