Los Santos Doctores, ¿han o no han atribuido correctamente los atributos esenciales a las personas?

|
Objeciones por las que parece que los Santos Doctores no han atribuido correctamente los atributos esenciales a las personas:
1. Dice Hilario en II De Trin.: La eternidad está en el Padre, la especie en la Imagen, el uso en el Don. En estas palabras hay tres nombres propios de las personas: Padre, Imagen, que es el nombre propio del Hijo, como dijimos anteriormente (q.35 a.2), y Don o Aval, que es el nombre propio del Espíritu Santo, como quedó establecido (q.38 a.2). Además hay también tres realidades apropiadas: La eternidad, al Padre; la especie, al Hijo; el uso, al Espíritu Santo. Y parece que lo hace de un modo poco razonable. Pues laeternidad implica duración de ser; la especie, en cambio, es principio de ser; el uso, por su parte, parece que pertenece a la operación. Pero la esencia y la operación no se apropian a ninguna persona. Por lo tanto, parece que estas apropiaciones a las personas no las han atribuido correctamente.
2. Dice Agustín en I De Doctr. Christ.En el Padre está la unidad, en el Hijo la igualdad, en el Espíritu Santo la concordia de la unidad y de la igualdad. Esto parece también que es dicho incorrectamente. Porque una persona formalmente no es denominada por lo que se apropia a otra. Pues el Padre no es sabio por la sabiduría engendrada, como dijimos (a.7 ad 2q.37 a.2 obi.1). Pero en el mismo contexto dice: Estas tres realidades son una por el Padre, iguales por el Hijo y conexas por el Espíritu Santo. Por lo tanto, no se apropian de forma correcta a las personas.
3. Según Agustín, al Padre se le atribuye el poder, al Hijo la sabiduría y al Espíritu Santo la bondad. Y parece que esto no es correcto. Pues la energía pertenece al poder. El poder es apropiado al Hijo según aquello de 1 Cor 1,24: A Cristo, poder de Dios. Y también al Espíritu Santo, según aquello de Lc 6,19: El poder salía de El, y sanaba a todos. Por lo tanto, el poder no hay por qué atribuirlo al Padre.
4. Agustín, en el libro De Trin., dice: No hay que tomar confusamente lo que dice el Apóstol: De El, por El y en El. De El, lo dice por el Padre; por El, por el Hijo; en El, por el Espíritu Santo. Pero parece que esto no es correcto. Porque la expresión en El, parece que implica relación de causa final, que es la primera de las causas. Por lo tanto, esta relación de causa debería ser apropiada al Padre, que es el principio sin principio.
5. Encontramos que la verdad es apropiada al Hijo, según aquello de Jn 14,6: Yo soy el camino, la verdad y la vida. Lo mismo el Libro de la Vida, según aquello del Sal 39,8: En el encabezamiento del libro está escrito de Mi: Glosa: Esto es, en el Padre, que es mi cabeza.Lo mismo, la expresión El que es; porque en torno a aquel texto de Is 65,1: Heme aquí, voy a los pueblos, dice la Glosa: Habla el Hijo que dijo a Moisés: Yo soy el que soy. Pero parece que todo esto es algo propio del Hijo y no algo apropiado. Pues verdad, según Agustín en el libro De Vera Religione, es la semejanza suma con el principio, sin ningún tipo de desemejanza. De este modo, parece que propiamente corresponda al Hijo, que tiene principio. También Libro de la Vida parece ser algo propio, porque significa que es algo por alguien, pues todo libro es escrito por alguien. También la expresión El que es,parece ser propia del Hijo. Porque si, cuando se dice a Moisés: Yo soy el que soy, es la Trinidad la que habla, Moisés había podido decir: Aquel que es el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, me envió a vosotros. Y más adelante había podido decir: Aquel que es el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, me envió a vosotros, dando a entender una persona determinada. Esto es falso. Porque ninguna persona es el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Por lo tanto, este nombre no puede ser común a la Trinidad, sino propio del Hijo.
