«No pido cambiar la doctrina, sólo pido que no me señalen los que se dicen católicos»

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Imaginamos la carta de una mujer divorciada que pide cambios en el trato de la Iglesia hacia quienes están en su situación.

«Mi historia quizás no es nada especial, no me case con dieciocho años, ni por quedarme embarazada, mi esposo no me engañó, ni tampoco fui víctima de una gran farsa. Me casé enamorada, fuimos fieles, tuvimos hijos, los dos somos personas suficientemente sanas. No hay motivo para decir que nuestro matrimonio es nulo, pero sí, debo aceptarlo, fracasamos, estamos divorciados.

Durante muchos años, yo me intenté justificar, encontrando las razones por las cuales yo era una víctima de la maldad ajena. Me sentía engañada, me sentía traicionada, me sentía forzada, me sentía ignorada, no me sentía amada.

Solo ahora, después de seis años de estar separada, me doy cuenta que no soy la víctima de nadie. Que si soy víctima es tan solo de mí misma, de mis fantasmas, de mis miedos y mis inseguridades. Mientras no me haya liberado de mí misma, siempre seré una víctima de los demás. Pero solo ahora me doy cuenta, ahora que ya es demasiado tarde.

Mi marido y yo comenzamos bien, como casi todos. Pasábamos por cosas difíciles, sobre todo cuando yo dejé de trabajar al quedarme embarazada de mi primer hijo. La carrera profesional de N.N. no resultó tan brillante como él esperaba, y había que pedir constantemente ayuda a nuestros padres para pagar pañales y llegar a fin de mes. Yo sabía que él estaba obsesionado con conseguir el dinero suficiente para mantenernos, pero yo solamente era capaz de ver que mi marido no estaba nunca, y cuando estaba no quería hablar. Me sentía relegada de su vida, de su mundo, era incapaz de compartir nada conmigo, inclusive era incapaz de discutir.

Yo trabajaba en cosas de la casa, y él en la oficina, cada vez llegaba más tarde, sé que no era por estar con nadie más, sino por evitar estar en casa. Las cosas se enfriaron. Cada cual cumplía un rol formal en la familia, pero absolutamente carente de emociones. Con el tiempo, él fue incapaz inclusive de la más mínima caricia, y yo veía cada uno de sus gestos y movimientos como un infierno al que estaba sometida como esclava. ¿Se podía salir de esa situación? No lo sé, y vaya que lo intentamos, lo intentamos durante años, pero a nosotros no nos funcionó.

Cuando empezamos a estar así (en esa situación extraña), yo veía que no estaba sola, la mayoría de mis amigas habían pasado por situaciones parecidas. “Son épocas de ajustes” me decía una de ellas, pero lentamente veía como la mayoría se conformaban con la mediocridad de sus relaciones, pero yo no estaba dispuesta a conformarme con esa vida por el resto de mis días.

Yo nunca fui muy religiosa, lo normal, mi familia era católica, pero ninguno de mis hermanos estábamos muy involucrados en nada. A misa íbamos de vez en cuando, aunque más por insistencia de mis hijos que por voluntad propia. Cuando finalmente me separé, me acerqué ese mismo día a una iglesia cercana de casa, y lloré ahí durante por lo menos cuatro horas. No había llorado en años, pensaba que ya no había nada que podía romperme, pero sentí ese llanto como un llanto de liberación. Me había liberado de una existencia amarga, y ante mi concepción de las cosas en ese momento, víctima de la crueldad de un hombre con el corazón absolutamente helado.

No todo el mundo entendió nuestra separación, aunque la mayoría de mis amigas me dieron su apoyo, más de alguna desapareció de pronto de mi vida, y mi madre se negaba a creer que mi situación fuera verdaderamente insalvable. Yo decidí separarme. Él hasta se mostró sorprendido, como si él sí fuera capaz de aguantar así durante toda su vida. Sin embargo, el divorcio lo pidió él, dijo que no estaba dispuesto a estar solo a sus cuarenta y tres años, así que si hacíamos las cosas, las íbamos a hacer de verdad. Aunque yo le había pedido la separación, saber que quería divorciarse me dolió enormemente, era dar el paso por completo. Yo jamás pensé en sus sentimientos cuando le pedí separarnos, pero cuando me pidió el divorcio, supongo que nuestro dolor, aunque disimulado, habría sido parecido.

A nuestras familias ésto no les sentó bien, y a mis hijos menos. Cada vez recibía más quejas en el colegio por su mal comportamiento, cada vez más conflictos, cada vez peor humor en casa y más cabreos míos hacia ellos. Ellos tampoco me entendían, me culpaban a mi de todo lo sucedido, y a su padre lo veían como víctima de mi falta de sacrificio. Ésto quizás es lo que más me dolía, pero entre más intentaba explicarles que la víctima era yo, menos sentido hacía mi historia.

No quiero alargar los hechos, pero con el tiempo, con mi soledad, con mi incomprensión, me encontré con Dios y con la Virgen. Una amiga de mi madre me regaló un cuadro de la Virgen María que colgué en la pared de mi cuarto. Yo me quedaba durante horas viéndola, como hipnotizada, y con el tiempo comencé a hablar con ella. Yo le contaba mis problemas, mis quejas, mis dolores, y ella simplemente miraba, no decía nada, solo me escuchaba. Alguna noche volvía a llorar. Empecé a compartir con ella todos mis sentimientos, todos mis miedos, todo lo que nunca pude compartir con mi marido.

