Lo dijo el Santo Padre en un discurso ante las más altas autoridades religiosas de Turquía.
(Radio Vaticana) Después del encuentro con las Autoridades en el Palacio Presidencial el Santo Padre se dirigió a la sede del DIYANET, el Departamento para los Asuntos Religiosos en Turquía, la más alta autoridad religiosa de ese país. Después de un encuentro privado con el Presidente del DIYANET, ambos se dirigieron a los medios de prensa.
El Pontífice en su discurso resaltó las “buenas relaciones y el diálogo entre los dirigentes religiosos” de ese país, esto dijo, es “un claro mensaje dirigido a las respectivas comunidades para expresar que el respeto mutuo y la amistad son posibles, no obstante las diferencias”.
Posteriormente dirigiéndose a los dirigentes religiosos señaló que, “tenemos la obligación de denunciar todas las violaciones de la dignidad y de los derechos humanos. La vida humana, recordó el Papa, es un don de Dios Creador y tiene un carácter sagrado”. Por tanto, denunció Francisco, “la violencia que busca una justificación religiosa merece la más enérgica condena, porque el Todopoderoso es Dios de la vida y de la paz”.
Finalmente invitó a tener siempre presente que “el común reconocimiento de la sacralidad de la persona humana sustenta la compasión, la solidaridad y la ayuda efectiva a los que más sufren”. A este propósito, dijo el Papa, “quisiera expresar mi aprecio por todo lo que el pueblo turco, los musulmanes y los cristianos, están haciendo en favor de los cientos de miles de personas que huyen de sus países a causa de los conflictos”. Y esto es un ejemplo concreto de cómo trabajar juntos para servir a los demás, un ejemplo que se ha de alentar y apoyar, exhortó el Pontífice.
DISCURSO COMPLETO DEL PAPA FRANCISCO EN EL DIYANET
Señor Presidente,
Autoridades religiosas y civiles,
Señoras y señores
Es para mí un motivo de alegría encontrarles hoy, durante mi visita a su país. Agradezco al señor Presidente de este importante Organismo por la cordial invitación, que me ofrece la ocasión estar con los dirigentes políticos y religiosos, musulmanes y cristianos.
Es tradición que los Papas, cuando viajan a otros países como parte de su misión, se encuentren también con las autoridades y las comunidades de otras religiones. Sin esta apertura al encuentro y al diálogo, una visita papal no respondería plenamente a su finalidad, como yo la entiendo, en la línea de mis venerados predecesores. En esta perspectiva, me complace recordar de manera especial el encuentro que tuvo el Papa Benedicto XVI en este mismo lugar, en noviembre de 2006.
En efecto, las buenas relaciones y el diálogo entre los dirigentes religiosos tiene gran importancia. Representa un claro mensaje dirigido a las respectivas comunidades para expresar que el respeto mutuo y la amistad son posibles, no obstante las diferencias. Esta amistad, además de ser un valor en sí misma, adquiere especial significado y mayor importancia en tiempos de crisis, como el nuestro, crisis que en algunas zonas del mundo se convierten en auténticos dramas para poblaciones enteras.
Hay efectivamente guerras que siembran víctimas y destrucción; tensiones y conflictos interétnicos e interreligiosos; hambre y pobreza que afligen a cientos de millones de personas; daños al ambiente natural, al aire, al agua, a la tierra.
La situación en el Medio Oriente es verdaderamente trágica, especialmente en Irak y Siria. Todos sufren las consecuencias de los conflictos y la situación humanitaria es angustiosa. Pienso en tantos niños, en el sufrimiento de muchas madres, en los ancianos, los desplazados y refugiados, en la violencia de todo tipo. Es particularmente preocupante que, sobre todo a causa de un grupo extremista y fundamentalista, enteras comunidades, especialmente – aunque no sólo – cristianas y yazidíes, hayan sufrido y sigan sufriendo violencia inhumana a causa de su identidad étnica y religiosa. Se los ha sacado a la fuerza de sus hogares, tuvieron que abandonar todo para salvar sus vidas y no renegar de la fe. La violencia ha llegado también a edificios sagrados, monumentos, símbolos religiosos y al patrimonio cultural, como queriendo borrar toda huella, toda memoria del otro.
Como dirigentes religiosos, tenemos la obligación de denunciar todas las violaciones de la dignidad y de los derechos humanos. La vida humana, don de Dios Creador, tiene un carácter sagrado. Por tanto, la violencia que busca una justificación religiosa merece la más enérgica condena, porque el Todopoderoso es Dios de la vida y de la paz. El mundo espera de todos aquellos que dicen adorarlo, que sean hombres y mujeres de paz, capaces de vivir como hermanos y hermanas, no obstante la diversidad étnica, religiosa, cultural o ideológica.
