Durante la undécima Congregación General tuvo lugar la presentación en el Aula de la Relatio post disceptationem, leída por el Relator General, el cardenal Péter Erdő.
Poco después, comenzó el debate libre de los Padres Sinodales. En general, la Relatio post disceptationem ha sido apreciada por su capacidad de «retratar» adecuadamente las intervenciones de estos días en el Aula, captando el espíritu de la Asamblea y destacando la acogida como tema principal de los trabajos. Del documento, se dice, emerge el amor de la Iglesia por la familia fiel a Cristo, pero también su capacidad de estar cerca del ser humano en cada momento de su vida, de comprender que, detrás de los desafíos pastorales, hay muchas personas que sufren. La mirada del Sínodo – se ha reiterado – tendría que ser la del pastor que da la vida por sus ovejas, no la del que las juzga a priori.
Además, dado que la Relación recoge diversos puntos de vista para proporcionar una base de trabajo a los Círculos menores, se han sugerido algunas ideas adicionales. Por ejemplo, teniendo siempre presente que la Iglesia debe acoger a los que atraviesan por dificultades, sería bueno hablar más de las familias que se mantienen fieles a las enseñanzas del Evangelio, animándolas y dándoles las gracias por el testimonio que ofrecen. Del Sínodo debería emerger más claramente que el matrimonio indisoluble, feliz, fiel para siempre, es hermoso, es posible y está presente en la sociedad, evitando así de centrarse principalmente en las situaciones familiares imperfectas.
También se ha hablado de acentuar más el tema de la mujer, de su tutela y su importancia para la transmisión de la vida y de la fe; de integrar alguna reflexión sobre la figura de los abuelos en el hogar; de incluir una referencia más específica a la familia como «Iglesia doméstica» y a la parroquia como una «familia de familias», así como a la Sagrada Familia, como modelo de referencia. En este contexto, también se ha tratado de cómo valorizar la perspectiva misionera de la familia y de su anuncio del Evangelio en el mundo contemporáneo.
Es necesario profundizar y aclarar la cuestión de la «gradualidad’’, que podría dar origen a una serie de confusiones. Por ejemplo, en cuanto al acceso a los sacramentos para los divorciados que se han vuelto a casar, se ha dicho que es difícil aceptar excepciones sin que, en realidad, se conviertan en una regla común.
Asimismo se hizo notar que la palabra «pecado» no está casi presente en la Relatio. Y también se recordó el tono profético de las palabras de Jesús, para evitar el riesgo de conformarse a la mentalidad de este mundo.
En relación a los homosexuales se puso de relieve la necesidad de aceptación, pero con la prudencia adecuada, con el fin de no crear la impresión de una evaluación positiva de esa orientación por parte de la Iglesia. La misma atención se solicitó por cuanto respecta a las convivencias.
Igualmente se apuntó a la necesidad de reiterar la importancia del sacramento del Bautismo, que es esencial para comprender plenamente la sacramentalidad del matrimonio y también su ser un «ministerio» en el anuncio del Evangelio.
En cuanto a la agilización de los procedimientos para las causas de nulidad matrimonial, ha suscitado alguna perplejidad la propuesta de dar más competencias al obispo diocesano, cargando así demasiado peso sobre sus hombros. Se ha solicitado una reflexión más profunda y articulada sobre los casos de poligamia – en especial los de aquellos que se convierten y quieren recibir los sacramentos – y sobre la difusión de la pornografía (de forma particular en la web) que representa un riesgo real para la unidad familiar. Por último, en relación con la apertura a la vida por parte de las parejas, se hizo hincapié en la necesidad de abordar con más detalle y decisión no sólo el tema del aborto, sino también el de maternidad subrogada.
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Una pregunta. Veo que los padres no han corregido la relatio sino que han dicho que se haga una nueva. ¡Qué desastre!
¿Hay alguna enseñanza en el Evangelio que nos ayude a decidir nuestra postura en este importante asunto?
