En el autobús sinestrado en Cieza viajaba un sacerdote que regresaba de peregrinar al Convento de la Madre Maravillas en el Cerro de los Ángeles. Raffaella Breeze traza en Lainformación.com un perfil de Miguel Conesa, el párroco fallecido en un accidente de autobús el pasado sábado y que reproducimos a continuación. Un hombre bueno. Palabras sencillas, simples, que se quedan cortas para describir a Miguel Conesa. Son las palabras que usan con cariño aquellos que lo querían y conocían. El joven párroco de 36 años falleció en el accidente de autobús del pasado sábado en Murcia, en el que perdieron la vida 14 personas. Murió como vivió: dando la vida por los demás. Según se ha informado, en el momento del accidente acababa de ponerle el cinturón al joven que tenía a su lado. A él no le dio tiempo a ponerse el suyo. El chico, David, se había se había sentado a su lado tanto en la ida como en la vuelta, informa La Verdad de Murcia, y está ingresado en el hospital de Virgen de la Arrixaca, donde fue operado este lunes. Ninguno de los dos llevaba el cinturón de seguridad y el párroco, al darse cuenta de que el autobús iba a sufrir un accidente, se lo colocó a su acompañante y lo arropó con su cuerpo. «Un ejemplo más de su bondad», cuentan desde la parroquia donde pasó gran parte de su vida, en Espinardo, «era un ejemplo a seguir, siempre tenía una sonrisa para todo el mundo, nunca decía que no a nada», relatan a este medio desde la iglesia donde fue bautizado.
«Tenía muchísmo cariño a esta parroquia. Era su parroquia«, explican desde el despacho parroquial. El joven, de 36 años, dio su primera misa allí el 16 de julio de 2003, el día de la Virgen del Carmen, «a la que tenía muchísimo cariño». Siempre había sabido que iba a ser sacerdote, y con 25 años se ordenó, un 13 de julio. A los 19 había entrado en el seminario. Siempre lo había sabido y de pequeño «jugaba a las procesiones, montaba altares, ayudaba en misa«, explicaba su madre a La Verdad de Murcia. Esta tarde, a las 16 horas, sus seres queridos le darán su último adiós en la parroquia que le vio crecer. Mientras, esta mañana, en el pabellón que acogió el funeral por otros de los fallecidos, también ha habido palabras para Miguel: «Yo también he perdido un hijo. Miguel era directo, sacrificado, sencillo…. Solo Dios sabe el trabajo que llevaba adelante», ha contado el obispo de la Diócesis de Cartagena, Lorca Planes, que ha oficiado la misa por los fallecidos.
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Que mueran sacerdotes tan jóvenes y tan entregados a Cristo es un acto de fe en la Misericordia de Dios.
Espero que pronto inicie su proceso de beatificación.
Me gustaria hablar con esta periodista, porque la noticia no es cierta. Ninguno llevaba, ni se pusieron el cinturon. Un peiodista serio debe comprobar las noticias antes de lanzarlas. Y menos mal que es una noticia buena, porque podria haber sido al reves. Por favor, seamos serios.