En una ocasión, asistí a la boda de uno de mis primos. No solía ir a las misas en las bodas, pero esta vez, sentí algo que me dijo que tenía que ir. En la homilía, el sacerdote habló de cosas parecidas a la mía, del matrimonio como algo indisoluble, sustentando en el amor, como algo que a Dios le da mucha alegría, como un camino difícil, pero no imposible, etcétera. Sin embargo, hubo algo que escuché que jamás había pensado: “si no está Dios en vuestras vidas, jamás podréis hacer felices al otro…nunca, ni la persona con la que te casas, podrá llenar el lugar de Dios en tu vida…cuando Dios no está en tu corazón, buscas que alguien más llene ese lugar, que alguien más te dé esa alegría y esa felicidad, y no hay nadie, ni tu esposo o esposa, que es capaz de llenar ese vacío, nadie.”

Esas palabras me cortaron en dos. Por primera vez entendí lo que había ocurrido en mi matrimonio, quedé convencida de que este sacerdote hablaba del fondo de la cuestión, de lo que siempre había pasado conmigo. Como Dios no estaba en mi vida, esperaba que mi marido fuera Dios para mi, y él, tan imperfecto como yo, jamás podría llenar ese lugar.

Comencé a buscar más a Dios, decidí hablar con ese mismo sacerdote, le pedí sus datos a mi primo. El cura me recibió como a cualquier otra persona, sin juzgarme cuando le conté que estaba divorciada. Siempre me recibía con una sonrisa, me invitaba a rezar más, a acercarme más a Dios, y a hablar más con la Virgen cuya imagen tenía colgada en la pared de mi cuarto. Don Luis fue realmente la mejor ayuda para volver a construir mi vida, pero muchos me criticaban por ir mucho a misa, y luego no intentar volver con mi marido.

En una ocasión, mi hijo mayor fue a hablar con el cura, yo no lo supe hasta después. Al parecer la conversación acabó en el llanto de mi hijo, quien le reclamaba al sacerdote gritando que en vez de animarme a reconstruir mi vida, a lo que me tenía que ayudar era a reunirme con mi ex-marido. Mi hijo no lo entendía, ¿acaso los sacerdotes ya no predicaban lo que decía la Iglesia? Don Luis no sabía muy bien qué hacer en ese momento, pero escuchó sus reclamos, y finalmente, cuando mi hijo se arrancó en lágrimas incontenibles, se puso de pie y le abrazó sosteniéndolo durante minutos. Mi hijo estaba pasando por su propio luto, y no estaba preparado para asumir lo que pasaba.

Hubo un momento en el que me planteé volver, en intentar construir de nuevo mi matrimonio, sellado por Dios, con todo lo nuevo que había aprendido, sin querer esperar que mi marido ocupara el lugar de Dios. Lo pensé durante varias semanas, sin animarme a nada, pero abandoné la idea cuando una amiga mía se acercó a decirme que había visto a N.N. cenando con quien después nos presentaría como su nueva mujer.

Cuando la situación era claramente irreversible mis hijos se tranquilizaron un poco, y con ayuda de Don Luis consiguieron asumir lo que les había tocado, aunque a nosotros nos doliera. Hubo quien me propuso buscar la anulación eclesiástica, pero los dos abogados a los que fui me dijeron en mi caso no había causa de nulidad. A mí me costó perdonarme a mí misma, me dí cuenta del problema de fondo demasiado tarde. Tuve que aceptar que así sería mi vida desde ese momento.

Yo me seguí dirigiendo espiritualmente con Don Luis, e intentaba acercarme lo más posible a Dios, para que jamás me volviera a pasar aquello de esperar de alguien más lo que solamente Él me puede dar. Él me ayudó también a perdonar a todos los que se fueron de mi vida al enterarse de mi separación, a aquellos que trataron mal a mis hijos, y a aquellos que a mi me cerraron las puertas, incluso a aquellos que intentaron cerrarme las puertas de la Iglesia, que nunca faltaron.

Hace siete meses, conocí a alguien muy especial en mi vida. Él también se había divorciado. De algún modo, los dos comprendíamos la situación del otro. Muy poca gente entiende la complejidad de estas situaciones, y se agradece encontrar a alguien que ha pasado por lo mismo que tú, por el mismo sufrimiento. Desde que nos conocimos hemos estado saliendo, y últimamente hablamos de casarnos, aunque evidentemente, no podría ser por la Iglesia. Temo que me señalen y que la situación empeore para mis hijos, pero si algo he aprendido es que ese temor está dentro de mi, y que soy la única persona que lo puede dominar, solo soy víctima de los demás cuando soy víctima de mí misma. 

