¿Le corresponde o no le corresponde a alguna persona divina ser enviada?

|
Objeciones por las que parece que a la persona divina no le corresponde ser enviada:
1. El enviado es inferior al que envía. Pero una persona no es menor que otra. Por lo tanto, una Persona no es enviada por otra.
2. Todo el que es enviado, se separa del que le envía. Por eso dice Jerónimo en Super EzechielLo que está unido y forma un solo cuerpo, no puede ser enviado. Pero, como dice Hilario: En las personas divinas nada es separable. Por lo tanto, una Persona no es enviada por otra.
3. Todo el que es enviado se aleja de un lugar y va a otro. Pero esto no le corresponde a la persona divina, que está en todas partes. Por lo tanto, a la persona divina no le corresponde ser enviado.
Contra esto: está lo que se dice en Jn 8,16: No soy yo solo, sino yo y el Padre, que me ha enviado.
Respondo: En el concepto de misión, están implícitos dos aspectos: 1) Uno es la relación del enviado con quien le envía. 2) Otro, la relación del enviado con aquello a lo que es enviado. El hecho de que alguien sea enviado pone al descubierto que el enviado procede de alguna manera de quien le envía. Bien a modo de orden, como el señor envía al siervo. Bien a modo de consejo, como el consejero envía al rey a la guerra, si puede decirse así. O a modo de origen, como cuando decimos que el árbol emite (envía) la flor. También se pone al descubierto una relación con respecto a aquello adonde se envía, bien porque antes nunca hubiera estado allí, bien porque empieza a estar de un modo distinto a como estuvo antes.Así, pues, la misión le puede corresponder a una persona divina en cuanto que implica relación de origen con quien le envía, y, también, porque implica un nuevo modo de estar en alguien. Así se dice que el Hijo ha sido enviado al mundo por el Padre (Jn 10,36), en el sentido en que empezó a estar en el mundo de una forma visible por la carne que tomó. Sin embargo, existía ya antes en el mundo, como se dice en Jn 1,10.
A las objeciones:
1. La misión implica inferioridad del enviado, en cuanto que el modo como procede del principio es el consejo o el mandato, porque quien ordena es superior, y el que aconseja es más sabio. Pero en las personas divinas no implica más que una procesión de origen, la cual requiere igualdad, como dijimos anteriormente (q.42 a.4.6).
2. Aquello por lo que el enviado empieza a estar donde antes no estuvo, exige movimiento local. Por esto, es necesario que localmente se aparte de quien le envía. Pero no es esto lo que sucede en la misión de la persona divina, porque la persona divina enviada no empieze a estar donde antes no estuvo, ni tampoco deja de estar donde estaba. Por eso, la misión no implica separación, sino sólo distinción de origen.
3. Aquel argumento es viable siempre que se trate de la misión que supone movimiento local. Pero esto no se da en Dios.

Ayuda a Infovaticana a seguir informando

Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

 caracteres disponibles