Durante la reunión de esta mañana el debate ha rondado en torno a las situaciones pastorales difíciles y la apertura a la vida.
La Séptima Congregación General, que tuvo lugar esta mañana, se dividió en dos fases: en la primera prosiguió el debate general sobre el tema de la tarde anterior, es decir «Las situaciones pastorales difíciles (Parte II, cap. 3). Situaciones familiares / Acerca de las uniones entre personas del mismo sexo «. En la segunda se trató el argumento sucesivo: «Los desafíos pastorales acerca de la apertura a la vida.»
Así, en la primera parte, los Padres sinodales reanudaron la reflexión sobre la cuestión del acceso al sacramento de la Eucaristía para los divorciados que se han vuelto a casar, reafirmando ante todo la indisolubilidad del matrimonio, sin compromisos, basada en el hecho de que el vínculo sacramental es una realidad objetiva, obra de Cristo en la Iglesia. Este valor debe ser defendido y tratado con una catequesis prematrimonail adecuada para que los novios sean plenamente conscientes del carácter sacramental del vínculo y de la naturaleza de su vocación. Sería además oportuno acompañar pastoralmente a las parejas después de la boda.
Al mismo tiempo, se insistió en que se deben considerar los casos individuales, las situaciones concretas -algunas de gran sufrimiento-, distinguiendo, por ejemplo, entre las personas que han abandonado a su cónyuge y las que ha sido abandonadas. El problema existe – se ha repetido varias veces en el Aula – y la Iglesia no lo deja de lado. La pastoral no debe ser exclusiva, «o todo o nada», sino misericordiosa, porque el misterio de la Iglesia es un misterio de consuelo.
Sin embargo, como se recordó, para los divorciados que se han vuelto a casar el hecho de no poder acercarse a la Eucaristía, no significa que no son miembros de la comunidad eclesial. Al contrario, se invitó a reconsiderar que hay varias responsabilidades que pueden ejercer. También se hizo hincapié en la necesidad de simplificar y acelerar los procedimientos para la declaración de nulidad matrimonial.
Acerca del concubinato en algunas regiones se constata que con frecuencia se debe a razones económicas y sociales, y no a una especie de rechazo de las enseñanzas de la Iglesia. A menudo, también, estas y otras situaciones de uniones de hecho se viven conservando el deseo de una vida cristiana y por lo tanto requieren una atención pastoral adecuada. Del mismo modo, reiterando la imposibilidad de reconocer el matrimonio entre personas del mismo sexo, los Padres sinodales subrayab la necesidad de un enfoque respetuoso y que no discrimine a los homosexuales.
También se volvió a hablar de la cuestión de los matrimonios mixtos, señalando que, además de las dificultades, es bueno tener en cuenta también la posibilidad, que estos ofrecen, de testimoniar la armonía y el diálogo interreligioso. Y se afrontó de nuevo, el tema del lenguaje para que la Iglesia sea capaz de involucrar a creyentes y no creyentes, y a todas las personas de buena voluntad en individuar patrones de vida familiar que promuevan el desarrollo integral de la persona y el bienestar de la sociedad. La propuesta – se ha dicho – es hablar de la familia con una «gramática simple» que llegue a los corazones de los fieles.
En la segunda parte de la congregación, se abordó el tema de la paternidad responsable, reiterando que el don de la vida (así como la virtud de la castidad) son valores fundamentales del matrimonio cristiano y subrayando la gravedad de un crimen como el aborto. Al mismo tiempo, se recuerdan las muchas tragedias que viven tantas familias; por ejemplo en algunos contextos asiáticos, donde se dan casos de infanticidio, violencia contra las mujeres o trata de seres humanos. Por lo tanto se insiste en la necesidad de enfatizar el concepto de justicia entre las virtudes fundamentales de la familia.
Después se abordó la cuestión de la responsabilidad de los padres en la educación de sus hijos en la fe y en sus enseñanzas. Esa responsabilidad es primordial – se ha dicho – y es importante prestarle la debida atención. Entre otras cosas, se ha observado que la atención pastoral de los niños puede crear un punto de contacto con las familias que se encuentran en situaciones difíciles.