Respondo: Nuestro entendimiento, que llega al conocimiento de Dios partiendo de las criaturas, es necesario que considere a Dios según el modo que tiene a partir de las criaturas. A la hora de estudiar una criatura, aparecen cuatro elementos en el siguiente orden. Primero, se analiza el mismo objeto absolutamente, en cuanto que es un determinado ser. Segundo, se le analiza en cuanto que es uno. Tercero, en cuanto que en él hay capacidad para obrar o para causar. Cuarto, la relación que tiene con lo causado. Por lo tanto, al tratar lo referente a Dios nosotros debemos tener también en cuenta esta cuádruple consideración.1) Según la primera consideración, es decir, tratar lo referente a Dios en cuanto a su propio ser, encontramos la fórmula de Hilario, según la cual la eternidad es apropiada al Padre, la especie al Hijo, el uso al Espíritu Santo (obi.1). Pues la eternidad, en cuanto que significa ser sin principio, tiene semejanza con el Padre, que es principio sin principio. La especie o la belleza tienen semejanza con lo propio del Hijo, pues para la belleza se requiere lo siguiente: Primero, integridad o perfección, pues lo inacabado, por ser inacabado, es feo. También se requiere la debida proporción o armonía. Por último, se precisa la claridad, de ahí que lo que tiene nitidez de color sea llamado bello. Así, pues, en cuanto a lo primero, tiene semejanza con lo propio del Hijo, en cuanto que el Hijo tiene en sí mismo, de forma real y perfecta, la naturaleza del Padre. Para indicar esto, Agustín en su explicación dice: En donde, esto es, en el Hijo, está la suprema y primera vida, etc. Por lo que se refiere a lo segundo, también se adecúa con lo propio del Hijo en cuanto que es Imagen expresa del Padre. Por eso, decimos que alguna imagen es bella si representa perfectamente al objeto, aun cuando sea feo. Y esto es a lo que alude Agustín cuando dice: En donde hay tanta conveniencia y la primera igualdad,etc. En cuanto a lo tercero, se adecúa con lo propio del Hijo, en cuanto que es Palabra, que es lo mismo que decir Luz, esplendor del entendimiento, como dice el Damasceno. Esto mismo lo sugiere Agustín cuando dice: Como palabra perfecta a la que no le falta nada, especie de arte del Dios omnipotente. El uso tiene cierta semejanza con lo propio del Espíritu Santo, si tomamos la palabrauso en sentido amplio, pues usar implica disfrutar, ya que usar es disponer de algo, según la propia voluntad, y disfrutar es usar con gozo, como dice Agustín en X De Trin. Por lo tanto, el uso por el que el Padre y el Hijo se disfrutan mutuamente, se adecúa con lo propio del Espíritu Santo, en cuanto que es Amor. Y esto es lo que dice Agustín: Aquel amor, deleite, felicidad o dicha, es lo que él llama uso. El uso con que nosotros disfrutamos de Dios tiene cierta semejanza con lo propio del Espíritu Santo en cuanto que es Don. Y esto es lo que resalta Agustín cuando dice: En la Trinidad está el Espíritu Santo, la suavidad del que Engendra y del Engendrado, que nos inunda deforma inmensa y generosa. De este modo, se comprende por qué la eternidad, la especie y el uso, se atribuyen o se apropian a las personas, y no se les atribuyen la esencia o la operación. Porque en su propio concepto, y puesto que son comunes, no se encuentra algo que sea semejante a lo propio de las personas. 2) Según la segunda consideración, es decir, tratar lo referente a Dios en cuanto que es uno. Agustín apropia la unidad al Padre, la igualdad al Hijo, la concordia o la conexión al Espíritu Santo (obi.2). Es evidente que estas tres características denotan unidad, pero de manera diferente. Pues la unidad se dice en sentido absoluto, y no presupone nada más. De este modo se apropia al Padre, que no presupone otra persona, por ser principio sin principio. La igualdad conlleva unidad con respecto a otro; pues igual es lo que tiene la misma cantidad que otro. De este modo la igualdad se apropia al Hijo que es el principio del principio. Por su parte, la conexión implica unidad de dos. Por eso se apropia al Espíritu Santo, en cuanto que procede de los dos. A partir de ahí, puede entenderse lo que dice Agustín: Los tres son uno por el Padre, iguales por el Hijo, conexos por el Espíritu Santo. Pues es evidente que cada característica se atribuye a aquel en quien se encuentra primero, así como a todos los seres inferiores se dice que viven por su alma vegetal, por ser la primera en la que se manifiesta la vida de estos seres. La unidad se encuentra inmediatamente en la persona del Padre, incluso si, aunque imposible, desaparecieran las otras personas. De este modo, las otras personas tienen la unidad por el Padre. No obstante, desaparecidas las otras personas, en el Padre no se encuentra la igualdad. Pero, existente el Hijo, inmediatamente aparecerá la igualdad. De este modo, se dice que todos son iguales por el Hijo, no porque el Hijo sea principio de la igualdad del Padre, sino porque, si el Hijo no fuese igual al Padre, el Padre no podría ser llamado igual, pues su igualdad en primer lugar es considerada en relación al Hijo. Lo mismo cabe decir de la igualdad que tiene el Espíritu Santo con el Padre, es decir, la tiene por el Hijo. Asimismo, excluido el Espíritu Santo, que es el nexo de los dos, no podría entenderse la unidad de conexión entre el Padre y el Hijo. De este modo, se dice que todos están conexos por el Espíritu Santo, porque, existente el Espíritu Santo, se encuentra El donde el Padre y el Hijo pueden llamarse conexos. 