A la denuncia debe seguir el trabajo común para encontrar soluciones adecuadas. Esto requiere la colaboración de todas las partes: gobiernos, dirigentes políticos y religiosos, representantes de la sociedad civil y todos los hombres y mujeres de buena voluntad. En particular, los responsables de las comunidades religiosas pueden ofrecer la valiosa contribución de los valores que hay en sus respectivas tradiciones. Nosotros, los musulmanes y los cristianos, somos depositarios de inestimables riquezas espirituales, entre las cuales reconocemos elementos de coincidencia, aunque vividos según las propias tradiciones: la adoración de Dios misericordioso, la referencia al patriarca Abraham, la oración, la limosna, el ayuno… elementos que, vividos de modo sincero, pueden transformar la vida y dar una base segura a la dignidad y la fraternidad de los hombres. Reconocer y desarrollar esto que nos acomuna espiritualmente – mediante el diálogo interreligioso – nos ayuda también a promover y defender en la sociedad los valores morales, la paz y la libertad (cf. Juan Pablo II, A la comunidad católica de Ankara, 29 noviembre 1979). El común reconocimiento de la sacralidad de la persona humana sustenta la compasión, la solidaridad y la ayuda efectiva a los que más sufren. A este propósito, quisiera expresar mi aprecio por todo lo que el pueblo turco, los musulmanes y los cristianos, están haciendo en favor de los cientos de miles de personas que huyen de sus países a causa de los conflictos. Y esto es un ejemplo concreto de cómo trabajar juntos para servir a los demás, un ejemplo que se ha de alentar y apoyar.
He sabido con satisfacción de las buenas relaciones y de la colaboración entre la Diyanet y el Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso. Espero que continúen y se consoliden, por el bien de todos, porque toda iniciativa de diálogo auténtico es signo de esperanza para un mundo tan necesitado de paz, seguridad y prosperidad.
Señor Presidente, expreso nuevamente gratitud a usted y a sus colaboradores por este encuentro, que llena de gozo mi corazón. Agradezco también a todos ustedes su presencia y las oraciones que tendrán la bondad que ofrecer por mi servicio. Por mi parte, les aseguro que yo rogaré igualmente por ustedes. Que el Señor nos bendiga.
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Quiero aclarar una cosa:
Las cruzadas se hicieron porque Turquia estaba entrando en Italia.
No hay ni una sóla frase o palabra en la bíblia que trate o diga «guerra santa», todo esto de racismo que dice el gobernante de Turquia se lo han hecho ellos mismos con su shihad o como se diga.
Me he estado documentando y esto de los problemas raciales ya los tenían ellos desde hace siglos atrás. Nada de racismo por parte del cristianismo.
En cuanto a las palabras del Papa, me parecen esactas y perfectas en este artículo.
Bergoglio no debe conocer el Corán. Pero que digo, si hace dos dias dijo que todos vamos a ir al cielo. Es decir que tampoco conoce la doctrina católica, ni los evangelios.
El Corán no dice: «No matarás»; dice: «Tu deber es matar a los infieles».
El corán les dice a los musulmanes que maten a los no-musulmanes donde den con ellos (2:191),
que los combatan y que los traten duramente (9:123), maten (9:5), combatan (8:65), luchen esforzadamente contra ellos (25:52), se muestren duros con ellos pues tendrán el infierno por morada (66:9), les descarguen golpes en el cuello hasta someterlos, atarlos fuertemente, devolverles la libertad de gracia o mediante rescate (Q;47:4).
►La apostasía es penable con la muerte.
Mohama dijo, Quienquiera que se cambie de la religión islámica, mátalo”. Vol 9:57
No hay promesa de salvación.
El corán es extraño a la libertad de creencias y no reconoce ninguna otra religión más que el islam (3:85). Relega a los incrédulos al infierno (5:10),
los llama najis (inmundos, intocables, impuros) (9:28), ordena a los musulmanes a combatirlos hasta que ninguna religión excepto el islam existe (2:193),
matar o crucificar o cortar las manos y pies de los no-musulmanes, y expulsarlos de la tierra en desgracia.
Enfatiza que los no-musulmanes tendrán un gran castigo en la otra vida (5:34)
y figurativamente pinta un horrendo castigo para ellos diciendo que irán al infierno a beber agua hirviendo (14:17),
que estarán envueltos en humo y llamas como las paredes y techo de una tienda de campaña y que si imploran por ayuda se les dará agua como latón derretido que les abrasará las caras, (18:29)
y que “se les cortarán vestidos de fuego y se les derramará en la cabeza agua hirviendo que les consumirá las entrañas y la piel y serán castigados con garfios de hierro” (22:19).
También prohibe a los musulmanes asociarse con sus propios hermanos y padres si no son musulmanes.
►(Pd; Los numeros que lees corresponden a versiculos del coran)
Habeis visto la última noticia de Infobae hablando de los 15000 cristianos que huyen de Mosul?y a un sacerdote preguntandose donde está esa gran ayuda de los americanos y de la gente que iban a luchar contra los terroristas?.Es espantodo lo que están sufriendo estas personas.
Tiene mucha razón su Santidad.
Utilizar la religión como medio de destrucción no es para nada bueno ni un camino a seguir.
Tengo la suerte de tener algunos amigos musulmanes, practicantes de su religión, y puedo asegurar que son excelentes personas. Supongo que habrá de todos, como entre nosotros los cristianos. El Papa dijo, no hace mucho, que todos los fundamentalismos eran malos y que por desgracia existían en todas las religiones.