Es verdad que hay mucha gente dolida que busca que el Papa cambie la doctrina de la Iglesia, con el fundamento de que sería lo más humano, de que hay veces en que la gente pasa por cosas terribles. Es verdad que también hay situaciones terribles, y confieso que no ha sido mi caso, lo peor de mi caso es el no haberme dado cuenta del lugar que cada uno debe ocupar en un matrimonio. Al final, yo creo que quienes reclaman que la Iglesia está «atrasada», en verdad no buscan, en el fondo, cambiar la doctrina, sino sentirse aceptados, que hay un lugar en la Iglesia para todos los pecadores, y que no hay pecado que te excluya de poder acercarte a Dios. Jesucristo jamás nos habría dejado solos, ni nos habría rechazado. No significa cambiar las reglas, sino cambiar la actitud. Esa actitud, como la que Don Luis tuvo conmigo, es lo que único que realmente pedía, que alguien me escuchara, que me recibiera y que sostuviera a mis hijos cuando más lo necesitaban.

¿Me justifico a mí misma? No. Después de seis años, sé que me equivoqué, sé que lo hice mal. ¿Tengo derecho de ir a la Iglesia? Supongo que como cualquier otro, y quizás tengo aún más necesidad de hacerlo que muchos otros. ¿Busco cambiar algo dentro de la Iglesia? No pido cambiar la doctrina, solo pido que no me señalen los que se dicen “católicos”, que no procuren alejarse de mi, o alejar a sus hijos de los míos, pues ellos no tienen culpa de nada, y mi ex-marido y yo, aunque lo hayamos hecho mal, y hemos fracasado, no somos peores personas que los demás. Yo también necesito a Dios, lo necesito tanto como cualquier otra persona, pero parece que a algunos no les gusta que me acerque a la Iglesia, que tenga un director espiritual, que hable de rezar por los demás.»

 

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Comentarios
45 comentarios en “«No pido cambiar la doctrina, sólo pido que no me señalen los que se dicen católicos»
  1. Doloroso este testimonio. Fíjense hay más de cien «mis» en la carta: «mí misma», «mi situación», «mi vida»… Denota que detrás de cada divorcio, en el fondo, hay un mirarse a sí mismo. El matrimonio, desengáñense, es dar, olvidarse de uno. No es proyecto únicamente personal en el que uno cumple sus sueños o metas sino entrega y amor sin medida en el que el «yo» y el «mi…» no caben.

  2. Interesante historia personal que es paradigmatica de lo que sucede en el mundo actual por lo que es muy pertinete exponer este caso. Enhorabuena al autor. A la señora le honra que seis años despues reconoce sus errores y esta dispuesta a enmendarlos en la medida de lo posible. Se percibe que es una mujer con buena voluntad. Pero destila narcicismo y victimismo. Dice por ejemplo que varias amigas la abandonaron tras su divorcio, y ¿a cuantas amigas con problemas abandonó ella? Que no recibía muestras de afecto de su marido ¿y ella, amó a su marido de forma perfecta? Que algunos catolicos la miran mal ¿y ella, a cuantos catolicos ha mirado mal y juzgado sin conocerlos?
    El AMOR es justo lo contrario del narcisismo: es salir de uno mismo para dar y DARSE al otro, pensar mas en dar que en recibir, encontrar la alegría de la donación.

  3. Efectivamente es trágico. Pero no teniendo nulidad, esta chica no acepta que no se puede casar nuevamente. Va hacia delante con un nuevo matrimonio o relación sin importar que no puede hacerlo. Y aunque parezca duro, por la carta se ve que lo que más le hace reflexionar sobre lo irregular de su situación es que la comunidad cristiana reconozca que ella no hace bien. Con lo cual, aunque pretenda lo contrario, legitima la corrección fraterna. Por supuesto eso no implica tener que hacerle daño a ella y menos a sus hijos. Yo le diría que enamorarse se puede controlar. Y que, aunqe esté enamorada, cuando está con la persona equivocada o cuando ve que no puede tener relaciones porque el otro está casado, o porque uno mismo no tiene nulidad, hay que cortar. Es voluntad, que según se ve, ella no ha puesto. Si no, ningún sacerdote podría aguantar el celibato. O se legitimaría que un marido deje a su esposa porque se ha enamorado de otra. Yo le aconsejaría pedir la nulidad, y si su matrimonio no es nulo, asumir las consecuencias. Quién sabe si incluso podría rehacer el matrimonio roto, posibilidad que la gente descarta a menudo con demasiada prontitud.

  4. Reconoce su culpa pero no sabe exactamente por qué. Sabe que hay una doctrina de la Iglesia, pero no sabe que función tiene, ni de qué Autoridad viene.

    Habla mucho de lo que le ha pasado y pasa en esta vida, pero no cita – no lo he leído – ni una sola vez que espera la la futura.

    Reconoce que lo ha hecho mal, pero no reconoce que otros son mejores.

    Busca el reconocimiento y el apoyo de los demás, a los que permite influir en su vida, pero no el de Dios, al que solo ve como alguien sin opinión.

    «Temo que me señalen». No hija, teme a Dios que es el que tiene el poder de salvarte o condenarte.

    El sentimiento es bueno, pero cuando no se tiene bajo control ofusca la inteligencia y arruina la vida. Se pierde el norte totalmente.