Vamos a visitar al Evangelio de San Lucas, cuya fiesta celebraremos el próximo sábado día 18:
PARABOLAS DE JESUS
Oveja perdida
Lc 15.4–7
¿Qué hombre de vosotros, teniendo cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va tras la que se perdió, hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, la pone sobre sus hombros gozoso; y al llegar a casa, reúne a sus amigos y vecinos, diciéndoles: Gozaos conmigo, porque he encontrado mi oveja que se había perdido. Os digo que así habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan de arrepentimiento.
«Si alguno de ustedes tiene cien ovejas, y se da cuenta de que ha perdido una, ¿acaso no deja las otras noventa y nueve en el campo y se va a buscar la oveja perdida? Y cuando la encuentra, la pone en sus hombros y vuelve muy contento con ella. Después llama a sus amigos y vecinos, y les dice: “¡Vengan a mi casa y alégrense conmigo! ¡Ya encontré la oveja que había perdido!”
»De la misma manera, hay más alegría allá en el cielo por una de estas personas que se vuelve a Dios, que por noventa y nueve personas buenas que no necesitan volverse a él.»
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¡La claridad del Evangelio es deslumbrante!
¿Cuando caemos en la cuenta que no es el Evangelio el que tiene que ser interpretado según el Código de Derecho Canónico, sino el Código según el Evangelio de la paz y del perdón?
¡Dios sea siempre bendito y alabado!
Pepito, efectivamente si este texto es correcto, lo primero es cambiar de «redactores» de la Relatio, pues les han enmendado la plana en todos los puntos y han sacado otros puntos IMPORTANTISIMOS que se habían «quedado en el aire» u «olvidados».
Que repaso!!!
Espero los comentaris del P. Lombardi, supongo que dimitirá.
Me pregunto… si los «padres sinodales» son así: políticos, pusilanimes, planos, sin compromiso, «ni frio ni calientes» y solamente interasodos en quedar bien en la foto; cómo seremos los hijos de estos supuestos padres…?
Lo cierto es que me sorprendo de haber estado poniendo la X en la declarción de hacienda todos estos años.
Menos mal que nos estan habriendo los ojos…el Espíritu supongo.
«En cuanto a la agilización de los procedimientos para las causas de nulidad matrimonial, ha suscitado alguna perplejidad la propuesta de dar más competencias al obispo diocesano, cargando así demasiado peso sobre sus hombros…» Ya era hora que saliera a la luz la cantidad de Obispos flojos que hay. La cruz nunca es ligera. Si cada diócesis tiene su Penitenciero, su exorcista… vicarios, obispos auxiliares… ¿Por qué no una «vicaría familiar-matrimonial» o con el nombre que sea que se ocupe tanto de las nulidades como de los cursillos matrimoniales, ayuda y apoyo a los matrimonios en crisis, apoyo a viudas/os que también suelen ir más perdidos que un pulpo en un garaje, sobre todo si son jóvenes y con hijos… y de llevar una pastoral de heridos del mundo. Es sencillo. No se trata de dar comuniones por pena, se trata de hacer que se sientan en comunión hasta que se normalice o estabilice la situación y que entiendan que el Sacramento Eucarístico tiene un valor infinito y que, por el bien de ellos, no pueden acceder a Él hasta regularizar cierto tipo de situaciones, aunque ellos conlleve enseñar a vivir como si fueran hermanos (hay grupos así ya en la Iglesia) a uniones civiles.
No estoy de acuerdo con D. Antonio Jara de las Heras.
Hay que tener caridad y mucha comprensión con las ovejas decarriadas (divorciados, uniones homoxexuales, concubinatos, etc..) pero dejando bien claro el Evangelio y los mandamientos de la Ley de Dios. (vete y no peques mas….)
No se puede condescender con el pecado (ofensa a Dios) bajo excusa de la misericordia.
La verdadera misericordia va sólidamente unida a la Verdad.
La misericordia sin el Decálogo es pura patraña y falsedad.
Que quede bien claro para los «padres sinodales» y el obispo de Roma.