Una cruz realizada con madera de las pateras llegadas con decenas de inmigrantes a la isla de Lampedusa procedentes de las costas de Libia, llegó ayer a la Plaza de San Pedro del Vaticano para que el Papa Francisco la bendijera. Con 2,80 metros de alto, 1,50 metros de ancho y 60 kilos, la cruz iniciará su peregrinación a lo largo y ancho de toda Italia para llevar un mensaje de «solidaridad y paz» entre comunidades, parroquias, culturas, ciudades y credos, según informa ‘L’Osservatore Romano’. La iniciativa, denominada ‘Viaje de la cruz de Lampedusa’, ha sido promovida por la fundación ‘Casa del espíritu y de las artes’, activa desde hace varios años en Milán en el ámbito de la cultura, la música y las artes entendidas como instrumentos al servicio de los más débiles, especialmente, los niños y los jóvenes que viven en situaciones de grave necesidad social. La cruz pasará de comunidad en comunidad, deteniéndose en las parroquias que deseen recibirla, para ser luego acogida definitivamente en la iglesia de San Esteban en Milán. De este modo, según explican sus promotores, la cruz podría convertirse no sólo en meta de oración y peregrinación para todos los fieles laicos afectados por el drama de Lampedusa, sino en huella permanente de una memoria que «no debe ni puede desaparecer». La obra fue realizada por el carpintero originario de Lampedusa Franco Tuccio, autor también del báculo utilizado por el Papa Francisco el 8 de julio del año pasado, durante la visita a la isla siciliana. El año pasado, la diócesis de Milán ya había comisionado 150 cruces, realizadas con la madera de las barcas, con motivo del rito que tuvo lugar en la capital lombarda el 2 de noviembre en memoria de las víctimas del naufragio el 3 de octubre de 2013. La iniciativa se llama, precisamente, «Viaje de la Cruz de lampedusa», y será una suerte de «carrera de relevos espiritual», organizada por la Fundación Casa del Espíritu y de las Artes. Después del viaje, la cruz será alojada, de modo permanente, en la iglesia de Santo Stefano de Milán. La «vergüenza» de Lampedusa nos sigue interpelando a todos. Es un grito contra la injusticia de un mundo injustamente globalizado, que marca el futuro de las personas por el color de su piel o el lugar donde nacieron, que representa la «globalización de la indiferencia» que tanto está combatiendo este Papa. Una suerte de memoria que no puede olvidarse.
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