  5. Nadie la excluye de nada y nadie la juzga. Puede hacer una vida de piedad perfectamente normal, con adoración eucarística, rezo de la liturgia de las horas, lectura de los santos Evangelios, etc. etc. Lo único que no puede hacer es comulgar mientras se siga acostando con el señor con el que está ahora, porque el mismo Cristo dijo que no es su marido. ¿Tan difícil de aceptar es…?

  6. Muy doloroso s, pero esta sra.como muchos otros se casan sin penssr en. o. gente hoyue es un matrimonio cristiano.Es la entrega mutua, y tratar de hacer feliz al conyuge y a la fanilia…sin pensar en uno mismo.
    Eso, si lo cumplen los dos. con amor yo les aseguro que a pesar de las tormentas vendavales y tentaciones y mucha comprension y dialogo
    Todo se supera.
    Lo digo por experiencia propia y 47 años de matrimonio
    La gente hoy se casa solo porque estan enamorados y tienen mucha fantasia y egoismo.La vida es asi .como la montaña rusa, unad veces estás arriba y otras abajo Pero puesta la confianza en Dios, todo se supera.. Es como un barco hasta que llege a puerto
    se pasa de todo Pero un buen capitan lo llevara al final al buen puerto

  7. «Yo nunca fui muy religiosa»…ahí está el problema. Que esta señora, como muchísimos otros y otras, se casó por la Iglesia sin creer en el sacramento. Y si no crees en el sacramento, difícilmente te servirá de algo. Creo que en el próximo sínodo se debería debatir si un matrimonio por la Iglesia es válido en estos casos (y hago notar que el entonces cardenal Joseph Ratzinger opinaba que no).

  8. Impresionante testimonio el de los dos jueces supremos que han comentado anteriormente. A lo mejor, cuando esta mujer está hablando de la situación de las personas divorciadas desde su propia experiencia, pretenden que escriba en tercera persona como Julio César…

  9. ¿somos cristianos? A alguien se le ocurre contar los «mis» a otro se le ocurre reprochar todo los que pudo hacer mal y los «defectos» que encuentra. Sin embargo, ése sacerdote dando ejemplo del camino a seguir le abre los brazos y le sonríe y la recibe y la consuela. ¿por qué será que me recuerda a las palabras de Cristo? En vez de reprochar nada creo que lo que hay que hacer es recibir a ésta mujer con los brazos abiertos, apoyarla en el camino que está haciendo de regreso a La Verdad. Basta de críticas. Se me viene a la mente aquello de «Quien esté libre de pecado que tire la primera piedra» No seré yo quien tire ésa piedra, ni la primera ni la última.

  10. Celso,
    Creo que hay una gran diferencia entre la pecadora que se acerca a Jesus y este caso. Jesus le dijo, vete y no peques mas. Ella se convierte, deja su vida de pecado y sigue a Jesus.
    En este caso, y sabiendo solo lo que esta escrito en esta carta, el caso es totalmente distinto. Veo a Jesus, me gusta estar con El, y con Maria (todo muy bueno), el sacerdote hace muy bien en animarla a acercarse a Jesus (bien por el sacerdote tambien)… pero al final se deduce que ella va a seguir haciendo lo que le de la gana (salir con un senor, casarse por lo civil, etc…). Es decir, no hay aceptacion de que esta en pecado ni proposito de enmienda.
    Personalmente creo que esta carta mas valiera no haberla publicado. Una vez publica, esta sujeta a la critica. No se puede aceptar que el camino de esta senora sea el correcto (no todavia, no esta completado). A partir de esta carta, lo unico que se puede hacer es, resaltar que el camino no esta completo, que sigue en situacion de pecado mortal, y que hay que ayudarla a completar el camino iniciado rezando por ella (aunque si se vuelve a casar, las posibilidades se reducen grandemente).
    Si ella piensa que Dios estara en medio de un segundo matrimonio, civil, en pecado mortal, yerra. Fracase o no fracase humanamente. Las empresas humanas pueden ser «exitosas» (humanamente hablando) incluso con ausencia de Dios.

  11. Como los dueños de esta web le habrán pedido permiso para publicar esta carta, sé que la leerá y también leerá estos comentarios. Por ello me dirijo a usted señora (o señor ya que es muy posible que para que sea irreconocible hayan cambiado algunas cosas).

    Tengo muchos primos y hace muchísimos años, cuando casi nadie se divorciaba, una de mis primas al final de la ceremonia de imposición de hábito religioso de otra prima, dijo: “Por lo menos Este no te fallará”. Lo decía porque una de sus hermanas acababa de separarse y sabía que Dios no le fallaría a la que decidía incorporarse a la Orden Religiosa. Al oír esa frase se me ocurrió decirle: “Siempre pensamos que son los demás los que fallan”. Tuve que repetirlo y entonces añadió: “Es verdad”. No sé cómo se me ocurrió esa frase, ya que era jovencísimo, pero no se me ha olvidado jamás.

    Dice usted: “Hace siete meses, conocí a alguien muy especial en mi vida” y “últimamente hablamos de casarnos, aunque evidentemente, no podría ser por la Iglesia”. Y yo le digo, vaya con cuidado esta segunda vez porque en ese “juntarse”, que no unión, Dios no puede entrar.

