Palabra, ¿es o no es el nombre propio del Hijo?

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Objeciones por las que parece que Palabra no es el nombre propio del Hijo:
1. El Hijo es, en Dios, persona subsistente. Pero palabra no significa realidad subsistente, como resulta claro entre nosotros. Luego la Palabra no puede ser el nombre propio de la persona del Hijo.
2. La Palabra surge del que la dice como algo pronunciado. Luego, si el Hijo es propiamente la Palabra, no surge del Padre más que por pronunciación. Y ésta es la herejía de Valentín, según nos consta por Agustín en el libro De haeresibus.
3. Todo nombre propio de alguna persona indica alguna propiedad de esa persona. Así, pues, si la Palabra es el nombre propio del Hijo, indicará alguna propiedad suya. De este modo, en Dios habrá muchas más propiedades que las enumeradas anteriormente (q.32 a.3).
4. Quien conoce, conociendo concibe la palabra. Pero el Hijo conoce. Luego alguna palabra es el Hijo. De este modo, ser Palabra no es propio del Hijo.
5. En Hb 1,3 se dice del Hijo: Todo lo sustenta con la palabra de su poder. De ahí deduce Basilio que el Espíritu Santo es palabra del Hijo. Por lo tanto, ser Palabra no es propio del Hijo.
Contra esto: está lo que dice Agustín en el VI De Trin.Sólo el Hijo es tenido como Palabra.
Respondo: La Palabra, propiamente dicha, en Dios tiene sentido personal y es el nombre propio de la persona del Hijo. Pues significa una determinada emanación del entendimiento. Y la persona que en Dios procede por emanación del entendimiento es llamada Hijo, y esta procesión es llamada generación, como ya se indicó (q.27 a.2). Hay que concluir, pues, que en Dios sólo el Hijo es llamado propiamente Palabra.
A las objeciones:
1. Entre nosotros no es lo mismo ser y conocer; de ahí que aquello que en nosotros es inteligible no pertenezca a nuestra naturaleza. Pero el ser de Dios es su mismo conocer; por eso la Palabra de Dios no es en El algo accidental o algún efecto, sino que pertenece a su misma naturaleza. De este modo, es necesario que sea algo subsistente, porque todo lo que está en la naturaleza de Dios subsiste. En este sentido el Damasceno dice que la Palabra de Dios es sustancia, y es ser en Hipóstasis; en cambio, las otras palabras (las nuestras) son virtudes del alma.
2. Valentín no fue condenado por decir que el Hijo había nacido como pronunciación, como dijeron calumniándole los arríanos, según nos consta por Hilario en el VI De Trin.; sino por el sentido de pronunciación que sostuvo, según nos consta por Agustín en el libro De haeresibus.
3. En el nombre Palabra está incluida la misma propiedad que en el de Hijo. Escribe Agustín: Por lo mismo se dice Palabra que Hijo. Pues el mismo nacimiento del Hijo, que es una propiedad personal suya, es expresado con diversos nombres que se atribuyen al Hijo para indicar de varias maneras su perfección. Pues, para que sea patente su connaturalidad con el Padre, es llamado Hijo; para que lo sea su coeternidad, es llamado resplandor; para que lo sea su completa semejanza, es llamado imagen; para que lo sea su inmaterial generación, es llamado Palabra. No hay un solo nombre que pueda expresar todas estas cosas.
4. Por lo mismo que al Hijo le corresponde ser inteligente, le corresponde ser Dios; pues, como ya se dijo (a.1, ad 2 y 3), en Dios conocer tiene sentido esencial. El Hijo es Dios engendrado, no Dios que engendra. Y es inteligente no como pronunciador de palabra, sino como Palabra pronunciada. Esto es, en cuanto que en Dios la Palabra que procede no se diferencia realmente del entendimiento divino, sino sólo por la relación se distingue del principio de la Palabra.
5. Cuando del Hijo se dice: Todo lo sostiene con la palabra de su poder, palabra es tomada figurativamente por efecto de la palabra. Por eso la Glosa ahí dice que palabrasignifica mandato; esto es, en cuanto por el efecto del poder de la Palabra la realidad conserva su existir; como por el efecto del poder de la Palabra la realidad existe. El que Basilio interprete Palabra por Espíritu Santo lo hace en sentido impropio y figurativo, en cuanto que palabra de alguien puede ser llamado todo aquello que lo manifiesta. Así, el Espíritu Santo es llamado palabra del Hijo porque manifiesta al Hijo.

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