Dicen que las palabras se las lleva el viento sin embargo los hechos son los que permanecen. Pues hay dos hechos que clarifican por donde va el Papa en relación a los divorciados vueltos a casar. El primer hecho es la declaración de Kasper que, si ya era famoso, después de su intervención es mundialmente conocido. El cardenal Kasper sin bajarse, como se dice, del burro sigue con la misma tesis y avivando el debate porque sabe que ese debate es querido por el Papa Francisco. Fue el Romano Pontífice quién quiso que Kasper pronunciara el discurso y quien no zanja la polémica. El segundo hecho es, menos mediático, pero más significativo. No han pasado ni 10 años de la Instrucción Dignitas Connubii, sobre los procesos matrimoniales canónicos, cuando el Papa crea una nueva comisión para estudiar como son esos procesos con la idea, como dijo recientemente a 3oo jueces de Tribunales Eclesiásticos de América Latina. La conclusión es sencilla: al actual Romano Pontífice no le satisface el trato pastoral que se esta dando a las personas que se encuentran en esta situación pero entiende que la solución no es sencilla. El Sínodo de octubre puede aportar soluciones, como acaba de señalar el Cardenal Scola, pero no sé si van a ser del todo satisfactorias.
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