    Y sin la Gracia de Dios, como dijo el cura Don Luis, no se puede construir un matrimonio sólido.

    Además, ¿cómo sabe que su “ex” sabrá enamorar a su nueva querida, si no lo ha sabido hacer con usted?. Y si se separan, que será lo más probable, no podrá plantearse “volver, en intentar construir de nuevo mi matrimonio, sellado por Dios”, si usted está con otro hombre, y entonces el dolor será el doble. Le aseguro que no pasará un solo día de su vida en que no piense en su “marido”.

    Y con ello, usted prohíbe a sus hijos reencontrar esa felicidad perdida, sino pregúnteles: ¿Qué os haría más felices que me case con este “alguien muy especial” o con vuestro padre?. No tengo duda de la respuesta.

    Siga el consejo de Don Luis, pero si quiere el mío, dedíquese a conocer a Dios y a que sea parte de su vida, y espere. No sabe lo que disfruto contemplando abuelitos que van cogidos de la mano por las calles de mi ciudad.

    Eso es lo que deseo para usted.

    Jaume.

  12. El problema de esta señora es su elección. Cada persona elige lo que quiere. Elige seguir a Dios y su doctrina o no seguirla. Ella es libre pero cuando eliges libremente tienes que aceptar las consecuencias. La consecuencia principal es que si se casa otra vez a elegido a un hombre antes que a Dios. Por lo tanto, que se quede con su felicidad terrena y renuncie a la eterna (si no cambia de actitud). Dios nos ha dado 10 mandamientos para cumplir. ¿Por qué nos creemos más listos que Dios? A lo mejor, esta señora si renuncia a casarse con ese hombre puede alcanzar una felicidad mucho más plena y más rica que la que podría obtener con un nuevo matrimonio. Otra cosa: ¿El matrimonio da siempre la felicidad? Muchas veces no. A lo mejor esta señora si no se casa y se dedica a sus hijos es más feliz que volviéndose a casar. El matrimonio no otorga la felicidad a la persona por el simple hecho de contraerlo.

  13. Aprendemos dolorosamente de nuestros errores. Pagamos por haber tomado decisiones erroneas en las que no contaba Dios.

    Cuando se casó no era Cristiana practicante. Era Cristiana tibia o menos todavía.

    En esa situación, sin tener a Dios (el tercero transcendente de toda relación) presente, no hizo lo que un Cristiano debe hacer.

    ¿Se preocupó de que su marido fuera Cristiano Practicante?. No, porque ella no lo era.

    ¿Consultó con su confesor sobre el asunto?. No, porque no tenía confesor.

    ¿Habló con el director espiritua de su futuro marido? No, porque ninguno de los dos lo tenía.

    ¿Tuvo en cuenta que Dios es el Tercero Transcendente en toda relación? No, porque estaba lejos de Dios.

    ¿Se planteó si con esa persona podía crear un matrimonio cristiano para juntos caminar hacia Dios y criar hijos para Dios? No, porque todo eso ni se le ocurría.

    Y así podemos seguir un buen rato…

    Tomo decisiones equivocadas y ahora está pagando el precio de sus errores. Lo mismo que yo, y que todos. Todos pagamos (en esta vida o en el purgatorio) por nuestros errores y asi se purifica nuestra alma. No hay ningún acto inocuo. Aprendemos de los errores.

    Aprendemos a tener a Dios presente hasta en la mínima decisión.

    Y lo aprendemos, ella, yo, y todos, muy dolorosamente.

    Y ahora la encomendamos para que no vuelva a cometer el mismo error de dejar fuera de su decisión a Dios porque me da la impresión de que va en esa dirección de nuevo…

  14. Esto acabara pareciéndose al Consultorio sentimental de la Srta. Pepis … Al tiempo.
    Y de Dios, señora, nadie se ríe. La doctrina que usted dice «no querer cambiar» la dio Nuestro Señor Jesucristo. Ni la Iglesia ni los católicos. No se invente fantasmas donde no los hay.

    Que daño esta haciendo al Cuerpo Místico de Cristo el de la «misericordina» por un tubo.

  15. La carta ha sido un éxito por los comentarios.

    Solo dos pequeñas aclaraciones. La primera que asegure que no es nulo el matrimonio e inmediatamente habla de sus miedos e inseguridades. La segunda es que piden que los católicos no le señalen por el nuevo camino que acaba de de emprender cuando sabe que la que se esta excluyendo es ella.

    Por último le pediría que leyera la carta que ha escrito porque en la misma esta la respuesta a sus interrogantes cuando dice que encontró a Dios con la crisis del primer matrimonio y ahora…

    De todas maneras espero escribirte pronto en la nueva sección de la web.

  16. Espero poder escribirte más despacio en la nueva sección de nuestra Web pero quería decirte dos pequeñas cosas.

    La primera es que primera niegas que tu matrimonio sea nulo e inmediatamente hablas de tus miedos. Aunque hayas ido a dos abogados creo que habría que dedicarle algo más de estudio.

    Lo segundo es que cuentas que Dios ha sido tu tabla de salvación de tu matrimonio y que ahora acabas de comenzar una nueva relación donde ya no te preocupa Dios sino el que no te señalen cuando tu te excluyes.