A propósito de los niños , se subrayó el negativo impacto de los anticonceptivos en la sociedad, que ha dado lugar a una disminución de la tasa de natalidad. Frente a tal escenario – se ha dicho – los católicos no deben permanecer en silencio, sino dar un mensaje de esperanza: los niños son importantes, aportan vida y alegría a sus padres y fortalecen la fe y las prácticas religiosas.
Por último, se reiteró el papel fundamental de los laicos en el apostolado de la familia y en su evangelización, así como el de los movimientos laicos que pueden acompañar a los núcleos familiares en dificultad.
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¡Vaya bajonazo! ¡Qué nivelón! ¡Que a la vuelta de más de 2000 años de vida de la Iglesia haya que recordar a los católicos, especialmente a los que pueblan el mundo occidental, que estar en pecado no es estar excluido de la Iglesia…! ¡Manda…!
A esto hemos llegado en un occidente descristianizado, desnortado, inhumano, capaz de valorar más a UN perro -y montar el pollo correspondiente: ¡es la progrez!- que a los 130.000 abortos anuales en España, por ejemplo.
Y a esto se ha llegado fruto de los lavados de conciencia que se ha hecho en los cristianos, en el mismo seno de la Iglesia, y con certificado de autenticidad y denominación de origen -por cierto, más falso que Judas- en parroquias, colegios, seminarios, etc.
Y todo, con la pasividad -o actividad- de la correspondiente jerarquía: todo hay que decirlo.
¿Están cambiando las cosas? No lo sé.
A veces pienso que sí; por ejemplo , al ver las últimas declaraciones de unos poquitos obispos españoles, muy por encima del documento de la permanente de la CEE sobre el aborto, sin ir más lejos.
A veces pienso que no. Cuando veo las declaraciones de algunos cardenales de la Iglesia que rompen con la doctrina, con el magisterio, con la fe de la gente corriente -la buena gente-, y nadie les tapa la boca. O cuando veo cómo se persiguen actitudes eclesiales que, desde fuera y sin que haya leído nada que lo exija, parecen impecables.
No…
Si el pueblo fiel lo sabe de sobra.
Son estos padres sinodalillos los que andan revueltos,descubriendo pacíficos..
Si.Yo también creo que hay cosas que están cambiando para bien.Son los frutos del larguísimo Pontificado de Juan Pablo II,que,-más allá de sus «asises» y otras gaitas,puso bastantes cosas en sus sitio.El clero formado en él,es bastante mejorcito que la generación postconciliar,que dio lo peor de lo peor.
Para nuestra desgracia-nunc et hodie-,es esa nefanda generación postconciliar la que hoy anda en el cenit.Pero pasará,como pasamos todos.Hace no tantos años,ver a un cura vestido de cura era más difícil que ver a un selenita.Afortunadamente hoy,las aseglaradas y aseglarados que quedan están para sopitas y buen vino.Y que no me salga ningún bobo con lo de que el hábito no hace al monje:Tampoco la fiebre causa infección,pero es alarma y farolillo rojo de que la infección existe.
Hay en Venecia un Patriarca que promete,aunque ni siquiera sea aún Cardenal.Pues soñemos…Seguro que un Papa inmenso vive ya en algún rincón de la tierra,aunque él mismo no lo sepa.¡Pues recemos por él!Nuestro amadísimo B XVI escribe en uno de sus libros que,la Iglesia,»es una Compañía semper reformanda…»Pues me atrevo a decir que el Mito del Ave Fenix,prefiguraba a la Iglesia,siempre renaciendo de sus cenizas,de sus despojos.
Y esa es nuestra Esperanza…
Ramblas,Cardenal Pasquino.
Ciertamente se esta demostrando el nivel intelectual de los Padres Sinodales con las afirmaciones que vamos conociendo.
