Beato Francesco Giovanni Bonifacio

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El beato Francesco Giovanni Bonifacio fue un sacerdote y mártir austro-húngaro, víctima del comunismo durante la dictadura yugoslava de Tito. 

Francesco Giovanni Bonifacio nació el 7 de septiembre de 1912 en la ciudad costera de Pirán en Istria, actualmente parte de Eslovenia, pero en ese entonces, parte de los dominios del Imperio Austro-Húngaro. Francesco fue el segundo de los siete hijos de Giovanni Bonifacio, marino mercante en una compañía que comerciaba entre Istria y Trieste (ahora Italia), y su mujer, Luigia Busdon. Debido a los continuos viajes de su padre, era Luigia quien tenía que hacerse cargo de la familia durante gran parte del año, en ocasiones trabajando en la limpieza de las casas de los habitantes más prominentes de la ciudad para poder pagar la comida para sus hijos. La situación que vivían era de pobreza, pero afortunadamente siempre la vivieron con dignidad, pudiendo pagarse los productos indispensables.

El joven Francisco, o Checco, como era llamado coloquialmente, estudió en la escuela local y asistía regularmente a la parroquia de San Francisco a recibir la catequesis, así como para ayudar en el altar como monaguillo. Fue quizás este acercamiento a los sacramentos, a través del más sencillo de los servicios litúrgicos, que avivó la Fe del joven Checco, y también lo que despertó su atracción por el sacerdocio. En 1924, al cumplir los doce años, pidió permiso para entrar al seminario menor de Capodistria, lo que le fue concedido y abrazó con gran entusiasmo. La bondad de Checco en el seminario, le mereció el apodo de «Il Santino» o «El Santito», entre sus compañeros.

A la muerte del padre, Checco aceptó con los hechos con gran dolor, pero también con una enorme Fe. Su madre, al ver la niño en su piadoso luto, afirmó: «Checco ha sido llamado por el Señor, así que tendrá que ser sacerdote.»

Al finalizar sus estudios en el seminario menor, fue enviado a Gorizia, en la frontera italiana con Eslovenia, en el año de 1932. El 27 de diciembre de 1936 fue ordenado sacerdote en la catedral de San Justo de la ciudad friulana de Trieste.  Meses más tarde, le fue encomendada la tarea de vicario en la ciudad de Cittanova d’Istria, actualmente parte de Croacia. Ahí, fue el encargado de establecer los primeros grupos de la Acción Católica.

En 1939, el entonces obispo de Trieste, encomendó al nuevo sacerdote su primera parroquia, en Villa Gardossi, una comunidad de mil trescientas personas, formada principalmente por pequeñas aldeas poblabas por campesinos. Al haber sido enviado para allá, su madre y algunos de sus hermanos y hermanas acompañaron al joven sacerdote a vivir con él en la casa parroquial, costumbre que en algunos sitios permanece hasta nuestros días. Sin embargo, la casa de Villa Gardossi era muy pobre, careciendo de agua corriente, electricidad o calefacción. A pesar de ésto, Don Francesco (como era llamado por los fieles) daba de lo poco que tenía a las familias más pobres de la zona, compartiendo con ellos y su familia la pobreza con la que había nacido, y con la que había decidido vivir el resto de su vida.

En junio de 1940, la II Guerra Mundial estalla en Europa, e Italia toma parte activa en ella. Sin embargo, la región de Istria, repartida entre Italia y Austria-Hungría, al inicio parecía poco afectada por los sucesos bélicos. Esta situación, aunque aparentemente benigna, propicio que grupos comunistas y anarquistas se hicieran del poder local, abandonado de la vista del gobierno central por atender los graves sucesos que sucedían en el momento. La primacía de los comunistas se vio menguada con la llegada de tropas fascistas de Italia y Alemania, pero pronto llegaron a un acuerdo de colaboración, creando un extraña situación en la región. Don Francesco, como párroco, se preocupó por ayudar a los desamparados, e incluso a aquellos que eran vistos como contrarios a los grupos en el poder, cosa que ponía en riesgo su propia vida.

Como protesta ante ciertas persecuciones y ejecuciones perpetuadas por los tres grupos, el párroco de Villa Gardossi levantó la voz en una homilía diciendo: «Dios no es el autor del presente mal, los autores son hombres empapados en pecado.»

Al finalizar la Guerra, la esperanza de la región de Istria empeoró considerablemente, al ser anexada a la República Comunista de Yugoslavia. Inmediatamente, el régimen de Tito comenzó a oponerse directamente a la Iglesia Católica, persiguiéndola de manera activa por considerar que en los seguidores de Cristo se encontraban los peores enemigos del comunismo. En Villa Gardossi, algunos comunistas acusaron a Don Francesco de ser «subersivo y anticomunista». El párroco, decidió entonces oficiar misa con las puertas abiertas de la Iglesia, para que todos pudieran ver lo que sucedía dentro y no fuera acusado de formar reuniones conspiratorias.

A pesar de sus esfuerzos, Don Francesco sabía que estaba en la lista negra de los comunistas. En septiembre de 1946, el cura párroco de Villa Gardossi fue visto por última vez por su confesor, el capellán de Peroi. Un testimonio confirmó que el sacerdote fue detenido por las Guardias Populares, quienes lo golpearon de manera reiterada, lo apedrearon y finalmente lo apuñalaron dos veces. Su cuerpo jamás fue encontrado.

El sacerdote Don Francesco Giovanni Bonifacio fue beatificado el 4 de octubre del 2008, y permanece como uno de los tantos sacerdotes, religioso y laicos martirizados por el comunismo.

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