  17. Me parece muy mal a todos los que juzgan a la autora de esta carta. También me parece mal la publicación de una carta semejante, ya que provoca a que la gente juzgue y critique sin conocer la persona.
    Matrimonios rotos, por desgracias cada día hay más. Lo que encuentro a faltar por parte de la Iglesia es ayuda profesional ante estos conflictos. No basta con un soporte espiritual, también hace falta un soporte humano con un profundo conocimiento de las parejas para que estas puedan reconstruir su relación antes de que sea demasiado tarde.
    Igualmente siempre he criticado que la Iglesia predique la moral sexual, sin que las parroquias den cursos a los matrimonios sobre métodos naturales, y soporte humano a la parejas. Si los curas no se sienten preparados para ellos, que deleguen en una pastoral familiar realmente católica. De lo contrario, pasa lo que pasa, y es que muchos curas y muchos católicos no se creen la moral sexual católica.

  18. No se si Infocatolica hace promociona a la tesis del Cardenal Kasper, lo pareceria por ponernos esta carta tan lacrimogena como ejemplo para avalar las tesis de Kasper. Esta señora por lo que dice parece vivir en un pais, no se, islamico? pero habla de un padre Luis, asi que a lo mejor es española y vive en España.
    Bueno, pues si es asi , creo que la autora de «Alicia en el pais de las maravillas» se queda corta. Pero vamos a ver señora, quien señala en España a una divorciada sea catolico o no? yo no conozco a nadie, y mucho menos que señale a los hijos como si fueran unos apestados, (que es lo que quiere decir cuando dice que les señalan a usted y a ellos) y mire que conozco a muchiiissssimos divorciados. Por otra parte usted misma confiesa que nunca le ha importado el catolicismo y que vivia al margen de esa religion y de repente se siente perseguida por ellos, que curioso la verdad!!!!! Despues nos cuenta que volvio usted a la Iglesia y a Dios atraves del P. Luis que la acogio , le dio fuerza y le acerco a la fe, lo que me congratula con el padre Luis, pero le dire para su conocimiento, pues veo que lo ignora, que es lo que viene haciendo la Iglesia desde hace 2000 años, y dado que se acerco a Dios y la Iglesia, el P. Luis le habra explicado en que consiste la moral los sacramentos y dogmas de la religion catolica espero, claro que despues se encontro usted con ese señor tan simpatico del que nos habla y quiere usted mantener con el una relacion que no entra en la moral de la religion catolica , fundada por ese Dios al que usted volvio y eso ya le parece algo incomodo, y asi, como libremente rompio su matrimonio sin especial razon, libremente desea usted seguir con esa relacion, quiere sin embargo, que Dios cambie su ley, o mejor la Iglesia, que Dios no la va a cambiar, para que usted se sienta mas comoda seguiendo sus emociones, sentimiento,o llamelo usted como quiera, claro que usted solo dice que no quiere cambiar la doctrina sino la actitud de la Iglesia de frente a su nueva situacion emocional, (llamada concubinato en la religion Catolica), pero vamos a ver señora, no nos ira usted a contar que los sacerdotes la persiguen con unos arcabuces o un garrote por la iglesia cada vez que entra, o fuera de ella cuando se cruzan con usted por la calle, verdad? o ponen unos vigilantes para no dejarla entrar en el Templo, lo dicho, me quedo con » Alicia en el Pais de las Maravillas» me suena mas real.

  19. A mi nadie me prohíbe vivir con otra persona; sea del mismo género que yo, divorciada, viuda o lo que sea. Es más, nadie me prohíbe vivir con otras personas. Más aún, la Iglesia nos anima a amar al prójimo. Pero ojo, no nos engañemos, una cosa es eso y otra el vicio y la esclavitud del pecado, en este caso la lujuria. Se que Ud como yo y tantos otros estamos manchados o incluso dominados y esclavizados por ese demonio. La liberación del mal no pasa por abandonarse a él renunciando al Bien, sino por dar la categoría al ser humano que merece, imagen y semejanza de Dios. Liberarse de las pasiones y dominarse a uno mismo en la búsqueda del Bien. Sea Ud muy feliz con su nuevo hermano y con sus hijos, pero no cometa el pecado de abandonarse a la lujuria, pues es un pecado mortal que la alejará de Dios y por tanto se asegurará la infidelidad en esta vida y por fin la condenación eterna. Este mensaje me lo aplico a mi mismo; bastante tengo con salvarme yo como para preocuparme de Ud y sus vicios. Aunque en el fondo desearía amarla a Ud eternamente junto con el resto de almas en el Paraíso. Que Dios se apiade de nosotros y que la Stma Virgen interceda, que buena falta nos hará.