Es una verdad de perogrullo que aquellos cristianos que, por diversas razones no pueden comungal, forman parte de la Iglesia. Como a los niños pequeños, hay que recordar a los señores obispos, cardenales y teologos, que por el Bautismo la persona queda insertada en la Iglesia, aunque luego se aleje de la misma. Los divorciados vueltos a casar y que sean cristianos, por esta situacion extraordinaria, no dejan de pertenecer a la Iglesia Militante, aunque no puedan acercarse a la comunion. Pero si que pueden beneficiarse de otros canales de la gracia como son la oración, la penitencia, la adoración eucaristica…, repito los sacramentos son canales ordinarios de la gracia, pero Dios ha dispuesto otros extraordinarios a los que si pueden acceder y beneficiarse.
Otra cosa es, que en determinados ambientes, exista una postura en exceso rigorista hacia estas personas, que no es la correcta y que les hace caer en un puritanismo peligroso. Cuando uno encuentra a un cristiano separado y divorciado que desea vivir cristianamente su situacion, no debe ser considerado como un apestado, hay que acojerlo e instruirlo en como puede vivir su fe desde su situacion; otros son los casos de quienes, de verdad alejados de la Iglesia, no desean saber nada de ella y por lo tanto acogerse a su misericordia. Es la libertad del hombre la que lo aleja o acerca a Dios, pero jamas podra dejar de formar parte de la Iglesia, pues bautizado pertenece ya al Cuerpo Mistico de Cristo, del que es miembro.
«A propósito de los niños , se subrayó el negativo impacto de los anticonceptivos en la sociedad, que ha dado lugar a una disminución de la tasa de natalidad.»
Esto se ha dicho en un momento del Sínodo Extraordinario sobre la Familia. Verdad como un templo la anterior. Y ustedes obispos lo saben. Y lo toleran, por no decir que lo fomentan: vean si no cómo son de «fecundas» las parejas y los matrimonios de todos los seglares que ustedes consienten en la escuela católica, las facultades teológicas, los centros asistenciales y culturales confesionales…
Qué pasada más grande, Dios mío. Qué incoherencia.
Y además, los progrecatólicos se frotan las manos porque esperan de este Sínodo que las cosas cambien: que los divorciados vueltos a emparejar puedan comulgar abiertamente y sacramentalmente, con toda normalidad, sin pesar alguno de su conciencia. Y si te opones a lo que los progreeclesiales desean, zas, ¡fundamentalista! es lo mínimo que te dicen.
«También se volvió a hablar de la cuestión de los matrimonios mixtos, señalando que, además de las dificultades, es bueno tener en cuenta también la posibilidad, que estos ofrecen, de testimoniar la armonía y el diálogo interreligioso.» Me encanta :
-Cariño, María del Carmen.
– Qué Mohamed.
– Que me voy a casar con cuatro más.
– Esta bien, testimoniemos la armonía y el diálogo interreligioso.
– Luego recuérdame que acabe contigo, como manda el Corán. Por infiel a nuestro profeta.
+
-Cariño, Ernesto.
– Dime Abigail.
– Que te recuerdo, que no vamos a echar agua en la cabeza al niño en eso que llamáis «bautismo», y que a las 5 tenemos hora para que le corten el prepucio y después se lo succione un rabino.
– Genial. Testimoniemos la armonía y el diálogo interreligioso.
+
Cariño, Elvira
¿Qué Paco?
-Que si sabes que por tu apostasía y tibieza perteneces ya a la religión universal del Anticristo.
-Eres un intolerante y un hereje , lo sabe el Anticristo a través de los micrófonos y cámaras ocultos en toda nuestra casa.
– ¿Y la armonía y el diálogo interreligioso?
Díselo a los de Reeducación Espiritual, ya entran por la puerta.
solo se que: 1) la homosexualidad es pecado,tan pecado que ese fue el pecado que hizo que Sodoma y Gomorra fuera destruida. 2) que la iglesia hace llamado a procrear a quienes no lo desean y a quienes lo deseamos desde que teniamos 4 agnos nos han mantenido sin el derecho de pretender chicas y no nos dejaron hacer una carrera seminarista (los compagneros de clase eran homosexuales-violadores y pretendian violarnos,lo que nos obligo a retirarnos) entonces la iglesia no le puede pedir al que no quiere que quiera y al que quiere que no lo haga