3) Según la tercera consideración, es decir, tratar lo referente a Dios en cuanto que en El hay capacidad suficiente para causar, hay que analizar la tercera apropiación, esto es, el poder, la sabiduría y la bondad (obi.3). Esta apropiación se hace por semejanza, si se considera lo que hay en las personas divinas; y por desemejanza, si se considera lo que hay en las criaturas. Pues el poder tiene razón de principio. Por eso, tiene semejanza con el Padre del cielo, que es principio de toda la divinidad. A veces falta en el padre terreno, debido a la vejez. La sabiduría, en cambio, tiene semejanza con el Hijo celeste, en cuanto que es Palabra, que no es otra cosa que el concepto de sabiduría. A veces falta en el hijo terreno, debido a la poca edad. La bondad,, por ser razón y objeto del amor, tiene semejanza con el Espíritu divino, que es Amor. Pero parece que contradice al espíritu terreno, en cuanto que éste implica cierto impulso violento, por lo que dice Is 25,4: El espíritu de los fuertes es como el huracán que empuja la pared. Elpoder se apropia al Hijo y al Espíritu Santo, pero no en el sentido en que se llama energía al poder de algo; sino porque a veces también se llama energía a la que surge del poder, como cuando decimos que algo poderoso ha sido hecho por la virtud o poderde un agente. 4) Según la cuarta consideración, es decir, tratar lo referente a Dios en cuanto que está relacionado con sus efectos, hay que analizar aquella apropiación a partir de El, por El y en El (obi.4). La preposición a partir de, a veces, implica relación de causa material, que no se da en las personas divinas. Otras veces, implica relación de causa eficiente. Esta es la que corresponde a Dios en razón de su potencia activa. Por eso se apropia al Padre, como potencia. La preposición por, indica, a veces, causa intermedia, como cuando decimos que el obrero trabaja por el martillo. Este por, a veces no es apropiado, sino propio del Hijo, según aquello de Jn 1,3: Todo ha sido hecho por El, no porque el Hijo sea instrumento, sino porque El mismo es principio del principio. Otras veces, indica la relación de forma por la que obra el agente, como cuando decimos que el artista obrapor el arte. Por eso, así como la sabiduría y el arte se apropia al Hijo, así también lo indicado con por El. La preposición en, indica propiamente relación de continente. Y Dios contiene las cosas de doble manera. Una, según sus semejanzas. Y, así, se dice que las cosas están en Dios en cuanto que están en su ciencia. De este modo, la expresión en El, debería apropiarse al Hijo. Otra manera de cómo están contenidas las cosas en Dios, es en cuanto que Dios, por su bondad, las conserva, las gobierna y las conduce al fin más conveniente. De este modo, en El, es apropiado al Espíritu Santo, como se le apropia la bondad. Tampoco es necesario que la relación de causa final, aun cuando sea la primera de las causas, se apropie al Padre, que es principio sin principio, porque las personas divinas, de las cuales el principio es el Padre, no proceden para orientarse al fin, puesto que cada una de ellas es fin último, sino por procesión natural, que más bien parece pertenecer al concepto de potencia natural. Con respecto a las otras apropiaciones (obi.5) hay que decir: La verdad, por pertenecer al entendimiento, como se dijo anteriormente (q.16 a.1), se apropia al Hijo. Sin embargo, no es algo propio suyo. Porque, como dijimos (ib.), la verdad puede ser considerada en cuanto que está en el entendimiento, o en cuanto que está en la realidad. Así, pues, así como el entendimiento y el objeto son tomados esencialmente, siendo esenciales y no personales, así también la verdad. La definición dada por Agustín corresponde a la verdad, que se apropia al Hijo. El Libro de la Vida directamente implica conocimiento; indirectamente, vida. Pues, como dijimos anteriormente (q.24 a.1), se trata del conocimiento que Dios tiene de los que alcanzarán la vida eterna. Por eso se apropia al Hijo, aun cuando la vida se apropie al Espíritu Santo, en cuanto que implica cierto movimiento interior, y de este modo se adecúa con lo propio del Espíritu Santo, en cuanto que es amor. Lo de ser escrito por alguien, no pertenece al concepto del libro en cuanto libro, sino en cuanto obra hecha. Por lo tanto, no implica relación de origen, ni tampoco es personal, sino apropiado a la Persona. La expresión El que es, se apropia a la persona del Hijo, pero no por sí misma, sino por el añadido, esto es, en cuanto que en la expresión de Dios a Moisés estaba prefigurada la liberación del género humano, que ha sido hecha por el Hijo. Sin embargo, si Que se toma como relativo, puede referirse a la persona del Hijo. De este modo, se tomaría personalmente, como si se dijera: El Hijo es engendrado el Que es; lo mismo que Dios engendrado tiene sentido personal. Y aun cuando el pronombre éste, desde un punto de vista gramatical, parezca que pertenece a una determinada persona, sin embargo, cualquier cosa demostrable, también en sentido gramatical, puede llamarse persona, aun cuando realmente no lo sea, y así decimos esta piedra o este asno. Por eso, desde el punto de vista gramatical, la esencia divina, tal como está indicada por la Palabra Dios, puede ser designada con el pronombre éste, según aquello del Ex 15,2: Este es mi Dios y le glorificaré.
A las objeciones: De lo dicho se desprende la respuesta a las objeciones

Ayuda a Infovaticana a seguir informando

Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

 caracteres disponibles