  20. A mi nadie me prohíbe vivir con otra persona; sea del mismo género que yo, divorciada, viuda o lo que sea. Es más, nadie me prohíbe vivir con otras personas. Más aún, la Iglesia nos anima a amar al prójimo. Pero ojo, no nos engañemos, una cosa es eso y otra el vicio y la esclavitud del pecado, en este caso la lujuria. Se que Ud como yo y tantos otros estamos manchados o incluso dominados y esclavizados por ese demonio. La liberación del mal no pasa por abandonarse a él renunciando al Bien, sino por dar la categoría al ser humano que merece, imagen y semejanza de Dios. Liberarse de las pasiones y dominarse a uno mismo en la búsqueda del Bien. Sea Ud muy feliz con su nuevo hermano y con sus hijos, pero no cometa el pecado de abandonarse a la lujuria, pues es un pecado mortal que la alejará de Dios y por tanto se asegurará la infidelidad en esta vida y por fin la condenación eterna. Este mensaje me lo aplico a mi mismo; bastante tengo con salvarme yo como para preocuparme de Ud y sus vicios. Aunque en el fondo desearía amarla a Ud eternamente junto con el resto de almas en el Paraíso. Que Dios se apiade de nosotros y que la Stma Virgen interceda, que buena falta nos hace. Pd: pecar es ofender gravemente a Dios. Cuanto más amamos a Dios más nos duele el pecado por la ofensa que hemos cometido y menos nos preocupamos de si hay alguien que nos juzga. Eso es absolutamente intrascendente en comparación con el agravio cometido. Ame a Dios sobre todas las cosas y verá cómo le deja a Ud de preocupar lo que otros digan o dejen de decir, o lo que Ud cree que dicen.

  21. Escribo sabiendo lo que es estar separado y divorciado hace más de 15 años, y nunca haber estado con otra mujer fuera de la que ante Dios me uní. No es fácil, sobre todo, por el fracaso en un amor sellado ante El Señor, pero tampoco es fácil, que como hombre o varón, nuestras hijas quedaran viviendo con su madre, no porque no comparta dicha decisión, sino por la soledad de la companía de quienes uno más ama, y aunque siempre han estado presentes en mi vida, dicha situación lo hace más difícil aún.
    Pero el verdadero Amor es el que sostiene, y si en Él confiamos, no hay lugar para que lo contrariemos o rechacemos, porque llevando adelante una relación ilícita a los ojos de nuestro Creador, nos apartamos de Él. Dios que conoce todo corazón y lo que hay en él, si ve que queremos amarlo de verdad, es esta una situación real para demostrarlo, y en consecuencia Él nos da su Paz, su Companía y la esperanza de que lo que nos toca vivir sirva para bien nuestro y de todos los que amamos, incluso de aquellos que han abandonado la fidelidad sacramental matrimonial, como en mi caso que ya va por el tercero…. pero a quien no juzgo sino que se la encomiendo a Dios para que lo pueda reconocer en Su Verdad y Amor.
    Con respecto a lo que uno de los comentaristas escribió sobre el don o la gracia que Dios da y que sin ella no se puede uno sostener en la fidelidad, como es el caso de los sacerdotes, quiero aclarar que es un error creer ello prescindiendo de algo fundamental como es la oración perseverante y la confianza plena en Dios, pues es claro ver hoy día que tanto sacerdotes como matrimonios caen en estas infidelidades precisamente por no transitar dicho camino de oración y confianza, y aclarando que Dios no da sólo a algunos dicha gracia o don, sino a todos, sea el estado de vida que tengan, tanto sacerdotes, religiosas, religiosos, matrimonios o solteros, pero que sostiene realmente a aquellos que quieren vivir en Su Amor de Verdad sin egoísmos y no pensando en uno mismo sino en lo que Él más que nadie sabe que es lo mejor para mí, y que obviamente nunca será algo que contradiga lo que Cristo nos ha dejado de Amor y Verdad.
    Y a la mujer que ha escrito esta carta sólo decirle que no se deje engañar por la astucia de satanás, haciendonos creer que podremos ser felices con otra persona contrariando a nuestro Creador y Salvador, porque es este personaje detestable que interfiere en nuestros sentidos y sentimientos conquistandonos hacia la falsedad con una aparente sensación de paz, pero que es del mundo y no de Dios. Espero que pueda meditar algo de todo esto, dicho por alguien que no la rechaza sino que por el contrario desea hacerle ver lo que nuestro Señor Jesucristo nos revela de que hay, tanto en su época como en la nuestra, ciegos guiando a otros ciegos…. y que sabe muy bien lo que es este dificil transitar de una ruptura de vida matrimonial y familiar, pero no imposible, pues nada es imposible para Dios….. ¡Que Dios en Su infinito Amor le muestre Su Luz y la bendiga!

  22. horrible historia, primero Dios y luego el resto; ahora veo que una buena preparacion es indispensable para recibir el sacramento y no pasar por estas penurias.

  23. Muy sincera su carta. Lea dos cartas mas arriba a Guillermo de Argentina. Léala mas de una vez.
    Ánimo sra, siento mucho por lo que ha pasado.

