La festividad de la Virgen de los Dolores, celebrada el 15 de septiembre, nos recuerda los sufrimientos que pasó la Madre de Dios por ver los padecimientos a los que era sometido su Hijo.
La Virgen María ha sido bendecida entre la humanidad entera por la misión que el Señor le encomendó. Esta misión, el más alto honor dentro de la humanidad, era también un camino de cruz y de dolor. No por nada Simeón le dijo a la Virgen: «una espada atravesará tu alma»; según nos recuerda San Lucas en el Evangelio.
Los sufrimientos de la Virgen fueron muchos, y este día la Iglesia nos invita a recordarlos, tanto para agradecer por la Madre que tenemos, como para darnos cuenta que Ella también comparte con nosotros los sufrimientos de la tierra.
La devoción por la Virgen de los Dolores parte de una tradición medieval en la cual se celebraban los cinco gozos de la Virgen. En el renacimiento, el marqués de Santillana, don Íñigo López de Mendoza, compuso una importantísima obra llamada «Los Gozos de Santa María», que ha dado lugar a múltiples representaciones pictóricas. Fue por esa época en la que grandes hombres de letras comenzaron también a recordar los dolores de Santa María, en oposición a la devoción de los gozos. Inmediatamente, se escribieron varias obras recordando los cinco dolores de la Virgen, que con el tiempo se elevaron a siete, como es la tradición actual.
En España e Hispanoamérica, la devoción a la Virgen de los Dolores está fuertemente arraigada. Destacan, sin lugar a dudas, las múltiples cofradías erigidas en honor a esta advocación, y tantas otras imágenes que salen en procesión durante la Semana Santa y en otras fechas especiales.
Ayuda a Infovaticana a seguir informando