  24. Yo no entiendo que diga esta señora que se siente señalada. Si hoy en día lo normal es estar divorciado o separado o ser gay.
    Lo usual en este casos es que la señalen y le critiquen y le digan de idiota para abajo por no dar el paso e irse con otro hombre y «rehaga su vida».
    Por eso, tengo la impresión de que es una carta de alguien que se hace la víctima y de que no es honesta con ella misma.
    Como nos pongamos con la moral de situación también podemos justificar el aborto, ya puestos.
    Rece señora, rece mucho y ya está. Tome un sentido de la vida más trascendente.
    Si vive para el mundo, se condenará. Entregue su vida a Dios. Ame a su marido aunque él esté con otra, rece por él, lea libros de santos y santas que tanto se sacrificaron, le ayudarán a entender su cruz, a abrazarla y a ofrecerla por la salvación de muchas almas. Y si al final no puede con el combate, al menos no convierta lo malo en bueno en su conciencia, sino nunca podrá pedir perdón.
    La tengo en mis oraciones señora.

  25. Me encanta como todos aquí ya han dado por supuesto que la señora viven en pecado, si ni siquiera ha dicho lo que ha hecho con el novio o lo que no ha hecho. Que esté pensando en casarse no significa que finalmente lo vaya a hacer.

    En cualquier caso, habla de su testimonio, de un proceso de conversión incompleto.

  26. El caso de esta mujer me recuerda a uno que estamos viviendo en el CEU: sabemos que a una compañera profesora su marido le ha pedido el divorcio para irse con otra y la apoyamos todos, pero desde arriba hay instrucciones de arrinconarla. Luego dicen que son muy católicos los de la ACdP. En el departamento no nos metemos en su vida, intentamos no juzgar y sólo le decimos que no se aparte de Dios. Pero ya sabemos que los fariseos de siempre le han quitado horas de clase, la están señalando están preguntando a los alumnos qué si llega a su hora, si cumple los horarios, si ha dicho cosas en contra de la religión. A veces cuesta más ser católico por los Caifás de dentro que porque ataques de fuera.

  27. A ver, publica su carta para eso, para que la gente opine.
    Sección de comentarios abierta, pues ya está. ¿Qué quería? Pues eso, cada uno expone libremente. Y creo que muy pocos dan por supuesto que ya ha dado el paso. Algunos lo intuyen, otros le dicen que no lo de. Aconsejan.

  28. Cuanto fariseo entre los que comentan, de esos que utilizan la ley para pisar al prójimo.
    Pero la ley de Jesús está subordinada al amor, está escrita en la arena.
    ¿Quiénes sois para juzgar?

  29. Que triste que después de tanto siglos que Jesús se entregó por nosotros en la Cruz, proclamando el Evangelio del amor; sigamos realmente como aquellos que rodearon a la mujer para apedrearla.
    La gran mayoría de comentarios juzga a la persona, juzga la forma de escribir o juzga lo que sea, pero juzga. ¡Que triste! Porque seguramente, los que tanto señalan a esta señora se sienten «grandes abanderados de la fe».
    Es gracias a la gente hipócrita, que la Iglesia ha perdido credibilidad durante mucho tiempo, porque anunciamos a Dios amor pero somos incapaces de ver con ojos de amor al mundo. Sí, hipócritas, porque ¿quién de nosotros, no tiene pecado alguno? ¿Cómo puedo yo señalar al otro si yo también peco? ¿Por qué mi pecado sería menor que el de otros?
    «En la tarde de la vida, te examinarán en el amor». Dedíquense a amar, amen para su salvación y para la salvación del mundo, porque es la única manera cómo podremos transmitir a Dios, porque Dios es amor.
    Amemos a esta señora y en vez de acusarla, atacarla, juzgarla, mirémosla con compasión y animémosla, luchemos junto con ella por hacer su vida digna al lado de Dios, oremos por ella y por todos los que pasan una situación parecida y desean con toda su alma tener a Cristo eucaristía en sí (incluso, mucho más de lo que lo deseamos muchos de los que sí podemos comulgar y comulgamos siempre o incluso, no lo hacemos).
    Pongámonos en el lugar de Jesús, ¿qué hubiera hecho Él frente a esta señora? Casi ninguno de sus comentarios, tiene un ápice de los gestos que tuvo Jesús con los pecadores (es decir, con toda la humanidad) en su paso por el mundo.
    Conozcamos y profundicemos ese amor puro de Dios y amemos hermanos, así no nos equivocaremos al pensar, al hablar ni al actuar.

  30. Habemos muchos que pecamos con recurrencia de muchas cosas, pero nadie se da cuenta, lo que pasa con este caso es que siendo algo público puede ser motivo de escándalo. Pues da testimonio público de su pecado (en el caso en el que lo haya).

    En cualquier caso, para juzgarla no estamos ninguno, ni tampoco para dar lecciones de justicia y misericordia. El Señor sabrá sus intenciones y sabrá juzgarla conforme a ello.

    Me alegra que se dé cuenta del error de su primer matrimonio, aunque temo por el segundo. Igualmente le diría que se esperara antes de casarse por lo civil, que tenga paciencia, que hay que tomar un paso a la vez.

  31. Es lamentable tu caso, pero me sorprende saber que Dices, que has buscado a Dios, y se te ha hecho dificil, mantenerte en castidad, sin relaciones sexuales hasta tu muerte, asi como muchos solteros que no se casan tiene que permanecer sin relaciones sexuales con nadie. Que corona tienes tu para tu Fornicar, o adulterar. Quien eres tu para cambiar la OBEDIENCIA. Quien como Dios?

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